El estudio advierte de la probabilidad de que «las cifras estén bastante por debajo de la realidad» por la falta de transparencia de muchos gobiernos
Más de 17.000 sanitarios han perdido la vida en todo el mundo después de un año de una lucha continua contra la pandemia de COVID-19. Así lo ha comunicado un informe de Amnistía Internacional con los sindicatos Internacional de Servicios Públicos (ISP) y UNI Global Union.
«Cada 30 minutos muere de COVID-19 un trabajador o trabajadora de la salud. Es una tragedia y una injusticia», ha lamentado Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía.
Las organizaciones denuncian la poca protección del personal sanitario a la hora de enfrentarse y combatir al virus, en muchos centros el material era escaso o de menor calidad, y tampoco se han sentido abalados por las condiciones laborales. «el personal sanitario de todo el mundo ha arriesgado su vida para intentar protegernos frente a la COVID-19 y, sin embargo, en demasiados casos lo han hecho sin contar con protección alguna, y han pagado el peor precio por ello».
La desigualdad del personal se ha visto reflejada en los diferentes puntos del mundo, y la vacuna ha incrementado esa desigualdad, en el estudio también se informa de que por la falta de suministro de los sueros, los profesionales se arriesgan a no estar considerados un colectivo prioritario por problemas de suministro o «por una definición limitada del concepto de profesional de la salud».
El informe se ha sido elaborado basándose en los datos disponibles publicados por los gobiernos, sindicatos, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil de más de 70 países. Y añade que «es muy probable que estas cifras estén bastante por debajo de la realidad» por la falta de transparencia de muchos países.