Los uigures, una minoría musulmana en Xinjiang, lucha por sobrevivir frente a los esfuerzos de Pekín para eliminar a esta etnia
Pese a que creemos lejanas las historias sobre los campos de concentración y nos las imaginamos de otra época, de otro mundo y reservadas únicamente para la ficción y los documentales sobre la Segunda Guerra Mundial, aún en nuestros días hay resquicios de la parte más intolerante y despreciable de la humanidad.
La región de Xinjiang, al noroeste de China, acoge a la comunidad uigur, una minoría de religión musulmana, lengua de origen turco y alfabeto árabe. Sus integrantes son ciudadanos con un mix cultural que se consideran étnicamente cercanos a las naciones de Asia Central.
Conflicto entre Pekín y los uigures
A los uigures no les ha resultado sencillo llevarle la contraria a Pekín. Desde sus inicios han mostrado resistencia a la política y a la dominación china. Tras la llegada al poder del Partido Comunista de China en el año 1949, las cosas se complicaron para ellos y muchos se vieron obligados a exiliarse.
Para Pekín son una amenaza. Están situados en un emplazamiento clave para la expansión china, con un acceso privilegiado a Asia y Europa y en un lugar estratégico para el proyecto de la “nueva ruta de la seda”. La región continúa controlada por Pekín desde 1949 y en los últimos años los uigures han sido fuertemente perseguidos por parte del Gobierno chino con el fin de ingresarlos en “campos de reeducación”.
Desde la ONU ya se ha expresado públicamente la preocupación por los abusos que está cometiendo China y se estima que la cifra de afectados y detenidos puede llegar al millón de personas.
Los campos de reeducación
Los campos de reeducación en los que retienen a los uigures han sido detectados por los expertos en geopolítica gracias a Google Earth y a imágenes por satélite y son una réplica de los empleados durante la Revolución Cultural donde eran prisioneros los “enemigos del socialismo”. Allí, pretenden “erradicar el virus ideológico” del islam, tal y como lo definen las propias autoridades chinas.
En estos campos tiene presencia la Policía Armada Popular, un grupo paramilitar que cuenta con instalaciones propias para albergarse dentro de los centros. Tienen alambradas de espino y celdas con barrotes. En definitiva, son cárceles para “chinificar” a los uigures y a otros extranjeros musulmanes.
El ingreso en el programa
Los elegidos para cumplir este proceso de chinificación dentro de los campos son ingresados extrajudicial e indefinidamente. Algunas de las personas que están allí ingresadas simplemente lo están por llevar barba, velo o tener algún familiar o amigo que viva fuera de las fronteras chinas.
Organizaciones como el Observatorio de los Derechos Humanos denuncian que en Xinjiang la Policía elige a los candidatos para ingresar en estos campos. Una vez están dentro de ellos, los uigures no tienen asistencia legal y ni siquiera conocen las razones por las que se encuentran prisioneros ni saben cuándo van a salir de allí.
El objetivo
El objetivo es uno y está claro por parte de Pekín: acabar con la identidad del pueblo uigur, obligándoles por la fuerza a adoptar su cultura y costumbres.