La derecha vuelve al poder en Suecia ocho años después: el conservador Ulf Kristersson ya es primer ministro
Encabezará un Ejecutivo en minoría con democristianos y liberales, al que le da la mayoría desde fuera Demócratas de Suecia
Encabezará un Ejecutivo en minoría con democristianos y liberales, al que le da la mayoría desde fuera Demócratas de Suecia
El Parlamento sueco aprobó este lunes la elección del conservador Ulf Kristersson como primer ministro, lo que devuelve a la derecha al poder en el país nórdico tras un paréntesis de ocho años.
Kristersson, que recibió 176 votos a favor por 173 en contra, encabezará un Ejecutivo en minoría con democristianos y liberales, al que le da la mayoría desde fuera Demócratas de Suecia (SD), aislado en anteriores legislaturas por el resto de fuerzas políticas.
El SD ha ido creciendo desde su entrada en el Parlamento en 2010. En las elecciones de hace un mes se convirtió en segunda fuerza con el 20,5 %, sólo por detrás de los socialdemócratas (30,3 %) y por delante del Partido Moderado (conservador, 19,1 %), lo que hacía inevitable su apoyo para cualquier gobierno de derecha.
Conservadores, democristianos y liberales ya habían dado el primer paso hace algo más de un año al anunciar la rotura del «cordón sanitario» al SD, que sí mantienen en cambio los partidos de centroizquierda.
Línea dura en inmigración y en la lucha contra el crimen
«Estoy agradecido por la confianza del Parlamento y afronto con humildad la tarea que tenemos delante de nosotros», dijo en una rueda de prensa Kristersson, quien advirtió de que llevará tiempo transformar Suecia y será «difícil». El líder conservador aseguró que hará «todo lo posible» para revertir la actual situación, pero no se «atrevió» a hablar de plazos.
Kristersson, que este martes leerá su declaración de gobierno y presentará el nuevo Ejecutivo, aludía sobre todo a la escalada de la violencia protagonizada por las bandas de delincuentes en los últimos años, un problema que los sucesivos gobiernos no han sabido atajar.
De ahí que sea uno de los puntos centrales del pacto presentado el pasado viernes entre las cuatro fuerzas del bloque de derecha, que incluye medidas como duplicar las penas o permitir testigos anónimos, así como endurecer la política de inmigración y dar un impulso a la energía nuclear.
Ese enfoque satisface especialmente al SD, cuyo líder, Jimmie Åkesson, ha admitido que, aunque habrían preferido entrar en el Gobierno, es «como si» estuviesen y su influencia en la orientación de la política del Ejecutivo es «significativa». «Los electores han votado por una nueva dirección», reiteró este lunes desde el estrado Åkesson.
Todas las fuerzas del centroizquierda atacaron sin embargo al futuro gobierno por su dependencia del SD, al que señalan como el que ejerce en realidad el poder. «Va a ser un gobierno que, en gran medida, va a ser dirigido por el SD. Será débil y frágil», dijo la portavoz parlamentaria socialdemócrata, Lena Hallengren.
Durante la votación, un individuo fue expulsado de la Cámara y detenido posteriormente por gritar en varias ocasiones. Según el tabloide «Aftonbladet», el arrestado reprochó a Kristersson que hubiera prometido a un superviviente del Holocausto no colaborar «nunca» con el SD.
Dos legislaturas inestables
La relación del resto de fuerzas con el SD, con raíces neonazis en su nacimiento a finales de la década de 1980, ha condicionado el panorama político sueco en la última década y media y su aislamiento explica que los socialdemócratas hayan gobernado las dos legislaturas pasadas pese a que había mayoría de centroderecha en la Cámara.
Especialmente complicados fueron los cuatro últimos años, en los que el socialdemócrata Stefan Löfven pudo cerrar un pacto, tras 131 históricos días de negociaciones, para gobernar en minoría gracias a la abstención de centristas y liberales.
La legislatura incluyó mociones de censura, relevo de primer ministro y un Ejecutivo que tuvo que gobernar con los presupuestos de la oposición, en medio de la histórica solicitud de ingreso en la OTAN de Suecia, motivada por la guerra en Ucrania, y una crisis económica.
El cambio de gobierno no supondrá, no obstante, ningún cambio relevante en la política exterior, ya que todo el bloque de derecha es partidario de la entrada en la Alianza, aunque podría traducirse en más apoyo militar a Ucrania.
Fuente: EFE