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Pinturas de colores desde el balcón

Pinturas de colores desde el balcón

Un columpio vacío, una portería sin portero y una rayuela sin niños saltando. La pandemia del coronavirus ha afectado en muchos aspectos a todo el planeta. Uno de ellos ha sido la educación. El confinamiento ha hecho que colegios del mundo entero cierren las puertas de sus clases para afrontar un nuevo reto: enseñar a través de las pantallas del ordenador.

El amor por el aprendizaje de sus alumnos ha hecho que algunos maestros en Italia se las hayan ingeniado para que sus alumnos no se queden atrás en su educación. La solución: dar clases en calles y balcones.

La maestra Pamela Buda es un ejemplo. Ofrece clases a sus alumnos en las calles de Nápoles, con distanciamiento social y al aire libre. «Las madres me llamaron y me dijeron que los niños estaban llorando, que querían volver a la escuela, que no entendían por qué era necesario cerrar las escuelas», explica la profesora.

En esta nueva ola de contagios que vive Europa, el Gobierno italiano ha evitado imponer restricciones a nivel nacional en las escuelas, las empresas y a la libertad de movimiento, pero instó a las autoridades regionales a que establezcan sus propias restricciones si fuera necesario.

La región de Campania, donde se ubica Nápoles, salió relativamente bien parada de la primera ola de coronavirus en el país durante la primavera. Sin embargo, los contagios empezaron a crecer en las últimas semanas por lo que las autoridades decidieron cerrar la mayoría de las escuelas hasta finales de octubre.

Tonino Stornaiuolo es otro de los maestros que sigue repartiendo conocimiento e incentivando a sus alumnos mientras grita sus lecciones a los estudiantes que escuchan desde sus balcones y en las calles fuera de sus casas. «Hacemos todo lo posible para respetar las reglas porque creo que esta emergencia en Italia es seria y real», señala Stornaiuolo.

“Quería encontrar una manera en la que los niños pudieran vernos y compartir tiempo con nosotros, al menos mientras sea posible y hasta que sepamos si habrá otro confinamiento”, agrega el profesor.

Los niños suelen jugar a contar hasta el infinito, porque, al fin y al cabo, los niños siempre consiguen lo que se proponen, con ilusión y con esa inocencia propia de la edad. La motivación, dedicación y cariño de sus profesores hacen que sea así. “Enseñar es dejar huella en la vida de una persona” y seguro que estos alumnos siempre recordarán las lecturas en la calle y las pinturas de colores desde el balcón.

 

 

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