El mandatario electo pretende despejar los temores hacia la vacuna de una parte de la población
Después de que el vicepresidente saliente , Mike Pence, lo hiciera la semana pasada, el presidente electo de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, recibió este lunes la vacuna contra el COVID-19 en público, en un intento de crear confianza entre los estadounidenses sobre la seguridad del preparado.
«No hay nada de qué preocuparse», dijo Biden delante de las cámaras de televisión tras recibir la primera dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech en el Christiana Care Hospital de Newark (Delaware, el estado donde reside) de las manos de una enfermera.
Biden, de 78 años, estuvo acompañado por su mujer, Jill Biden, que se puso la primera dosis antes que él, según explicó el propio mandatario electo.
El que no se sabe todavía si se va a vacunar es el presidente saliente, Donald Trump, que contrajo el COVID-19 en octubre y que se recuperó tras tomar un cóctel experimental de anticuerpos.
El objetivo de Biden es despejar con su ejemplo los temores entre una parte de la población en relación a las consecuencias negativas para la salud de la vacuna y, también, para tratar de disipar las teorías conspiratorias sobre sus efectos que circulan en redes sociales. Su propuesta ha sido hecha pública un día después de que tres de los cuatro ex presidentes vivos, los demócratas Barack Obama y Bill Clinton y el republicano George W. Bush, anunciaran su intención de ser vacunados también en televisión. El cuarto, el también demócrata Jimmy Carter, tiene 92 años y prácticamente no hace vida pública.