Joe Biden y la OTAN de Oriente Próximo
Las placas tectónicas de Oriente Próximo están moviéndose y sus reverberaciones afectarán al bienestar de los europeos este invierno
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, inicia este miércoles una gira por Oriente Próximo con escalas en Israel, Cisjordania y Arabia Saudí con la intención de fortalecer la cooperación regional en materia de seguridad contra Irán y reducir la influencia de Rusia y China en los países del Golfo bajo el telón de fondo de la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania. Biden encontrará una región muy cambiada desde su último viaje oficial siendo vicepresidente en 2016, cuando Israel sólo era reconocido por Egipto y Jordania. Las alianzas y prioridades ya no son las mismas y el conflicto palestino, que durante décadas marcó la política americana en la zona, ocupa ahora el último lugar de la agenda.
El propio presidente es distinto de aquel candidato demócrata que durante las primarias, en noviembre de 2019, prometió reducir a Arabia Saudí al nivel «de lo que es, unos parias». Eran tiempos en los que aún estaba fresca la memoria del asesinato en Estambul del periodista crítico Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post, en octubre de 2018. Biden, que autorizó al poco de llegar a la Casa Blanca que se hiciera público el informe oficial de la inteligencia estadounidense sobre el asesinato, que concluyó que había sido ordenado por el príncipe heredero saudí y hombre fuerte del reino, Mohamed Bin Salman, se reunirá con él este viernes en Yedda junto con los líderes de los seis países del Golfo más los de Egipto, Irak y Jordania.
Biden se ha defendido de la lluvia de críticas que ha recibido por visitar un país que no respeta los derechos humanos como Arabia Saudí con unas cuantas palabras piadosas, pero sobre todo argumentando la necesidad de contar con la buena voluntad del reino petrolero en plena escalada del precio de los carburantes –Trump le llamó «pedigüeño» en un mitin el domingo- y para eliminar la influencia de Irán en la región, y agradeciéndole su papel en asegurar la tregua en Yemen. Riad respondió a este cambio de actitud anunciando el mes pasado que la OPEP aumentaría la producción de petróleo durante los meses de verano.
Esta vuelta a la realpolitik por parte de Biden es también un regreso a la estrategia seguida por Trump de fomentar la normalización de las relaciones de Israel con sus vecinos árabes y de fortalecer las alianzas de Estados Unidos en la región. Política que se materializó con la firma en 2020 de los Acuerdos de Abraham entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos y que no ha dejado de intensificarse. El ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, anunció la semana pasada que su Gobierno había mantenido 150 reuniones con sus socios en la zona en estos dos años y firmado con ellos contratos por valor de 3.000 millones de dólares.
Deshielo entre Israel y Arabia Saudí
No está previsto que se produzca durante esta gira un anuncio sobre la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, pero todo indica que se está al comienzo de un proceso. Un pequeño símbolo de ese acercamiento será el hecho de que Biden se convertirá en el primer presidente que vuele desde Israel a Yedda. Históricamente, los saudíes han mantenido la posición de no reconocer a Israel hasta la creación de un Estado palestino, pero sus actuales dirigentes han sido crecientemente críticos con el liderazgo palestino y algunos comentaristas han apoyado públicamente el entendimiento con Israel.
Pero por encima de todo, los dos países comparten su oposición a Irán y reforzar la cooperación en seguridad y tecnología con los países de la región frente a esa amenaza es la prioridad de Israel durante la visita de Biden. El Gobierno israelí asegura que Irán y sus milicias afines continúan lanzando ataques con drones contra su territorio desde Líbano, pero también y más aún contra los Estados del Golfo. El ministro Gantz también anunció que Israel se acaba de sumar a lo que llamó Alianza de Defensa Aérea de Oriente Medio (MEAD, en sus siglas en inglés), una red defensiva liderada por Estados Unidos que incluye a algunos países árabes que Gantz no nombró, pero que muchos observadores asumen que probablemente incluya a los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Bahrein, Qatar, Egipto y Jordania. Del carácter de la estancia de Biden en Israel, cuando se está a la espera de que las grandes potencias resuciten las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Irán de 2015, da idea el que el presidente visitará el Departamento de Producción del Ministerio de Defensa y la base aérea de Palmahim.
Su encuentro con la dirección palestina en Cisjordania será completamente diferente. Tras los sucesivos fracasos, la Administración demócrata ha perdido interés por forzar nuevas negociaciones de paz entre israelíes y palestinos y también aquí ha seguido los pasos de Trump. El Departamento de Estado aún no ha anulado formalmente la decisión del presidente republicano de conceder legitimidad a los asentamientos judíos en Cisjordania, considerados ilegales por la comunidad internacional, ni ha reabierto su consulado a los palestinos en Jerusalén ni la misión palestina en Washington. La principal preocupación en este terreno, como señala Amos Harel, analista del periódico israelí Haaretz, es el estado de salud del presidente palestino, Mahmmoud Abbas, de 87 años, y cuyo retiro o muerte devolvería «las relaciones entre Israel y la Autoridad Palestina a su momento más delicado desde la muerte de Yasser Arafat en 2004».
La gira de Biden por Oriente Próximo busca profundizar una estrategia de seguridad a largo plazo en una región por donde circula buena parte del comercio internacional a través del Canal de Suez y del Estrecho de Ormuz frente a las amenazas de Irán, China y Rusia en un momento de crisis energética mundial, una prolongación en cierta forma, a juicio de algunos analistas norteamericanos, del espacio OTAN. Una idea que el rey de Jordania se ha apresurado a aplaudir. En unas declaraciones a la cadena CNBC la semana pasada, Abdulá II afirmó: «Yo sería de una de las primeras personas en respaldar una OTAN para Oriente Medio».
Las placas tectónicas de Oriente Próximo, unas de las regiones más conflictivas e inestables del mundo, están moviéndose y sus reverberaciones afectarán a la costa norte del Mediterráneo desde Chipre hasta Rota y, sin duda, al bienestar de los europeos este invierno.