Entendiendo a Afganistán (II)
El coronel y analista geopolítico Pedro Baños desentraña las claves del conflicto entre las fuerzas de seguridad y los talibanes en Afganistán
El coronel y analista geopolítico Pedro Baños desentraña las claves del conflicto entre las fuerzas de seguridad y los talibanes en Afganistán
Una vez vistas las fallas del gobierno depuesto, es el momento de analizar otros aspectos claves de Afganistán, para su total comprensión.
Los pastunes
Los pastunes, unos 40 millones de personas -junto con los kurdos, son la mayor nación sin un estado propio-, que viven entre Afganistán y Pakistán, sean o no sean o no talibanes, han considerado a EE.UU. y a OTAN como fuerza de ocupación y, por tanto, se han sentido obligados a expulsarlos de sus territorios.
Además, los pastunes afganos están desilusionados por el incumplimiento de las promesas de desarrollo económico hechas por los países ocupantes.
Los talibanes
Nunca han dejado de disponer de santuarios y apoyos en Pakistán, desde donde han aprovechado para controlar distritos afganos, más o menos directamente, y en múltiples ocasiones de forma alternativa con las fuerzas gubernamentales.
Los ataques de las tropas extranjeras, por tierra o por aire, han surtido el efecto de proporcionales nuevos adeptos, pues las muertes de civiles afganos han provocado el enquistamiento del conflicto, en aplicación del ancestral principio de venganza, recogido en el código pastumwali.
La fuerza de los talibanes procede, más allá de sus motivaciones, de la convicción de que el tiempo juega a su favor. Por contra, era obvio que los occidentales no podrían continuar durante mucho tiempo combatiendo sin una posibilidad concreta de victoria y, al final, se verían forzados a abandonar el país, como hicieron británicos y soviéticos. Y así ha sucedido.
Para muchos afganos, los talibanes significan el orden y la paz. Brutal, sin dudas, pero paz, al fin y al cabo. No se debe olvidar que fueron llamados por el pueblo antes los desmanes de los muyahidines, que se hicieron con el poder tras la salida de los soviéticos, en 1989.
En donde gobiernan los talibanes no hay bandidos ni la policía para a los transeúntes cada pocos metros para extorsionarles. Si piden un impuesto, solo lo harán una vez, y no habrá posibilidad de sobornos. Debemos recordar que los talibanes eran los “estudiantes puros” que provenían de las madrasas existentes en las inmediaciones de la Línea Durán, entre Afganistán y Pakistán.
Para un occidental es incomprensible que un ciudadano pueda estar satisfecho con una autoridad que lleva a cabo ejecuciones públicas o corta las manos a los ladrones. Pero en el mundo afgano, las percepciones son muy distintas. Lo que para nosotros es una brutalidad injustificable y execrable, para muchos de ellos tan solo significa orden y seguridad.
Religión
La mayoría de los afganos son musulmanes sunníes, aunque también existe una importante minoría chií, los hazara. Dentro del sunismo, siguen la escuela coránica Hanbali, muy rigurosa. Además, los talibanes tienen sus propias particularidades, como rezar al día más veces de las cinco impuestas a la generalidad de los musulmanes.
En Afganistán existen más de 65.000 mezquitas, por lo que es muy difícil controlar lo que en ellas se pueden enseñar o difundir.
¿Existe una solución para Afganistán?
Es muy posible que haya habido algún tipo de acuerdo secreto con los talibanes. Es decir, dejarlos el camino expedito al poder, con tal de que cumplan una serie de puntos.
No se debe olvidar que EE.UU. hace tiempo les sacó de la lista de organizaciones terroristas para negociar con ellos. Por aquello de que Washington no negocia con terroristas.
Entre los aspectos que los talibanes se comprometerían a cumplir estaría condenar el terrorismo internacional, no apoyar la violencia en otros países musulmanes, declarar formalmente que no tienen una agenda fuera de Afganistán -de hecho, nunca la han tenido, pues su única intención era recuperar el poder en su país, sin ninguna vocación universalista, al contrario que Al Qaeda o Daesh-, y no permitir el asentamiento en su territorio de otros grupos salafistas-yihadistas que pudieran convertir Afganistán en su santuario o su base de entrenamiento.
Incluso condicionar la necesaria e imprescindible ayuda económica internacional a una cierta apertura, muy especialmente en cuanto a las libertades de las mujeres.
Todo esto está por ver. Ojalá se cumpla lo que sea lo mejor para el muy sufrido pueblo afgano.