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Enfoque global

El conflicto Israel-Irán: en busca del jaque mate

En el complejo tablero de ajedrez que es Oriente Medio, un movimiento en falso puede suponer enormes pérdidas

El conflicto Israel-Irán: en busca del jaque mate

El ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, visitando sobre el terreno a la brigada tecnológica de las FDI. | Ariel Hermoni, Israel Mod (Zuma Press)

¿Es posible en este momento una ofensiva devastadora por parte de Irán y sus proxies del ‘Eje de la Resistencia’ que desencadene una respuesta israelí, ya sea defensiva, reactiva o incluso preventiva de una magnitud mucho mayor? En tal escenario, estaríamos hablando de objetivos iranies de mayor nivel estratégico, como refinerías de petróleo, instalaciones militares o incluso instalaciones nucleares. Cabe además la opción de llevar al Líbano a ‘la Edad Media’, estableciendo nuevamente una zona buffer o tapón al sur del río Litani, donde actualmente se encuentran desplegadas fuerzas de Naciones Unidas, incluyendo contingentes españoles. 

Israel se encuentra en estos momentos, sin desearlo ni empezarlo, inmerso en un conflicto de siete frentes a la vez: Gaza (Hamás), Líbano (Hezbolá), Siria e Irak (milicias yihadistas chiís), frente interno en Cisjordania (Hamás, Yihad Islámica Palestina, FPLP), Yemen (Ansar Allah) e Irán. Posibles intentos de desestabilizar Jordania también están en marcha, justo en un momento que Israel intenta terminar su campaña en Gaza y formar una alternativa al gobierno de Hamás allí. Todo ello «pensando en el día después». Una alternativa que dudo pase por la Autoridad Palestina o una unión con Hamás, como busca China para mantener la inestabilidad en la región. Podría ser una coalición árabe liderada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, desplazando a Qatar, Egipto y otros países árabes.

A pesar de todo dudo mucho que Israel quiera entrar en una guerra total, pero… todo es posible. Israel no desea esta guerra; nunca la ha querido. Sin embargo, después del 7 de octubre, las opciones disponibles para el país eran limitadas. Además, sus ciudadanos han perdido ya la fe en la futura convivencia pacífica con los palestinos (hasta los sectores más pacifistas de su sociedad) y la solución de los dos Estados parece ya muy alejada. Ni las organizaciones que gobiernan Gaza (Hamás) ni Cisjordania (Autoridad Palestina) la han deseado nunca; la novedad es que la sociedad israelí ha dejado de verlo con buenos ojos, por mucho que se empecinen políticos y expertos alejados de la cruenta y cruel realidad en Oriente Medio.

Lo que parece cada vez más probable que se abra un verdadero frente en el norte que, de hecho, ha estado activo desde el 8 de octubre del año pasado como conflicto de baja intensidad. Desde que Hamás llevó a cabo la criminal barbarie terrorista, entrando desde Gaza sobre territorio israelí, el 7 de octubre del año pasado, el norte del país ha vivido en un estado de preguerra. Los bombardeos de los chiitas de Hezbolá desde Líbano son prácticamente diarios. Como resultado de estos ataques, más de 70,000 personas que residían en el norte de Israel han sido desplazadas a alojamientos alternativos, sin poder retornar a sus casas dentro de su propia nación. Nos encontramos actualmente en una tensa calma aparente, pero no se puede descartar ninguna acción por parte de Irán o Israel, ya sea en el sur del Líbano o en otros escenarios. Una vez más, la amenaza de una «respuesta apocalíptica» por parte de Irán sigue latente.

Hace pocas semanas el grupo terrorista libanés Hezbolá atacó el norte de los Altos del Golán, en Majdal Shams. Más de doce niños muertos y alrededor de treinta personas más fueron heridas de gravedad en un ataque realizado con un cohete del tipo Falaq-1 de fabricación iraní que, según diversas fuentes, fue lanzado desde el sur del Líbano. A pesar del comunicado de Hezbolá negando toda implicación, ya se ha confirmado su autoría. A esto le ha seguido en represalia, la eliminación de diferentes lideres de Hamás y Hezbolá: Mohammed Deif (líder del ala militar de Hamás), Ismail Haniyeh (líder del politburó de Hamás), y Fuad Shukr (líder del ala militar de Hezbolá).

