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Las protestas se apagan en Irán por la dura represión: cerca de 500 muertos y 20.000 detenidos

La muerte de Mahsa Amini desató unas protestas que han sacudido el país durante cuatro meses, paralizadas por el miedo a las ejecuciones

Las protestas se apagan en Irán por la dura represión: cerca de 500 muertos y 20.000 detenidos

La muerte de Mahsa Amini desató unas protestas que han sacudido el país durante cuatro meses, pero han sido paralizadas por el miedo a las ejecuciones

El grito de “mujer, vida, libertad” que durante cuatro meses ha expresado las ansias de libertad de muchos iraníes se apaga en Irán ante las detenciones, muertes y sobre todo las ejecuciones de manifestantes, en medio de una tensa calma en el país persa.

Los primeros “mujer, vida, libertad” resonaron en el entierro de Mahsa Amini en su ciudad natal de Saqez, en el Kurdistán iraní, el 17 de septiembre, un día después de que muriese bajo custodia policial tras ser detenida por la Policía de la moral por no llevar bien puesto el velo islámico obligatorio.

La muerte de Amini desató unas protestas que han sacudido el país durante cuatro meses, primero con grandes manifestaciones y después con movilizaciones más pequeñas y esparcidas para evitar a las fuerzas de seguridad, y sobre todo en las universidades.

“Mujer, vida, libertad” ha resonado en calles, universidades, institutos o desde las ventanas de las casas por las noches, convertido en el eslogan de unas protestas en las que los jóvenes piden el fin de la República Islámica.

Las manifestaciones, gritos y gestos de desobediencia han desaparecido casi totalmente de las calles, e incluso las redes sociales, ante una represión estatal que ha causado cerca de 500 muertos, y 20.000 detenidos, de los que varios cientos han sido condenados a penas de prisión y 17 a la horca.

Pero sobre todo han sido las cuatro ejecuciones de manifestantes, la segunda de ellas en público, lo que ha cortado las alas a las protestas.

Miedo a las ejecuciones

“No salgo ya a protestar por miedo a las ejecuciones”, dice a EFE un joven universitario de Teherán, que prefiere mantener el anonimato por motivos de seguridad. “Han detenido a muchos de mis amigos e incluso conocidos han muerto en las protestas, pero las ejecuciones me han causado miedo de verdad”, cuenta el estudiante.

“De alguna manera me da más miedo una ejecución a que me puedan disparar en la calle”, continúa. Una iraní respaldó la opinión del universitario, convencida de que los ahorcamientos han metido el miedo en el cuerpo de los manifestantes. “Las ejecuciones han parado las protestas”, explica.

Hay personas que no siguen los medios de comunicación para no encontrarse con la noticia de amigos condenados a la cárcel o la horca, o que hayan sido incluso ejecutados. La primera ejecución se llevó a cabo el 8 de diciembre, cuando fue ahorcado Mohsen Shekari, de 23 años, por herir a un basiji -militante islámico- con un cuchillo, bloquear una calle y crear terror en Teherán.

En medio de las protestas de los países occidentales y grupos de derechos humanos, las autoridades ejecutaron en público cuatro días después a un segundo manifestante, Majid Reza Rahnavard, condenado por el asesinato de dos agentes de seguridad.

Las imágenes de Rahnavard colgando de una grúa al amanecer abrieron medios iraníes el mismo día de su ejecución pública en una plaza. Otros dos manifestantes, Mohammad Mehdi Karami y Mohammad Hosseini, fueron ejecutados el 7 de enero por el supuesto asesinato de un basiji.

Tensa Calma

Desde las ejecuciones de diciembre han ido disminuyendo el número e intensidad de las movilizaciones hasta la actual aparente calma. Ya no hay jóvenes en la calle gritando “mujer, vida, libertad” o mujeres ondeando velos, ni adolescentes que les quitan los turbantes a los clérigos por las calles.

Los vecinos de Teherán tampoco aprovechan la oscuridad de la noche para gritar por las ventanas eslóganes contra las autoridades, como “muerte al dictador”, en referencia al líder supremo de Irán, Ali Jameneí. En estas circunstancias, el Gobierno presidido por Ebrahim Raisí se prepara para celebrar la semana que viene el 44 aniversario del triunfo de la Revolución Islámica en 1979, en una conmemoración destinada a “ayudar al pueblo a seguir el camino correcto”.

Pero se trata de una tensa calma, con la presencia aún de fuerzas de seguridad en algunos cruces de Teherán, como en Parkway, en el norte de la capital, y servicios de internet aún censurados como Whatsapp o Instagram, entre otros.

Y sobre todo porque el descontento de los iraníes, particularmente los jóvenes, sigue presente, sencillamente ha sido reprimido por la fuerza y la sensación es que puede volver a estallar en cualquier momento.

“Si hay otro incidente como el de Mahsa o algo así, las protestas vuelven”, dice una vecina de Teherán. Muchas mujeres han dejado de usar el velo, en un gesto de desobediencia civil, particularmente en Teherán y la vecina de la capital cree que las autoridades volverán a imponer su uso tarde o temprano.

“Cuando eso ocurra puede que haya protestas de nuevo”, afirma. Y entonces quizás resuene de nuevo en las calles el grito de “mujer, vida, libertad”.

Fuente: EFE

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