Un total de 77 personas murieron durante los bombardeos acaecidos en Ankara
Un tribunal de Ankara ha condenado este jueves a 79 cadenas perpetuas a los 11 pilotos que bombardearon la capital turca durante el fallido golpe de Estado de 2016, causando la muerte de 68 personas, así como a varios civiles considerados instigadores.
En el juicio, iniciado en agosto de 2017, hay un total de 475 acusados, entre ellos 25 generales y cuatro miembros de alto rango de la cofradía islamista del predicador Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos, y al que Ankara acusa del golpe. De los acusados, 365 están en prisión preventiva, 104 en libertad provisional y seis en busca y captura, entre ellos el propio Gülen, cuya extradición ha pedido Turquía reiteradamente.
El juicio, el mayor de cuantos se han abierto contra participantes en el golpe, reúne a militares y civiles presentes la noche del golpe en la base aérea de Akinci, cerca de Ankara, desde donde despegaron los cazas que bombardearon la ciudad.
Las máximas penas impuestas hasta ahora, en una lectura que puede durar horas, son 79 las cadenas perpetuas por el total de 77 personas muertas en Ankara (68 durante el bombardeo y 9 en otros momentos), más dos por intentar derrocar el orden constitucional y por intento de asesinato del presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Otros militares están recibiendo penas menores y cuatro civiles, considerados altos cargos religiosos en la cofradía de Gülen, han recibido también docenas de cadenas perpetuas al considerar el tribunal que fueron quienes tomaron el mando de la base de Akinci la noche del golpe.
La lectura de la sentencia tiene lugar en el centro penitenciario de Sincan, en Ankara, donde las medidas de seguridad son extremas hoy. En las 6.000 páginas del escrito de acusación, la Fiscalía imputa a los inculpados los cargos de asesinato, violación de la Constitución, intento de asesinar al presidente, intento de derrocar al Gobierno, dirigir una organización terrorista armada, ocupar bases militares y privación de libertad.
A Gülen, en el pasado estrecho aliado de Erdogan y de su partido, el islamista AKP, se le acusa de haber creado un «Estado paralelo» al infiltrar a sus seguidores en puestos claves de la Administración, la Justicia, el Ejército y la Policía. Gülen, que vive en Estados Unidos desde hace 20 años, insiste en negar las acusaciones.