Sí, tristemente, Hamás sorprendió a Israel el 7 de octubre. El país bajó la guardia, entró en rutina, fallando en juntar las piezas de inteligencia. Hamás no estaba disuadido, como se apuntaba desde la esfera política. Y el resultado fue terrible. Hamás cometió crímenes contra más de mil personas en los kibutzim; ejecutando, violando e hiriendo; y secuestró a más de 240, de los cuales unos 100 siguen en cautiverio. El Estado de Israel reaccionó, en defensa de su soberanía, de su libertad, y de sus ciudadanos, creando una nueva guerra urbana, las operaciones más difíciles para los ejércitos modernos. 

A pesar de las críticas de determinados medios internacionales, que no destacan excesivamente por su objetividad con las acciones de Hamás, Hezbolá, los huties y otras milicias chiitas radicales, las Fuerzas de Defensa de Israel han llevado a cabo operaciones extremadamente complejas, para erradicar a los terroristas de Hamás, no a su ideología. 

Esto último precisaría de unas acciones posteriores, una vez logrado un alto el fuego y que deberían abarcar múltiples campos y acciones multidisciplinares. Ahora hay que evitar que se repita un 7 de octubre, tanto en el sur como en el norte, comenzando por evitar que Hamás tenga capacidad militar alguna.

Los críticos a Israel, como de costumbre, no señalan a Hamás por utilizar a la población civil como escudo ni cuestionan mínimamente los datos del Ministerio de Sanidad de Hamás, de donde proceden el número de muertes palestinas. Israel ha aplicado muchísimas precauciones para evitar daños a la población civil. Esta situación ha penalizado a las FDI, con un alto número de muertos y heridos. En un entorno urbano, no ha podido aplicar conceptos operacionales occidentales tradicionales, pero sí que ha aplicado el concepto multidominio e híbrido. Inteligencia, drones, compartimentar espacios y zonas, sellar, romper, penetrar, retirarse, volver, esperar, etc. La necesidad de hacer frente a los cambios en el campo de batalla, especialmente el enfoque en la lucha en áreas urbanizadas y zonas subterráneas, ha sido totalmente interiorizada por las FDI en la guerra de Gaza. 

Quizás ese esfuerzo no obtenga el reconocimiento internacional esperado, ni siquiera de Estados Unidos o Europa, que tienen pocas lecciones que ofrecer tras el fracaso en Afganistán. Es probable que se repita la crítica hacia las Fuerzas de Defensa de Israel por no hacer lo suficiente para proteger a los civiles, incluso cuando se enfrentan a una organización terrorista despiadada que utiliza a sus propios ciudadanos como rehenes. Tampoco creo que esto sea una sorpresa. Las FDI han comunicado por diversos medios casi todos sus movimientos con antelación, para que los civiles puedan reubicarse, cediendo casi siempre el elemento sorpresa. Esto ha permitido a Hamás reubicar a sus altos dirigentes (y a los rehenes israelíes) según sus necesidades, en el denso terreno urbano de Gaza y en los kilómetros de túneles subterráneos que ha construido. En este complicado escenario, las FDI estiman que han matado entre 10.000 a 13.000 terroristas de Hamás. 

Para complicar aún más la situación, hace varios meses Benny Gantz renunció al Gabinete de Guerra de Israel, dando un duro golpe político al gobierno de Benjamín Netanyahu. Aunque Gantz pospuso su dimisión tras el rescate de cuatro rehenes, su salida dejó al Gabinete, formado tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, con representación exclusiva del Likud.

Además del primer ministro, el único miembro del gobierno de emergencia con poder de decisión que queda es el ministro de Defensa, Yoav Gallant, también del Likud. La decisión de Gantz se produjo cuando Netanyahu se enfrentaba a crecientes llamamientos de los aliados occidentales de Israel y de las familias de los rehenes retenidos en Gaza, para que pusiera fin a la guerra y trajera de vuelta a los rehenes.

A medida que la guerra se prolongaba, con los residentes desplazados del norte de Israel sin poder regresar a sus hogares y los rehenes aún cautivos en Gaza, Gantz pudo haber anticipado una pérdida de popularidad si permanecía en el gabinete. Esto refleja la complejidad de la política interna israelí, difícil de prever.

