Artur Segarra, el asesino español que evitó la pena de muerte en Tailandia antes que Sancho
Artur Segarra evitó la pena capital gracias a un indulto del monarca del país asiático
El caso de Daniel Sancho, el hijo del conocido actor Rodolfo Sancho, ha despertado un gran interés mediático. El asesinato y posterior descuartizamiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta a manos del joven español deja muchas preguntas, en especial sobre el futuro del principal sospechoso al haber cometido el delito en un país como Tailandia, donde se contempla la pena de muerte para los condenados por este tipo de hechos.
Lo cierto es que el futuro del joven es, como poco, complejo. Los agentes siguen investigando en las inmediaciones de la isla turística de Koh Phangan, donde el cocinero cometió el crimen por ser el «rehén» del médico, quien según su propia declaración ante los policías del país habría sido obligado a hacer cosas que nunca quiso hacer. Se espera que pase a disposición policial en las próximas horas tras haber abandonado, esposado, la comisaría.
El futuro judicial del español es complejo y no parece que vaya a resolverse en las próximas horas. El sistema judicial tailandés no se parece al español y Exteriores se mantiene cauto a la hora de desvelar los pasos que seguirán con Sancho. Los casos que llegan a España son reducidos, aunque existen precedentes semejantes al actual que pueden dar una pista del futuro que le espera al joven.
Sobre la pena de muerte, es un hecho real. Como afirma el diario ABC, Tailandia reconoce esta vía para castigar casi una veintena de delitos que van desde el asesinato hasta el tráfico de drogas, aunque no se ha aplicado desde 2018, por lo que parece improbable que esto suceda.
Segarra, un precedente
Artur Segarra es uno de los españoles que se encuentran bajo la lupa judicial tailandesa. Tal y como recuerda el diario El Mundo, su caso es similar al de Sancho tras haber asesinado y descuartizado al consultor de Lérida David Bernat. Tras cometer el acto, cortó el cuerpo de la víctima en varios pedazos que repartió en bolsas de plástico que arrojó al río Chao Phraya.
A diferencia del hijo de Rodolfo Sancho, Segarra se dio a la fuga en cuanto cometió el delito y no denunció a la Policía la separación de Bernat. Sin embargo, su rostro ya era mundialmente conocido y en España las televisiones ya habían mostrado sus facciones en tantas ocasiones que los ciudadanos ya sabían quién era el supuesto asesino. Fue una pareja de turistas españoles quienes le reconocieron en Camboya, país vecino, y alertaron a las fuerzas de seguridad de este hecho.
Segarra fue detenido y posteriormente entregado a las autoridades tailandesas. Un año más tarde sería condenado a muerte, sentencia que sus abogados recurrirían ante el Tribunal de Apelaciones del país, que fallaría en su contra. Más tarde lo intentaron de nuevo ante el Tribunal Supremo, que ratificó la sentencia y cerró la puerta judicial al ciudadano español.
Un indulto para evitar la pena de muerte
Segarra había negado en repetidas ocasiones su responsabilidad en los hechos y afirmaba que el asesinato había sido cometido por la pareja de Bernat, una tailandesa de nombre Pritsana Saen-ubon, que de la mano de las autoridades locales habrían tratado de inculpar al español. Sin embargo, en 2020 reconocería el crimen en una carta firmada para el Rey del país, Maha Vajiralongkorn, con el objetivo de lograr su clemencia y recibir uno de los indultos que el mandatario concedería por su cumpleaños.
En la misiva, el español reconocía que había matado a Bernat tras una pelea posterior a una noche de fiesta. Las cámaras de seguridad revelaban que ambos regresaron juntos a casa, pero que desde la noche del crimen no se había vuelto a ver al ingeniero catalán. Los investigadores sospecharon que había retenido durante siete días a la víctima, torturándola exigiendo transferencias de dinero a sus cuentas personales.
Finalmente, el monarca conmutó la pena de Segarra. El español cumple cadena perpetua y este puede ser el destino que le espere a Sancho, en especial si se tiene en cuenta que el país asiático puede querer una condena ejemplarizante para sostener ante los turistas la seguridad de un país conmocionado por el crimen.