Rusia y EEUU inician una carrera para recuperar los restos del dron caído al mar Negro
La tecnología del aparato es altamente clasificada y los restos podrían proporcionar información valiosa sobre las capacidades de inteligencia estadounidenses
El derribo de un dron estadounidense de vigilancia sobre el mar Negro mientras realizaba una misión de reconocimiento cerca de la costa de Rusia podría tener consecuencias diplomáticas, militares y tecnológicas. Aunque ambos países han descartado que el incidente vaya a provocar una escalada bélica, tanto Rusia como Estados Unidos han iniciado una carrera para recuperar los restos del dron, que podría servir a Moscú para obtener información valiosa sobre las capacidades de inteligencia de Washington.
Las autoridades rusas tienen claro que quieren localizar y recuperar los restos de la aeronave no tripulada de Estados Unidos que cayó el lunes en aguas del mar negro tras impactar contra un caza ruso. «No se si podremos conseguirlo, pero tenemos que hacerlo», ha dicho el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, confiado en que los trabajos tengan «éxito» y Moscú pueda hacerse con la aeronave desaparecida, un modelo MQ-9 que sufrió el impacto de un caza SU-27. Para ello, han movilizado a sus fuerzas navales.
Mientras tanto, en Washington no están nada seguros de poder recuperar la tecnología. El portavoz de Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, ha reconocido la posibilidad de que los restos no sean encontrados por sus Fuerzas Armadas, que como mucho podrían movilizar un equipo de operaciones especiales en un territorio que, aunque corresponde a aguas internacionales, está muy controlado por Moscú. «No estoy seguro de que podamos recuperarlo. Quiero decir, donde cayó en el mar Negro las aguas son muy, muy profundas. Todavía estamos evaluando si se puede organizar algún esfuerzo de recuperación«, ha informado Kirby a la cadena CNN.
Al hilo de los mencionados acontecimientos, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha reconocido este miércoles que las relaciones entre Moscú y Washington se encuentran en su «punto más bajo» y en un «estado deplorable». De hecho, la situación es tal que ha reconocido que, aunque el presidente, Vladimir Putin, fue informado de lo ocurrido, no hubo contactos a la más alto nivel entre Rusia y Estados Unidos para abordar las tensiones desatadas tras el choque entre el caza y el dron.
En este sentido, el jefe de los servicios de Inteligencia de Rusia para el exterior, Sergei Narishkin, que también ve factible recuperar los restos del dron, ha cuestionado el papel de Estados Unidos en la zona, incidiendo que es «muy activo» en labores de reconcimiento como las que supuestamente realizaba la aeronave destruida. Algo que no ha negado el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, quien ha remarcado este miércoles que Washington «seguirá volando y operando allí donde lo permita el Derecho Internacional», un día después, ha dicho, de que Rusia incurriera «en prácticas peligrosas» sobre el espacio aéreo del mar Negro.
El incidente ha generado tensiones entre los dos países, ya que la tecnología del dron es altamente clasificada y los restos podrían proporcionar información valiosa sobre las capacidades de inteligencia de los Estados Unidos. Pero, sobre todo, la carrera por recuperar los restos del dron refleja la creciente rivalidad entre Rusia y Estados Unidos en el ámbito militar y tecnológico, lo que podría tener implicaciones a largo plazo en las relaciones internacionales más allá de la guerra de Ucrania.