Planteando estas dinámicas como un juego de ajedrez, observamos que Irán, a través de su ministro de Asuntos Exteriores y otras autoridades, sigue advirtiendo a Israel que no ataque al Líbano, mientras Hezbolá continúa sus ataques en el norte de Israel. Al mismo tiempo, Estados Unidos continúa colocando fuerzas aeronavales en la zona, intentando reducir las tensiones en el conflicto entre Hezbolá, Líbano, Irán e Israel. Pero Irán también está siguiendo sus intereses geopolíticos, intentando normalizar sus estrechos lazos con Turquía, Rusia y China. China, que actúa de manera discreta, ha estado presionando para establecer posibles conversaciones con las facciones palestinas, logrando hasta ahora solo una fotografía como resultado. Ellos comprenden que Hamás y Al Fatah son como el agua y el aceite; pueden unirse contra un enemigo común, pero su odio mutuo es profundo y persistente, como ya han demostrado anteriormente en la Gaza de 2007.

En Occidente, Estados Unidos presiona a Israel, pues quieren que «sigan sus instrucciones». Realmente difícil cuando luchas por la supervivencia, libertad y seguridad de tus ciudadanos. Nadie pidió contención, ni le dijo a Estados Unidos lo que debía o podía hacer después del 11S, matanza que por aquel entonces fue celebrada y glorificada con sus pertinentes dulces árabes por muchos palestinos en las calles. La administración Biden-Harris está cada vez más preocupada por la expansión del conflicto entre Israel y Hezbolá, que ya afecta a las tropas estadounidenses en Siria, Irak y Jordania. Lo que algunos llaman «inestabilidad», para otros es una guerra desde el 7 de octubre de 2023.

Irán no desea un acuerdo entre Hamás e Israel para la liberación de rehenes y el cese de hostilidades, ya que eso sería una derrota para sus intereses y podría llevar a una nueva administración en Gaza con otros actores árabes. Por ello, continuarán los lanzamientos de cohetes por parte de Hezbolá y las respuestas selectivas israelíes. Los ataques israelíes en el Líbano podrían preparar un asalto mayor, posiblemente hasta el río Litani, lo que desencadenaría una guerra con Líbano. Israel necesitaría el apoyo de EEUU, con las elecciones estadounidenses próximas en noviembre.

Objetivamente, lo que la comunidad internacional debería apoyar es un acuerdo justo que contemple la liberación de los rehenes, un alto el fuego, el regreso de los palestinos a las zonas de Gaza y el retorno seguro de los israelíes a sus hogares en el norte. Pero… ¿qué es exactamente la comunidad internacional? ¿Son las Naciones Unidas, Rusia, Irán y China? ¿El Sur Global? ¿Occidente? Es un desafío cuando algunos actores están empeñados en cambiar el orden mundial para su propio beneficio. Irán en la actualidad continúa aumentando la tensión, militarmente con sus aliados, y psicológicamente amenazando con una respuesta a los últimos ataques y humillaciones. Sin embargo, no todo es de color de rosas para los enemigos de Israel: las contundentes eliminaciones en territorio libanés, sirio o iraní preocupan a los miembros de Hezbolá y a los dirigentes del régimen en Teherán. Parece que las FDI y el Mossad saben mucho más de ellos que ellos de Israel. La seguridad sobre el terreno de Hezbolá ya no es hermética, y su sistema de inteligencia ha sido penetrado.

Y en esta enorme partida de ajedrez —o más bien campeonato, pues las partidas se suceden, algunas ya no sucesivamente sino simultáneamente— continúan los nervios, la guerra psicológica y la preocupación latente por un conflicto generalizado. Israel no lo quiso nunca, pero quizás Irán tampoco, o no midió bien las consecuencias de las terribles acciones ejecutadas por Hamás. Un conflicto generalizado o una dura respuesta de Israel y/o Estado Unidos podría terminar con su programa nuclear. Por eso, parece que Irán está calculando cuidadosamente su venganza, su respuesta y su intento de avanzar con las piezas negras (todo en Irán es «negro»)… ya que podría arriesgarse a perder su Reina, es decir, su programa nuclear. 

Y también de nuevo, Líbano puede perder en esta partida: los alfiles y los caballos de Hezbolá están en su territorio, en su Estado fallido. Por eso, Líbano se afana en hablar con EEUU, con Egipto y con Qatar para que medien activamente entre Hamás e Israel, con la esperanza de llegar a un acuerdo de alto el fuego y resolver las cuestiones relacionadas con los rehenes. Estados Unidos, aunque aboga por una mayor presión sobre Hamás, se muestra cautelosamente optimista ante la reciente evolución de las negociaciones, considerándolas «potencialmente constructivas». Curioso lenguaje diplomático.

