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Olaf Scholz: un tipo tranquilo, flexible y pragmático

El nuevo canciller alemán protagoniza una nueva entrega del especial de THE OBJECTIVE sobre los diez personajes de 2021

Olaf Scholz: un tipo tranquilo, flexible y pragmático

Olaf Scholz. | Gráfico: Erich Gordon

Un avezado analista alemán declaró recientemente a The New York Times, al describir la personalidad del socialista Olaf Scholz (1958, Osnabrück), el nuevo canciller de la coalición tripartita de socialistas, verdes y liberales de la República Federal de Alemania, que si pudiera se vestiría como Angela Merkel, con esos trajes pantalón no entallados que porta la recién retirada líder democristiana. En el fondo la admira pese a ser de una formación opuesta. No lo tendrá fácil quien fue secretario general del SPD a principios de este siglo y ministro de Trabajo y luego de Finanzas en la última grosse koalition presidida por Merkel si pretende que la etapa de ésta quede superada. Dieciséis años al frente de la cancillería son muchos para que los alemanes se olviden de ella y afronten con tranquilidad un nuevo futuro. Merkel ocupaba demasiado espacio y eclipsaba al resto de sus colegas salvo a Wolfgang Schäuble, el ex ministro de Finanzas y hasta ahora presidente del Bundestag.

Y sin embargo no es imposible que así sea. Es verdad, opinan los analistas germanos, que Scholz envidia el carisma de la ex canciller. Pero tampoco lo tenía ésta cuando llegó al poder en 2005 tras el periodo de éxito de Helmut Kohl, uno de los artífices de la reunificación de las dos Alemanias y de la ampliación de la Unión Europea y la creación del euro. Scholz no es un visionario idealista, sino más bien un político pragmático, flexible, moderado, un individuo tranquilo y un punto aburrido, consciente de sus limitaciones, pero experimentado en la función pública. En Bruselas se le conoce bien por su última etapa como ministro de Finanzas y su activa participación en la aprobación del plan de 750.000 millones de euros propuesto por la Comisión Europea y aprobado por los Veintisiete para reactivar la economía comunitaria a raíz del covid-19. Precisamente las consecuencias de la pandemia y su modo sobre cómo gestionarla fue el principal éxito de Scholz cuando era ministro de Finanzas, al inyectar millones de euros de ayuda a las empresas nacionales en crisis y a los trabajadores que se vieron afectados. Ahora es de los que defiende la vacunación obligatoria en un país donde buena parte de la población es reacia a hacerlo. La última oleada es posible que elimine esas reservas pese a que menos de un 70% se ha vacunado.

De Hamburgo al Bundestag

Deseaba desde hacía tiempo ser canciller este abogado laboralista, nacido en el seno de una familia de ferroviarios y del sector textil, formado y educado en Hamburgo, ciudad de la que fue alcalde (2011-2018) y anteriormente secretario general del SPD durante el gobierno de Gerhard Schröder (1998-2005). De esa época le viene el apodo de Scholzmat, algo así como el autómata Scholz, por la decidida defensa de la controvertida reforma laboral emprendida por la coalición de socialdemócratas y verdes que tanta resistencia generó en los trabajadores a principios de los años 2000.

Foto: Aris Oikonomou (AFP)

Se preparó bien para la cita electoral de septiembre, rebajó bastantes kilos y apartó uno de sus vicios, la cerveza. Un mes antes de los comicios las encuestas le colocaban a distancia por detrás del candidato democristiano, Armin Laschet, y de la líder de Los Verdes, Annalena Baerbock. Una imagen en la tele de Laschet carcajeándose mientras el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, hablaba durante las inundaciones que afectaron el país el pasado verano cavaron su tumba. Y a su vez, a Baerbock le costó caro haber plagiado parte de un libro suyo e inflado su currículo. Sholz ganó por un suspiro.

