Jerusalén de oro, Jerusalén de sangre: todos contra todos
Israel debe volver a sus fronteras legales, a las fronteras de 1967, y descolonizar Palestina pero tan importante es esto como desmantelar por completo y para siempre a la organización terrorista Hamás
Israel debe volver a sus fronteras de 1967, y descolonizar Palestina pero tan importante es esto como desmantelar para siempre a Hamás
La situación en Oriente Medio salta de nuevo por los aires. Esta vez se reaviva el conflicto palestino-israelí de una forma tremenda pero ya conocida, el procedimiento es el mismo. El problema, sin embargo, es el hooliganismo occidental: mientras unos corean que Israel es lo mejor y todos los palestinos unos criminales terroristas, otros corean que Israel debe ser destruida.
Yasser Arafat, líder de la resistencia palestina y padre de la patria, el martes 13 de diciembre de 1988 ante la Asamblea de la ONU en Ginebra, reconoció al Estado de Israel, el 15 de diciembre dejó claro que los deseos de paz eran una cuestión estratégica y no una táctica temporal.
Desde entonces ha llovido mucho, ha habido muchos pactos y se ha dado un paso al frente y tres atrás. En 2000 Israel se retira del Líbano, en 2005 de la Franja de Gaza y desde 2006 hasta 2011 se produjo un enfrentamiento directo entre Fatah y Hamás que segregó la continuidad palestina en dos: Cisjordania bajo control de la ANP de Abbas, convertida en una serie de bantustanes y la Franja de Gaza, sin colonias ni israelíes bajo control directo de Hamás.
La de los palestinos es una suerte amarga: su único territorio libre (Franja de Gaza) está bajo el control de la milicia islamista Hamás. Si el gran enemigo cara a cara de Palestina es Israel, Hamás siempre acecha por la espalda e interviene por libre creando más confusión y violencia.
Lo cierto es que esto que está pasando en Jerusalén y la guerra que se ha declarado no es algo extraño, el procedimiento es parecido: salta la chispa, hay disturbios, se intenta negociar el fin y de ese conflicto, Hamás interviene y hay guerra.
El conflicto estalla cuando un tribunal israelí ordena que cuarenta familias sean desalojadas del barrio palestino de Sheij Jarrah. Hay que entender que la posición de los palestinos es la de sociedad dominada tras la conquista y colonización del territorio, tienen menos derechos, no tienen nacionalidad, están en muchos casos bajo administración militar y no se encuentran bajo la protección de un estado de derecho ni les protege el Imperio de la Ley sino que se encuentran bajo un estado de apartheid jurídico que no les permite desarrollarse ni como seres humanos ni integrarse, aunque sea como extranjeros en su tierra, en la sociedad israelí.
La ocupación de propiedades, que no son reconocidas, de palestinos por parte de israelíes es una constante que ha dejado a estas personas, originarios pobladores de estas tierras y barrios, en una situación de desamparo. Hace unos días, la orden se hizo efectiva: cuarenta familias a la calle, junto con la policía que iba a realizar los desalojos iban una serie de radicales israelíes lanzando consignas antiárabes y ocupando las casas mientras algunas familias seguían en las mismas.
La revuelta del barrio palestino de Sheij Jarrah no se hizo esperar: en los últimos días de Ramadán los palestinos se levantaron y la policía no podía contenerlos, ¿el mejor lugar para resistir? Al Aqsa, bajo la jurisdicción del wakf de Jordania, la Explanada de las Mezquitas es una fortaleza natural y la Mezquita de la Roca, un castillo.
Existe un intento real de expulsar a toda la población autóctona de Jerusalén para ocuparla totalmente por colonos y judaizarla, lo cual implica la expulsión de todos los palestinos (de los cuales un 30% son cristianos) por lo que hay ganas de conflicto, en el otro lado la cosa no es mejor.
Mahmoud Abbas, líder de la Autoridad Nacional Palestina, es incapaz de maniobrar y poner fin a las constantes construcciones de colonias en Cisjordania y Jerusalén (de donde ya ha pedido que se remita el expediente de desahucio del barrio de Sheij Jarrah), su figura se limita a denunciar la gestión de Israel para con los palestinos e intentar mediar para calmar los ánimos y obtener algún resultado en Sheij Jarrah, batalla a la que se ha unido. Sin embargo, debido a su cargo y el reconocimiento, cada vez mayor, de Palestina como Estado y él como líder, su papel es muy delicado.
En este contexto de denuncias de Abbas, intentos de mediación e intifada jerosolimitana con focos en Sheij Jarrah y Al Aqsa hay que sumar la aparición del tercero en discordia y enemigo de todos: Hamás.
Desde el territorio que controla en la Franja de Gaza, Hamás ha lanzado una serie de ataques contra Israel que han golpeado Tel Aviv y diferentes ciudades como Askelón, donde atacaron una estación eléctrica que acabó ardiendo. ¿Resultado? Israel aumentó la violencia en la represión de los disturbios y, de nuevo, comenzó a lanzar ataques contra la Franja de Gaza, primero contra objetivos militares (destrucción de arsenales, cuarteles y líderes de la organización) y contra la población.
Este intercambio de fuego denota, sin embargo, una cosa y es que la calidad de las armas de Hamás ha mejorado bastante: de los casi caseros Qassam a los nuevos Katyusha, mucho más efectivos, precisos y dañinos lo cual implica una renovación en su arsenal de guerra que ha sorprendido no sólo a Israel sino a los propios palestinos.
Sin embargo la actuación de Hamás, de nuevo, añade gasolina al fuego. La orden de desahucio de Sheij Jarrah es un ataque contra los derechos más básicos que responde a años de administración paralela para los palestinos, relegados al apartheid. Mientras que las protestas y su contención para restablecer el orden están justificadas siempre que no se pasen ciertos límites Hamás, de nuevo sobrepasa todas las barreras y pasa por encima de la Autoridad Nacional Palestina, único representante e intermediario válido del pueblo palestino, demostrando que a ellos sólo les importa su lucha islamista y su marketing.
Sus intervenciones sólo provocan más dolor, como cuando apoyaron a las FSA en los campos de refugiados palestinos en Siria, ahora esta organización armada lanza una operación de marketing. La libertad del pueblo palestino sólo se puede lograr cumpliendo con el Derecho Internacional Público y los criterios jurídicos internacionales en este tipo de conflictos: Israel debe volver a sus fronteras legales, a las fronteras de 1967, y descolonizar Palestina pero tan importante es esto como desmantelar por completo y para siempre a la organización armada Hamás.