Las violaciones a la tregua humanitaria ya en las primeras horas de su entrada en vigor disiparon en Nagorno Karabaj las esperanzas de al menos un respiro en la guerra que estalló hace tres semanas.
Si la noche del pasado sábado, poco después que se anunciara la tregua, en Stepanakart todo era alivio y sonrisas, a primera hora de la mañana del domingo los rostros de los habitantes de la capital karabají recuperaron la preocupación con las primeras noticias que llegaban del frente.
Sobre todo suscita inquietud el frente sur, donde las fuerzas azerbaiyanas intentan romper las defensas armenias, según afirmó David Babayán, asesor de la presidencia de Artsak, como denominan los armenios Nagorno Karabaj.
Una tregua más que frágil
«En algunos sectores se observa la tregua, pero hay otros en los que el enemigo trata de pasar a la ofensiva y es repelido por nuestras tropas», dijo Babayán en una comparecencia de prensa en la que declaró estar convencido de que el ejército azerbaiyano tiene el propósito de continuar las operaciones militares.
Agregó que Azerbaiyán no está interesado en un alto el fuego permanente y Bakú que simplemente precisa de determinadas pausas para llevar a cabo sus planes.
De la misma opinión es el politólogo e historiador Argishti Kirivyan, quien dijo que «Azerbaiyán no necesita una tregua, sino cortos periodos de tiempo para poder reagrupar sus tropas y con nuevas fuerzas volver a atacar a Artsaj”.
Agregó que desde un comienzo el objetivo de Azerbaiyán y sus aliados turcos es apoderarse de Nagorno Karabaj.
Los llamamientos internacionales no surten efecto
Sobre la efectividad de los llamamientos internacionales a un alto el fuego se mostró totalmente escéptico.
«Las llamadas telefónicas no servirán para frenar al tándem Azerbaiyán-Turquía, y vemos que Rusia, el principal actor en la región, no está a favor de adoptar medidas drásticas», se lamentó Kirivyan.
Agregó que la tregua no es solo un asunto humanitario, ya que, en el sur de Karabaj, en la zona del río Araz, en la frontera, hay «cientos de cadáveres y existe el peligro real de una epidemia».
Y es que, en el frente sur, donde mayores avances ha hecho el ejército azerbaiyano, los combates no han cesado un solo momento.
Drones sobre Stepanakert
Stepanakert vivió una jornada inusualmente tranquila hasta la media tarde del sábado, cuando los zumbidos de varios drones azerbaiyanos hicieron desaparecer de las calles a los escasos transeúntes sin que sonaran las sirenas de alarma de ataque aéreo.
Poco después se oyeron varios estruendos distantes, probablemente de las baterías antiaéreas emplazadas en las afueras de la capital karabají.
Con la caída de la noche, Stepanakert se sume en una oscuridad casi total, y no por falta de fluido eléctrico: sus moradores, salvo uno que otro, no encienden las luces, temerosos de ofrecerse como blancos a los aparatos volantes no tripulados del enemigo.
El coronavirus, la otra amenaza
A las amenazas desde el aire se ha sumado ahora la de la propagación de coronavirus.
Las autoridades comenzaron a advertir por SMS de la necesidad de usar mascarillas y de mantener la distancia social para evitar los contagios, algo prácticamente imposible para las personas que por temor a los bombardeos pasan la noche en sótanos convertidos en improvisados refugios.
Las autoridades de Stepanakert han habilitado puestos provisionales donde los ciudadanos pueden dar muestras para test PCR, que son gratuitos.
Si bien no hay datos acerca de la propagación del coronavirus en Nagorno Karabaj, la situación epidémica en Armenia es preocupante: más de 1.500 casos diarios en las últimas jornadas.