La silenciosa crisis entre Irán y Azerbaiyán que no deja de escalar
Una crisis diplomática por unos camiones se ha convertido en un conflicto que ha provocado que ambos países y Turquía acumulen tropas en sus fronteras
Una crisis diplomática por unos camiones se ha convertido en un conflicto que ha provocado que ambos países y Turquía acumulen tropas en sus fronteras
La guerra de Nagorno Karabaj de 2020 sigue coleando en las regiones del sur del Cáucaso, sin embargo esta vez es Irán el país implicado. La silenciosa crisis diplomática producida por la ruta Goris-Kapan que seguían camioneros iraníes para suministrar productos a Armenia y a lo que queda de la República de Artsaj, entraba en territorio azerí tras la modificación de fronteras tras la contienda entre Bakú y Stepanakert.
Las retenciones, el trato recibido por parte de las autoridades azeríes y los impuestos leoninos a los que sometieron a los camioneros que transitaban por el tramo de la carretera controlada por el gobierno de Azerbaiyán hizo que la situación, una mera riña vecinal, fuera escalando.
Las acusaciones del gobierno de Bakú y las amenazas contra Irán surtieron efecto y agravaron la crisis hasta tal punto que Irán desplazó al ejército a la frontera norte del país junto con las unidades Pasdarán y los servicios de inteligencia iraníes (la VEVAK) se puso a trabajar sobre el terreno.
Esto, curiosamente, se da dentro del contexto de maniobras militares llamada “Tres Hermanos” que implican al ejército de Azerbaiyán, al ejército turco y paquistaní. Ejercicios que acabaron el día 21 de septiembre. P
En este contexto de ampliación de servicios secretos, seguridad diplomática y los avances militares, especialmente tras la victoria frente a Armenia, ha hecho a Bakú sentirse lo suficientemente fuerte como para iniciar la escalada de tensión y tensar aún más la situación con sus declaraciones frente a Irán.
En paralelo a esto se dan elementos estratégicos. Azerbaiyán y Turquía comenzaron un ejercicio el día 21 de septiembre, justo después de la clausura del ejercicio militar “tres hermanos” entre Azerbaiyán y Turquía dentro del marco de colaboración militar. Este ejercicio, que se realizaba en un territorio enclavado entre Turquía, Armenia e Irán estaba pensado para mandar un mensaje a Irán ya que estas pruebas tenían como objetivo mostrar la coordinación y efectividad de ambos ejércitos en zonas hostiles.
Mientras esto ocurría los iraníes lanzaban sus ejercicios militares poniendo toda la carne en el asador, dentro de su territorio. Ante las advertencias de Azerbaiyán los iraníes dejaron claro que estas maniobras sorpresa eran cuestión de soberanía. Sin embargo la situación es peor ya que Turquía es un importante aliado de la OTAN y desde Ankara se protege especialmente a Bakú, puente necesario para Turquía a la hora de establecerse en la cuenca del Mar Caspio y establecer una cabeza de puente hacia su gran anhelo ya desde tiempos de Enver Pashá…el Asia Central.
El otro elemento estratégico es Pashinián, cada vez más cerca de Estados Unidos maniobra como puede a pesar del peso de Moscú en Yerevan y el despliegue de tropas rusas de paz que median y protegen carreteras y velan por la paz entre los ejércitos de Armenia y Azerbaiyán. El pedido de Pashinián a Erdogan para negociar puede ser un grave problema para Irán y para Rusia. Empezando porque el daño comercial que se puede hacer a Irán en su mercado armenio es grave.
De hecho otro problema especialmente peligroso para Irán es la alianza que desde hace años existe entre Azerbaiyán en Israel, el mortal enemigo de la República Islámica de Irán. El movimiento de Pashinián hacia el oeste puede desequilibrar la región, una zona de especial importancia para Teherán y Moscú. De hecho la Guerra del Nagorno Karabaj puso en crisis a la OTSC y el liderazgo ruso en esa organización con el apoyo de Kazajistán y Kirguistán a Azerbaiyán contra lo deseado por Rusia, una votación bienintencionada (muy al estilo de la ONU) que diera maniobrabilidad a Moscú.
Sin embargo la diplomacia rusa con Lavrov a la cabeza usó el desarrollo de la guerra para frenar o, por lo menos, ralentizar el movimiento que Pashinián estaba haciendo para alejarse de Rusia y acercarse a Washington y Londres desde poco después de llegar al poder.
De hecho, ante este panorama Irán estableció un memorándum con Rusia para la gestión de la crisis Siria teniendo en cuenta la necesidad de una alianza estable entre ambos países y denunciando los intentos de Israel de alejar a Moscú de Irán, de hecho ambos países temen un cambio de ficha que permita a Erdogan hacerse más fuerte en la región con Estados Unidos y la OTAN usando Georgia (enfrentada a Rusia y candidata oficial para formar parte de la Alianza) logrando dar un espaldarazo a sus intereses e influencia en la zona.
Eso implicaría la salida de Rusia de la región, pérdida de influencia reducida a los enclaves de Osetia del Sur y Abjasia y situaría a los Estados Unidos, Turquía e Israel en la frontera norte de Irán, zona que además siempre ha estado sujeta a tensiones étnicas por parte de separatistas kurdos o azeríes, lo cual agravaría la situación interna y podría servir para inspirar a los rebeldes islamistas sunitas de Ahvaz y a los separatistas baluchíes.
El otro problema de esto es la ofensiva cultural llevada a cabo por Turquía en la región del centro de Asia, tradicionalmente un poder mixto irano-túrquico en el sentido étnico-cultural lo que daría un sustrato geopolítico favorable a una influencia iraní, que se mantiene especialmente en países como Tayikistán, y por otro lado para la influencia actual de Rusia heredada de la URSS y de los cuadros postsoviéticos que aún gobiernan en esta zona.
Como vemos, la actual crisis silenciosa que desde agosto crece no es una simple disputa por una mera carretera sino que es algo mucho más profundo. Irán es uno de los países que más influencia posee en la región de Oriente Medio con un peso importante en los gobiernos de Bagdad, Damasco y con Hezbollah pero también es aliado de los kurdos de Irak, el Presidente Nerchivan Barzani estaba en la toma de posesión de Raisi el pasado agosto y con los Talibanes en el poder en Afganistán, Irán que nunca se llevó del todo mal con ellos. Desde Teherán les tienen cierta simpatía y saben que son una oportunidad para reforzar su poder en Kabul y, de paso, apuntalar su influencia en Dusambé. Sin hablar de Yemen o de Etiopía, donde analistas usando técnicas IMINT detectaron lo que parece ser un dron Mohajer-6 iraní que está siendo usado en el conflicto de Tigra.
En definitiva, un poder cada vez más desarrollado que desde Occidente están dispuestos a combatir tras los fracasos de la Primavera Árabe que, como la Guerra de Irak de 2003, sólo han reforzado al gobierno de Teherán. Este poder, que no ha dejado de crecer a pesar de las duras sanciones económicas, ha puesto en alerta a todas las potencias regionales, especialmente Arabia Saudí e Israel, pero sobre todo a Turquía, una potencia con aspiraciones profundas en la región, bien situada y con capacidad para movilizar en profundidad, una ayuda que para la OTAN es muy necesaria pero que, conociendo a Erdogan, no va a ser gratis.