La vacilación de Israel para aceptar las condiciones podría deberse a la reticencia de Hamás a abandonar posiciones estratégicas en Gaza, como los ejes de Filadelfia y Netzarim, que son cruciales tanto militar como estratégicamente. Además, el Consejo de Seguridad de la ONU no ha condenado al Líbano por los ataques de Hezbolá, ni la Corte Penal Internacional ha iniciado una investigación contra Líbano, mostrando una falta de acción equitativa.

Las conversaciones de alto el fuego han concluido en Doha, con Hamás representado a través de Qatar y Egipto, y posiblemente se reanuden en el Cairo. Según fuentes árabes, los estadounidenses se muestran optimistas respecto a los avances en las negociaciones entre Israel y Hamás, aunque persisten diferencias significativas. En un esfuerzo por prevenir una posible represalia iraní contra Israel, Qatar ha contactado urgentemente con Irán para actualizarle sobre los progresos. Quizás, Hezbolá haya sido informado de la situación y se mantenga a la espera. 

Como siempre, nadie parece recordar que, durante ocho meses, Israel ha estado siendo atacado a diario por Hezbolá, mientras Estados Unidos y la UE le pedían que se mantuviera firme y no empeorara la situación. ¿Deberíamos haber dicho lo mismo a EE.UU. tras el 11-S? En cuanto a la UE, prefiero no opinar; no es un actor creíble, y lamento decirlo como europeo.

En estos momentos, ¿puede Israel formular una estrategia eficaz contra la amenaza iraní? Es un desafío, pero como en el ajedrez, debe pensar a medio y largo plazo. No puede ser reactivo y quedarse atrás; debe ser proactivo y paciente, como un buen ajedrecista. Irán es el centro de gravedad. No son Hamás, Hezbolá, los hutíes, ni las milicias chiíes en Siria o Irak. 

Israel está evaluando sus opciones y cuenta con un banco significativo de objetivos para un posible contraataque, eligiendo entre diversas estrategias según la dinámica del conflicto con Irán. Irán tiene una extensa lista de objetivos físicos y visibles: bases del IRGC, instalaciones y fábricas de drones y misiles, infraestructura petrolera, oleoductos y terminales de distribución, puertos de exportación de hidrocarburos, bases aéreas, y su programa nuclear, incluidos los programas de conversión y enriquecimiento de uranio. También posee objetivos menos visibles, como su economía, sistema bancario y sus lazos económicos globales. 

Cualquier ataque, ya sea directo, indirecto, cinético o cibernético, podría dañar aún más su economía y su orgullo. Israel necesita concluir rápidamente la guerra en Gaza para permitir que Estados Unidos y Occidente reorienten sus esfuerzos hacia Irán, antes de que este obtenga armamento nuclear. Este ajuste de prioridades podría incrementar las sanciones económicas y abrir la posibilidad de una opción militar viable para evitar que Teherán adquiera la «llave nuclear».

La perspectiva de desestabilizar el régimen de Irán es ciertamente difícil, al igual que ocurre con otros regímenes totalitarios, como Rusia, Venezuela y Cuba, o teocráticos, como es el caso de Irán. Israel ha intentado y sigue intentando una estrategia a medio y largo plazo, enfocada en fortalecer el cinturón diplomático y expandir los Acuerdos de Abraham a Arabia Saudí e incluso a otros países. Esta es y seguirá siendo una excelente estrategia que perjudica a Irán y al «eje de la resistencia». La prueba de su eficacia fue la intervención de Irán el 7 de octubre de 2023; necesitaban frenar y sabotear esos acuerdos. En su intento de arrastrar a Israel a una guerra regional limitada, tuvo que elegir entre sus piezas más fuertes: Hamás o Hezbolá.

Y recordemos las diferencias entre ambos grupos: Hamás, aunque está vinculado a la visión de los Hermanos Musulmanes, rivaliza con los chiíes, pero acepta el apoyo de Irán a pesar de estas diferencias sectarias. Irán, enfocado en expandir su influencia y desafiar a Estados Unidos e Israel, prefiere mirar a otro lado respecto a estas tensiones, para avanzar en sus objetivos. A cambio, Hamás recibe fondos, armamento y entrenamiento de Hezbolá e Irán, convirtiéndose en una pieza clave en sus estrategias.