Un Ejecutivo inédito

El nuevo Ejecutivo formado por socialistas, verdes y liberales es inédito en la historia alemana. Tiene menos carteras que el anterior (dieciséis) y será paritario entre hombres y mujeres. Sus principales pesos pesados serán los verdes Baerbock, la ministra más joven (40 años) y primera en ocupar la cartera de Exteriores pero bisoña en los temas de política internacional; su compañero y colíder del grupo, Robert Habeck, superministro de Economía, Clima y Energía; el líder liberal Christian Lindner, partidario de volver a la ortodoxia financiera y del control del gasto, así como el socialdemócrata Karl Lauterbach, que tendrá la patata caliente de Sanidad y la aplicación de nuevas medidas para frenar la pandemia. Lauterbach, epidemiólogo formado en Harvard, defiende la vacunación obligatoria y es uno de los personajes más odiados por los negacionistas.

La lucha contra el virus es la máxima prioridad del nuevo Gabinete. Pero igualmente sobresale su compromiso sobre el cambio climático y la digitalización y el carácter europeísta que pretende mostrar. Scholz ya se ha reunido en París con el presidente francés, Emmanuel Macron. Ambos parecen ser partidarios de suavizar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, aprobado en 1996, que establece límites estrictos en los niveles de inflación, déficit y deuda y que está congelado al menos hasta 2023 como consecuencia de la crisis vírica. Está por ver hasta dónde llegará la flexibilidad germana y sobre todo del socio liberal del tripartito, que tiene la cartera de Finanzas, en manos de su líder, Lindner. Como dijo en una ocasión el nuevo canciller, en Alemania «un ministro de Finanzas es siempre un ministro de Finanzas» sin importar la ideología y en clara manifestación de la defensa como sea de la ortodoxia en las reglas fiscales. Un mensaje a los países meridionales europeos.

Foto: Sachelle Babbar (Zuma Press)

«Vamos a realizar la más grande modernización industrial del país en más de un siglo» y la digitalización de la sociedad, ha anunciado el canciller federal al presentar el programa de gobierno, lo que significará grandes inversiones. Un programa pactado en apenas un mes entre los tres socios y en el que sobresale el adelanto a 2030 del final del empleo de carbón en la producción energética, como exigieron los Verdes, ocho antes de lo previsto, y la expansión de las energías renovables, que representarán para entonces el 80% de la demanda de electricidad. Los socialistas logran de sus otros dos socios acuerdo para incrementar la construcción de viviendas sociales y la subida del salario mínimo en un 25% (12 euros la hora). Los Verdes consiguen que se legalice el consumo de cannabis y los liberales que no haya subida de impuestos. Además, se facilitará la nacionalidad a extranjeros residentes en el país desde hace cinco años y se adelantará a los 16 años el derecho al voto. La población joven votó en gran proporción por los Verdes en las pasadas elecciones y muchos votantes socialistas se inclinaron en esta ocasión por los ecologistas e incluso por los liberales.

Será interesante saber cuáles serán los pasos que el tripartito dará en relación con Rusia y China. Los Verdes siempre se han distinguido por tener una posición más firme con Moscú y Pekín. Scholz ya ha advertido a Vladímir Putin que cualquier aventura militar rusa en Ucrania tendrá una dura respuesta por parte de la OTAN, la UE y Berlín y, además, significará paralizar la puesta en marcha del polémico gasoducto ruso Nord Stream construido para abastecer de hidrocarburo a Alemania sin pasar por Ucrania. Igualmente, las nuevas autoridades de Berlín denuncian la implicación y manipulación de Moscú  en la avalancha de población emigrante en la frontera de Biolorrusia con Polonia. Los tres partidos creen en Europa y coinciden en que no consentirán ni a Polonia ni a Hungría incumplir el Tratado de la Unión a riesgo de no recibir los fondos postcovid si insisten  en que prevalezcan sus leyes nacionales por encima de las europeas. El nuevo canciller ya se lo ha advertido directamente a Varsovia y Budapest.  Scholz se autodefine como europeísta y atlantista. Se identifica plenamente con las políticas del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, del que aprecia ser amigo y cuyo carácter asemeja al del nuevo canciller germano.

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