El presidente francés, Emmanuel Macron, acordó con las instituciones musulmanas del país la creación de un consejo de imanes encargado de dar el visto bueno a los religiosos que oficien en el país. El objetivo es acabar en cuatro años con todos los imanes procedentes de Turquía, Marruecos y Argelia, muchos de los cuales predican una doctrina radical.
Macron encargó a los dirigentes del Consejo Francés de Culto Musulmán (CFCM) la elaboración de una «carta de valores republicanos» que separe religión y política, acepte los principios del país y acabe con la injerencia de potencias extranjeras.
La medida se inscribe dentro de la voluntad del presidente francés de acabar con las influencias radicales de algunos clérigos en su plan para luchar contra el terrorismo islamista. Una línea política que ha querido reforzar tras el asesinato el 16 de octubre de un profesor que mostraba caricaturas de Mahoma a sus alumnos y del atentado en una basílica de Niza que costó la vida a tres personas.