Irán quería y quiere proteger su programa nuclear, porque además Hezbolá es un activo estratégico de Irán diseñado para disuadir a Israel y Estados Unidos de atacar sus instalaciones nucleares. Irán no sólo quería vengarse de diversas acciones realizadas por Israel en tiempos pasados, sino que quería dinamitar los acuerdos de Abraham, en especial con Arabia Saudí. La activación de Hezbolá iba a causar graves daños a Israel. Y este podría haber utilizado gran parte de sus capacidades militares, casi con seguridad, sin permiso de EEUU. 

Los Acuerdos de Abraham son valiosos en los ámbitos político y económico, pero también es crucial considerar el frente militar. ¿Puede Hezbolá e Irán saturar las capas de defensa antiaérea israelí? Caben varios escenarios, siendo el más peligroso la saturación de la defensa aérea israelí en una primera y segunda oleada y el ataque, en una tercera oleada, de elementos claves para la supervivencia del Estado de Israel. Esto explica el reciente despliegue militar estadounidense cerca de Israel, incluyendo submarinos nucleares, como medida de refuerzo.

Israel estaría tratando de evitar una incursión terrestre y aérea en el Líbano, debido a la preocupación por la munición guiada de precisión y misiles de Hezbolá, que provienen de Irán. Recientemente, un vídeo de Hezbolá mostró emplazamientos militares israelíes sobre Haifa, indicando un posible objetivo de ataque. Dado que ningún sistema de defensa aérea es infalible, la saturación de estos sistemas por parte de Hezbolá podría poner en peligro a militares y civiles israelíes. El objetivo de Hezbolá parece ser intimidar a Israel mediante guerra psicológica.

Israel ha evitado abrir un conflicto con Hezbolá a pesar de la posibilidad de hacerlo poco después del 7 de octubre de 2023. Iniciar una guerra simultánea en dos frentes operacionales podría haber tenido consecuencias extremadamente graves e impredecibles, afectando gravemente a la frontera norte de Israel y ciudades importantes como Haifa y Tel Aviv, que son altamente pobladas y vulnerables a ataques significativos.

En el contexto actual, Israel se enfrenta a una situación de alta tensión con las negociaciones en curso para la liberación de rehenes y la posibilidad de alcanzar un alto el fuego. Las incertidumbres incluyen potenciales ataques por parte de Irán, sus proxies, o una combinación de estos factores. Esta situación configura una guerra de nervios, en la que cualquier acción podría desencadenarse con poco o ningún aviso previo. La perspectiva de una guerra más amplia entre Israel e Irán o Hezbolá plantea riesgos devastadores para la región, dado que Hezbolá, con su capacidad y alcance, representa una amenaza mucho mayor en comparación con Hamás.

Hezbolá dispone de un arsenal de cohetes, misiles y drones, exponencialmente mayor, más sofisticado y destructivo que Hamás. Algunos pueden alcanzar gran parte de Israel con una más que aceptable capacidad de precisión. Las FDI han calculado que Hezbolá puede disponer de unos 150.000 cohetes y misiles. Ciertamente devastador. Además, según diversas fuentes, cuentan con unos 40.000 a 50.000 combatientes regulares y su Fuerza de élite Radwan, que tienen años entrenamiento por parte las fuerzas Quds de la guardia revolucionaria iraní, sumado a la experiencia combatiendo en Siria para el régimen de Al-Assad.

Para entrar en el Líbano, las FDI necesitan una pausa operacional, dar descanso a sus fuerzas, reorganizar y reorientar su despliegue y tener la maquinaria logística bien engrasada. Esto último es lo más importante: los movimientos tácticos y las maniobras operacionales pueden ser fácilmente escritas negro sobre blanco, pero la maniobra logística que lo soporte necesita medios, tiempo y una muy cuidadosa planificación.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) deben continuar con su presencia en Gaza. Además, es crucial implementar un plan de transición y gobernanza posbélica eficaz y sostenible para el enclave que asegure que Gaza no vuelva a estar bajo el control de Hamás. En ausencia de un proceso diplomático que establezca un órgano de gobierno en Gaza distinto de Hamás, será necesario llevar a cabo campañas repetidas, lo cual no es viable para Israel. 

