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Guerra en el Líbano: primera fase

Los recientes ataques al país por parte de Israel abren un nuevo capítulo en el conflicto con Palestina

Guerra en el Líbano: primera fase

Una bomba israelí golpea el pueblo libanés de Arab Salim. | Marwan Naamani (Zuma Press)

El eco de las detonaciones del 17 de septiembre y el discurso posterior del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah desde Beirut, sobre las recientes explosiones dirigidas contra los dispositivos de comunicación de los terroristas en el Líbano, no se ha apagado aún. La operación causó varios muertos y miles de heridos entre los miembros del grupo terrorista. Por supuesto, Hezbolá acusó a Israel de los ataques.

Nasrallah, declaró que «esta operación era un gran acto de terror y una masacre que equivale a una declaración de guerra». La realidad es que Hezbolá lleva lanzando ataques no provocados contra Israel desde el 8 de octubre, ayudando a Hamás en su guerra. A día de hoy, más de 8.000 proyectiles han sido lanzados hacia Israel además de diversos intentos de infiltraciones desde el Norte. Continúa en su apoyo a Hamás, porque no puede verse que les abandona. Además, trabaja en estrecho contacto con el IRGC (Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos de Irán), pero desde el 8 de octubre ha visto limitadas sus opciones independientes, que están marcadas por Irán y por el desarrollo de la guerra de Gaza.

Nasrallah declaró que las explosiones de los dispositivos de comunicación habían traspasado todas las fronteras y «todas las líneas rojas». Alegó que «las explosiones se produjeron en hospitales y zonas residenciales», afirmando que afectaron tanto a civiles como a miembros de Hezbolá. Esta, que es una organización que valora la muerte como una virtud y enseña a sus seguidores desde pequeños que el martirio es honorable, se ha visto obligada a enfrentarse a una nueva realidad. La organización glorifica la muerte en la batalla, especialmente como parte de la yihad defensiva, y esto se constituye como una fuente de lucha para el islam chiita, inspirada en el martirio del Imam Hussein en Karbala. No obstante, no estaban preparados para este tipo de guerra psicológica, infundiendo ahora miedo donde menos lo esperan.

Pero vayamos a Israel y analicemos sus posibles objetivos estratégicos. Hoy más que nunca, podemos decir que entre los objetivos estratégicos iniciales de Israel se encuentran aún la degradación al máximo de las capacidades de Hamás, la vuelta de 105 rehenes y los 50.000 ciudadanos desplazados de sus casas en el Sur . Pero no menos importantes son los objetivos estratégicos de crear condiciones seguras y satisfactorias para el retorno a sus hogares de los 60.000 desplazados israelíes cerca de la frontera norte, que ha sido añadido como objetivo prioritario dentro de esta guerra. Adicionalmente, Israel quiere la degradación de las capacidades de Hezbolá y la contención de Irán en este conflicto regional.

Se vislumbra claramente que, justo en este momento, Israel ha desplazado el foco mediático del conflicto de la Franja de Gaza al Líbano, Siria y el norte de Israel, con la operación de inteligencia más precisa de la historia reciente, en la que ha infiltrado la cadena de suministro de Hezbolá, y posteriormente, mediante una operación cibernética, ha activado remotamente los dispositivos electrónicos. Esto ha acabado por destruir la cadena de mando de Hezbolá.

Se puede afirmar que tanto Irán como Hezbolá principalmente, pero también Hamás, así como los hutíes y otras milicias yihadistas, deben encontrarse en un cierto estado de estupor, de conmoción y de sorpresa. Y este shock ha sido doble, tanto en la zona en conflicto como internacionalmente. Un primer día fue el éxito de una operación que inutilizó los «buscas» de miles de terroristas de Hezbolá, así como el del embajador de Irán en el Líbano, que está herido. Al día siguiente, en un segundo ataque se hacen estallar los walkie-talkies junto con otros dispositivos electrónicos, incapacitando aún más su estructura de mando e infraestructura de comunicaciones, dejando heridos a muchos más terroristas que han sido evacuados por razones médicas a Irán. Entre ellos, varios miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), que murieron tras la explosión de sus localizadores en el este de Siria, además de otros 150 miembros, que resultaron heridos. La estimación actual es de más de 80 militantes muertos, aproximadamente 700 aún hospitalizados y más de 2.500 heridos.

