La incertidumbre marca el cierre de la campaña electoral en Estados Unidos
Este lunes termina la campaña presidencial de Estados Unidos, marcada por la pandemia del coronavirus (el país norteamericano es uno de los más afectados del mundo). Una de las peculiaridades de este proceso electoral ha sido el alto volumen de voto anticipado. Más de 93 millones de estadounidenses ya han emitido su decisión por correo o en los colegios electorales. Un hecho que puede demorar el recuento y el resultado de varios estados clave, como Pensilvania o Wisconsin. Además, Trump ha cuestionado la solidez del sistema de correo y alentado el fantasma del fraude.
Pese a ello, las encuestas más recientes insisten en que el demócrata Joe Biden es el gran favorito en el voto popular y, por ello, tendría más cerca la Casa Blanca que su rival y actual presidente del país, Donald Trump.
De cara a la elección del próximo 3 de noviembre, diversos expertos y medios de comunicación han puesto en marcha modelos predictivos que toman en cuenta los datos de las encuestas, el histórico de otras elecciones y aspectos socioeconómicos y demográficos para pronosticar quién será el próximo presidente de Estados Unidos. The New York Times y Sienna College dan a Biden la mayor ventaja de un candidato presidencial desde 2008, cuando ganó Obama. El demócrata ganaría en territorios clave como Wisconsin y Pensilvania, con una ventaja de 11 y 6 puntos, respectivamente, así como Arizona y Florida, por seis y 3. Mientras, The Washington Post, otorga a Trump la victoria en Florida, con dos puntos porcentuales de diferencia, un hecho que podría cambiar el devenir de los sondeos. Por último, The Wall Street Journal-NBC News, a nivel nacional, señala como vencedor al demócrata con el 52%, frente a 42% de Trump.
Pero ¿por qué fiarse de los sondeos si fallaron en 2016? Los expertos demoscópicos advierten que las encuestas no son un reflejo del futuro, sino que son realidades fijas de un momento concreto. Además, tienen márgenes de error (generalmente 2 o 3 puntos arriba o abajo) y Trump ganó muchos de los estados que le dieron la victoria en 2016 por márgenes muy estrechos.
El granero de votos de los demócratas se encuentra en las costas atlántica y pacífica, mientras que el de los republicanos se extiende por el centro del país. Hay estados que ya se dan por adjudicados. Así, por ejemplo, Biden tiene confirmados los 55 delegados de California o los 29 de Nueva York y Trump los 11 de Tennessee o los 9 de Alabama. A priori, Trump parte con desventaja, por lo que necesita imponerse en cada uno de los estados donde la votación está más ajustada.
El presidente republicano no muestra ninguna señal de cansancio y se dispuso a realizar un recorrido de más de 3.500 kilómetros, que lo llevaría a Michigan, Iowa, Carolina del Norte, Georgia y Florida. Mientras, su rival demócrata, Joe Biden, centra sus esfuerzos en Pensilvania, otro lugar crucial. La última palabra la tendrán los estadounidenses el 3 de noviembre.