Aunque la posesión de armas nucleares por parte de Irán representaría una amenaza existencial para Israel, el riesgo sería aún mayor para los países vecinos de Irán. Este podría utilizar su capacidad nuclear como una herramienta de chantaje y disuasión, similar a la estrategia de Putin, para aumentar la subversión política y el terrorismo en el Golfo, Arabia Saudí y otros países suníes, con el objetivo de derrocar sus gobiernos y establecer regímenes proiraníes. Para los líderes suníes del Golfo, la perspectiva de un Irán con capacidad nuclear es preocupante. No es sorprendente que el príncipe saudí Mohammad bin Salman advirtiera que Arabia Saudí avanzaría en la adquisición de armamento nuclear, si Irán también obtuviera esta capacidad. Actualmente, Oriente Medio se enfrenta a una gran incertidumbre, con tensiones crecientes que podrían arrastrar a la región hacia una guerra religiosa musulmana y la proliferación nuclear, mientras que la única democracia en la zona sigue siendo el principal baluarte contra esta ideología.

Después de considerar todas estas jugadas potenciales, es momento de regresar a la posición actual del tablero de ajedrez. A pesar de las incesantes amenazas contra Israel, se puede estimar que los iraníes considerarán cuidadosamente el alcance y la fuerza de la respuesta militar, ya que los ataques desproporcionados, especialmente después de que se haya insinuado que Haniyeh fue eliminado con un artefacto explosivo, pueden provocar ataques de las FDI en el interior del territorio de Irán, Líbano y Yemen. 

En el ámbito táctico y operacional, híbrido y multidominio, Israel no bajará la guardia esta vez; no está dispuesto a enfrentarse a un tercer Yom Kippur. Con seguridad, todo el estamento político-militar, de inteligencia y seguridad está monitorizando la situación y cada movimiento sospechoso. No se pueden descartar escenarios extremos, tales como ataques a bases de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a una escala sin precedentes, así como el uso de drones suicidas, misiles, cohetes e incursiones armadas contra poblaciones e infraestructuras críticas en la frontera norte, incluyendo ciudades como Haifa e incluso Tel Aviv. Además, el personal gubernamental nacional o destinado en el extranjero también podría figurar en la lista de posibles objetivos.

El mundo contempla con expectativa el siguiente movimiento de Irán. De entre todas las piezas que dispone el régimen de Teherán poco se mencionan las cibernéticas. Tras la muerte de Ismail Haniyeh, grupos prominentes en el ciberespacio vinculados a Irán han intensificado sus actividades, alegando venganza y atacando a funcionarios estadounidenses e israelíes. Asimismo, un informe del Microsoft Threat Intelligence Center revela que Irán está intensificando sus operaciones cibernéticas con el objetivo de influir en las elecciones presidenciales de EEUU en 2024. Grupos afiliados a intereses israelíes tampoco se han quedado de brazos cruzados: se han llevado a cabo a mediados de agosto, quizás adelantándose a acciones iranies, operaciones contra instituciones libanesas, como el Banco de Beirut, el Banco central de Irán, y contra los proveedores de Internet y las redes WLAN de Irán. 

Y pasemos ya finalmente al plano estratégico y político. ¿Cómo se vería el tablero al final de la partida? Quizás la culminación de un acuerdo bilateral con Arabia Saudí, que es lo que siempre ha querido impedir Irán, abriría el camino al reconocimiento de Israel por parte de otros Estados de Oriente Medio y del mundo musulmán. También, supondría un golpe para el «eje de resistencia» liderado por Irán, ya que uno de sus principales objetivos ha sido descarrilar este proceso de normalización y reforzaría la integración de Israel en la arquitectura de seguridad de la región, como se puso de manifiesto durante el ataque con misiles perpetrado por Irán en abril.

Además, estrecharía los lazos económicos de Israel con otros Estados de Oriente Medio, especialmente con los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Y traería muchos más beneficios económicos a otras zonas del mundo. Aunque lo que ocurra a continuación lo decidirán la sociedad israelí y sus dirigentes.

Los Acuerdos de Abraham allanaron el camino a una iniciativa estadounidense para estrechar los lazos entre Israel y Arabia Saudí, esforzándose por lograr la normalización y la paz. Esto sentaría las bases de una coalición político-militar para disuadir y, en caso necesario, actuar contra Irán. La mayor pesadilla de Irán estaría entonces a punto de hacerse realidad. El ajedrez es un juego de movimientos y contra movimientos, de jugadas estratégicas defensivas y ofensivas para negar a tus rivales futuras acciones, y de movimientos poderosos para presionar y cercar a los adversarios. Veamos los movimientos futuros en el tablero y confiemos en la paciencia estratégica de las blancas y los errores de las negras.

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