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Análisis

Caos en Estados Unidos: los medios piden sustituir ya a Biden, pero su partido se resiste

Todos los medios, incluido el ‘New York Times’, coinciden en que el presidente de EEUU debe abandonar

Caos en Estados Unidos: los medios piden sustituir ya a Biden, pero su partido se resiste

El presidente Biden durante el debate del jueves. | EFE

El presidente Biden perdió de manera estrepitosa su primer debate con el expresidente Trump en Atlanta. La imagen de un Biden débil, claramente envejecido, sin voz, sin argumentos, incoherente e incapaz de completar frases simples ha desatado una crisis interna dentro del partido demócrata. A los pocos minutos de comenzar el debate, gobernadores y senadores del partido empezaron a cuestionar, primero en privado, y ahora en público, la idoneidad de la candidatura de Biden. 

Trump ganó claramente el debate porque Biden lo perdió. Trump empezó bien y terminó regular, pero siempre mucho mejor que en 2020, habiendo aprendido una lección más de aquel fallido periplo electoral. Comparado con Biden, hasta Trump dio cierta talla de talante presidencial.

El partido demócrata se está ya planteando seriamente cómo y cuándo sustituir a Biden como candidato presidencial. El mecanismo no es fácil y conlleva riesgos electorales para los demócratas en el Senado y en el Congreso, pero se puede hacer. Se puede hacer por las buenas o por las malas. De momento, parece que tendrán que hacerlo, si es necesario, por las malas. La esposa de Biden, Jill; su hermana, Valerie Biden Owens; y su hijo, Hunter, están de momento enrocados en una última candidatura presidencial para Joseph Robinette Biden Jr., el 46 presidente de Estados Unidos. 

El problema de fondo es que hasta el momento hemos estado dentro de un cono de conspiración y silencio por parte de la familia Biden y el staff de la Casa Blanca para proteger al presidente, evitar el contacto directo con la prensa, pretender que aquí no hay nada que ver y que Biden es un gran líder capaz de proteger a América de la gran amenaza que Trump representa. 

Lo medios, incluso los de clara tendencia demócrata, liberal o progresista, también han empezado a cuestionar abiertamente la permanencia de Biden como candidato. El viernes por la mañana, la Casa Blanca se vio obligada a orquestar una intervención mediática para solicitar apoyos y evitar defecciones públicas. Por la tarde, el expresidente Obama salió a apoyar a Biden, pero lo hizo de una manera distante e impersonal. La mala relación, tanto personal como profesional, entre los equipos de Biden y Obama es sobradamente conocida. El viernes por la noche, incluso Bill Clinton se vio forzado a emitir un comunicado apoyando indirectamente a Biden. Obama y Clinton, a pesar de sus grandes diferencias ideológicas y temperamentales, parecen estar de acuerdo que lo que importa es derrotar a Trump a toda costa y que para conseguirlo, de momento, es prematuro tirarse al vacío y sustituir a Biden. 

Biden y su equipo no quieren abandonar. De momento han sido capaces de evitar tener que tirar la toalla. Algo que la noche del debate y a la mañana siguiente era bastante incierto. El equipo de Biden ha pedido tiempo para demostrar que Biden sigue siendo un candidato viable, capaz de unificar el partido bajo el único objetivo de derrotar a Trump. Habrá que esperar unos días para ver cómo reaccionan las encuestas. Si el margen de victoria de Trump aumenta, bien sea en términos de intención de voto, niveles de aprobación o índices de favoritismo, Obama y Clinton serán los primeros en pasar factura a Biden por arriesgar la posibilidad de perder el poder. Todavía hay tiempo para corregir el gran error estratégico de los demócratas de haber depositado su confianza en la candidatura de Biden. 

El mayor riesgo para la candidatura de Biden es que bajen dramáticamente a corto plazo los niveles de afinidad partidista de los demócratas, un desarrollo que haría que las encuestas estén sobreestimando el nivel de apoyo de Biden y el nivel de participación de los demócratas. Esto constituiría una grave amenaza para los demócratas que se presentan a las elecciones del Senado y del Congreso, pues manteniendo a Biden arriesgarían sus futuros políticos personales –siempre un riesgo inaceptable-.

El equipo de Biden preparó el debate con el objetivo estratégico de enmarcar la elección para los votantes indecisos como un plebiscito sobre Trump y la amenaza que, según ellos, representa el expresidente para la democracia americana. El resultado ha sido que el comportamiento de Biden durante el debate y su manifiesta incapacidad física y mental van a enmarcar la elección como un plebiscito sobre la viabilidad práctica de la candidatura de Biden. 

El consenso en los medios hoy es que Biden debe retirarse. De momento el partido le ha dado una última oportunidad, unos días más, de recuperar la credibilidad perdida. Las encuestas nos ofrecerán indicios en los próximos días del veredicto final.

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