Pero independientemente del éxito de la operación, parémonos a pensar, a analizar y a no dejarnos llevar por miles de titulares en todos los medios de comunicación mundiales. No nos quedemos en lo superficial y veamos que esta operación, que con seguridad tiene detrás un enorme sacrificio, esfuerzo y planeamiento, es el comienzo de algo más importante. 

Efectivamente, lo ocurrido este 17 de septiembre ha sido una operación sin precedentes contra Hezbolá. Independientemente de que esta operación de los servicios de inteligencia israelíes no sea una cosa de semanas ni de meses, sino que, según diversas fuentes, su planeamiento ha podido llegar a ser de unos cinco años aproximadamente, la complejidad y sus efectos han sorprendido a todos. Y además, el momento ha sido elegido cuidadosamente. No es sólo un ataque hibrido, sino que es mucho más complejo y lleva otros propósitos… unos claros en este momento, pero otros que iremos viendo, según otros acontecimientos se desarrollen. Porque con toda seguridad, éste no es el único plan o la única operación en el haber futuro de Israel. 

Esta operación ha dejado «fuera de juego», heridos o muertos, a numerosos terroristas del ala militar de Hezbolá, desbaratando las capacidades de mando y control, a la vez que se asesta un durísimo y extraordinario golpe psicológico a las mentes de decenas de miles de miembros de Hezbolá, y les marca como terroristas ante los civiles libaneses. Incluso aquellos que no sufrieron daños físicos están ahora mentalmente afectados. Hemos entrado ya no sólo en el concepto de guerra hibrida, sino en operaciones reales multidominio, donde el dominio cibernético tiene influencia en el resto de los dominios. La teoría hecha realidad y más allá. Se ha combinado a la perfección, militarmente hablando, una operación cíber con una operación cinética más una operación psicológica. Todo en el mismo paquete y en el mismo envoltorio. 

Esta operación militar israelí, a pesar del baile de cifras con bajas, mutilados, heridos, etc., es en sí misma un éxito rotundo. Ha cambiado totalmente la narrativa, ha cambiado el foco del conflicto y ha erosionado gravemente la confianza de Hezbolá en sí misma. Del mismo modo, la estructura de mando y control de la organización se ha visto gravemente afectada, ya que se proporcionaron buscapersonas a las oficinas de la organización y a los altos cargos.

A pesar de los discursos de Nasrallah, todos los miembros de Hezbolá deben ahora sentirse un poco más vigilados, percibiendo la superioridad de Israel y su propia incapacidad para contrarrestarla, tal y como se viene reflejando en redes sociales y prensa. Los vídeos que circularon rápidamente por las redes sociales, mostrando a personas explotando en entornos cotidianos, han sorprendido no sólo al Líbano, sino a todo el mundo. 

Si la guerra de Ucrania ha cambiado procedimientos tácticos y operacionales, Israel ha redefinido las operaciones militares y las operaciones de inteligencia. Como decíamos antes, hemos entrado de verdad en las operaciones multidominio. Un ataque militar israelí «convencional», por muy exitoso que sea, no mina la resistencia psicológica de un terrorista de Hezbolá. Sabe que Israel cuenta con una excelente fuerza aérea y extraordinarias unidades especiales. Es consciente de los riesgos: emboscadas, misiles disparados desde helicópteros o drones, etc. Pero ya no es sólo eso: hemos dado un paso más. Ya no basta con incapacitar las capacidades del enemigo o eliminar a su personal. Para derrotar de verdad a los terroristas, hay que desmantelar sus defensas mentales y hacer que se sientan impotentes. Esto exige una inmensa creatividad y una ejecución impecable.

Israel está luchando contra muchos enemigos en múltiples frentes. Lo que hace y cuándo lo hace debe basarse, con toda seguridad, en detallados análisis de las consecuencias, los riesgos asumibles, los logros conseguidos, así como la previsión de las reacciones de sus aliados, sus enemigos, el contexto nacional e internacional, así como otros planes propios y otras operaciones en curso.

