Qué sabe el jefe de los espías marroquíes: España y Francia se arrodillan ante él
Hammouchi, director de la DGST, espió a presidentes y ministros, y, a pesar de ello, le ofrecen un trato de lujo
No todos los directores de los servicios de inteligencia trabajan de la misma forma. Se los puede clasificar de diversas formas, pero hoy voy a aplicar la más clarificadora: los que sirven a dictaduras y los que trabajan en democracias.
Los escrúpulos casan mal con los espías a la hora de ejecutar el trabajo. Tienen que hacer lo que sea necesario, sea legal o ilegal, para cumplir sus objetivos. Se atrincheran en la idea de que la protección del Estado no puede aceptar límites. Pero, cuando operan para una dictadura, suelen ocuparse de misiones de seguridad interior relacionadas con perseguir a la disidencia y suelen ser un punto más agresivo con el resto de países con los que se relacionan.
En Chile, la DINA, la Dirección de Inteligencia Nacional, fue el servicio secreto que actuó durante la dictadura de Pinochet, que se inició en 1973. Su director fue Manuel Contreras, un general de la máxima confianza del golpista militar, que sembró el terror entre los enemigos del dictador, principalmente los izquierdistas. En su haber está la muerte de 2.279 personas y la desaparición de cerca de mil.
Ahora mismo, en el Marruecos de Mohamed VI está Abdellatif Hammouchi, director de la DGST, la Dirección General de Supervisión del Territorio, el espionaje interior. Su extrema dureza la han sufrido y la sufren numerosos disidentes que no se ocultan y ciudadanos saharauis que defienden que su territorio debe ser autónomo y no una parte del país alauita.
El Hoover marroquí
Es un hombre muy poderoso en Marruecos, un tipo duro al que en ambientes de la seguridad se le compara con John Edgar Hoover, el director eterno del FBI a quien ningún presidente de Estados Unidos se atrevía a echar por temor a que desvelara las numerosas informaciones perjudiciales para él y para numerosas autoridades del país.
Hammouchi no tiene límites y llevó a cabo una operación tremendamente arriesgada: trufar con el virus Pegasus los teléfonos móviles de las altas autoridades de Francia y España, además del de cientos de personas con intereses en Marruecos. A pesar de que el país alauita ha negado oficialmente disponer del virus, informes de inteligencia de ambos países les señalan. Y, además, en el caso francés hubo represalias diplomáticas clarísimas.
Descubiertos los espionajes al presidente de la república, Emmanuel Macron, y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, las iras se dirigieron contra Hammouchi, no dudaban de que era el máximo responsable. Espiar los teléfonos de esos presidentes y sus altos cargos es un pecado gravísimo.
Campaña para salir del aislamiento
Sin embargo, el todopoderoso espía, listo, con sus archivos llenos de información de dentro y fuera de Marruecos, sin ningún tipo de escrúpulos, emprendió una campaña para salir públicamente del aislamiento y que los que le bloqueaban en el extranjero fueran los mismos que le blanquearan. ¿Cómo lo consiguió? ¿Qué sabe de personalidades francesas y españolas para arrancar los privilegios que ha conseguido? ¿Qué información ofreció, a quién y a cambio de qué?
El hecho es que ha vuelto a ser aceptado en el círculo de la seguridad europea, donde él quiere estar. La Policía española celebró su bicentenario y le agasajaron invitándole. Y en Francia le entregaron la Medalla de Honor de la Policía Nacional por «su excepcional labor en el ámbito de la seguridad».
Reconocimientos para el espía al que señalan en Francia por espiar a Macron y a 14 ministros. Reconocimiento para el espía al que señalan en España por espiar a Sánchez y a tres de sus ministros.
Contreras terminó su vida con numerosas condenas y encerrado en una prisión. Los servicios secretos de otros países con los que colaboró, como la CIA, no le apoyaron cuando cayó la dictadura y perdió su poder. Hammouchi está esquivando mucho mejor los problemas… Por ahora.