Esta forma de operar demuestra que las formas en que se puede desarrollar y ejecutar una guerra no tienen limites, o más bien, los mismos están en la imaginación de cada quien, con un factor sorpresa, que llega a ser un elemento que da ventaja a una de las partes. Y lo que está claro es que el efecto sorpresa ha sido total. Además, y dentro de la psicosis por no poder comunicarse, un gran número de comandantes de la división de élite Radwan de Hezbolá fueron eliminados en la Dajiah de Beirut, cuando al parecer este pasado viernes estaban reunidos, para recibir instrucciones verbales. Esta división se centra en atacar a Israel en Galilea, y en este caso estaban recibiendo la luz verde para infiltrarse en Israel. Fue el comandante de la división, Ibrahim Aqil, el que se reunió con el jefe militar de Hezbolá.

Está confirmado que Aqil fue eliminado, junto con toda la estructura de mando, unos 15-18 hombres, en este ataque. Lo más probable es que las fuerzas de Radwan no puedan organizar una gran ofensiva contra Israel. Con este ataque, se ha asestado un duro golpe a la confianza militar de Hezbolá en todos los niveles y obviamente en su cadena de mando y en sus comunicaciones internas. En la última semana se ha procedido a la destrucción sistemática de gran parte de la red de fibra y cableado de telecomunicaciones que Hezbolá construyó para su uso exclusivo en el Líbano. 

Esto les obligará a repensar nuevas opciones de interacción y comunicación entre ellos, surgirán temores por posibles espías o traidores al interior del grupo, habrá una disminución en su capacidad de ataque, falta de confianza en sí mismos, imposibilidad de una buena toma decisiones, y sobre todo, el descontento por parte de la población civil libanesa que definitivamente, no quiere inmiscuirse en una nueva guerra.

Esta escalada entre Israel y Hezbolá ha añadido una nueva capa de complejidad a una situación regional, ya de por sí volátil. Israel no puede permitir por otro lado, que aproximadamente 60.000 ciudadanos hayan sido desplazados de sus hogares en el norte. Como decíamos al principio, entre sus objetivos estratégicos está, sin duda, el crear las condiciones para que el personal desplazado del norte de Israel vuelva a sus hogares. 

Con seguridad y desde hace bastante tiempo ya, tiene su plan de operaciones con una situación final deseada y un estudio detallado del área de operaciones donde va a combatir, al sur y quizás al norte del rio Litani y de las zonas de interés adyacentes a ese campo de batalla. En ese estudio, se asumirán riesgos por parte israelí, pero tendrán una misión muy clara con un concepto de las operaciones, estructurado en varias fases (de tres a cinco casi con seguridad), que serán claras y alcanzables. Todo ello, con una logística muy estudiada y protegida. 

Quizás estemos en este momento en la primera fase, que consista en «conformar la zona de operaciones» (la zona de combate, el espacio de batalla) y para ello se han empezado, con gran sorpresa a realizar ataques cibernéticos cinéticos a lideres y mandos intermedios, que pueden continuar con el ataque a centros de comunicaciones e infraestructuras críticas. 

Se ha dado un paso más en la guerra hibrida de nueva generación: aniquilar y/o eliminar el «C3I humano» (C3I: mando, control, comunicaciones, e inteligencia), además de los físicos, como son mandos superiores e intermedios, CG,s, centros de comunicaciones, etc. Una vez machacada su cadena de mando y/o simultáneamente, se comienza a destruir sus medios de lanzamientos, depósitos de cohetes, misiles, etc., dañando significativamente sus capacidades al norte del rio Litani (valle de la Bekaa), en el sur del Líbano y en la zona fronteriza con Siria, empleando artillería de campaña y fuerza aérea en una fase importante de atricción. 

Existe una serie de operaciones de escalada, que Israel está llevando a cabo en la actualidad y que ya no son respuestas a agresiones previas de Hezbolá (a diferencia de las operaciones de los últimos 11 meses). Hezbolá tiene en su mano parar cada sucesiva escalada que Israel inicie, como por ejemplo mediante la aplicación y cumplimiento íntegro de la Resolución 1701 de Naciones Unidas. Israel está ahora en «modo automático», ultimando planes y fijando una fecha para la entrada en el sur del Líbano con tropas terrestres. En esto precisos momentos, se están llevando a cabo las acciones pertinentes para minimizar la reacción de Hezbolá contra las ciudades israelíes, eliminando lanzaderas y emplazamientos de misiles de largo alcance.

Más tarde e inevitablemente, se iniciaría una fase terrestre «entrando» en la zona de acción por varios ejes de progresión o direcciones de ataque. Y aquí, Israel seguro habrá revisado y estudiado mil veces los errores del 2006, donde las FDI no estaban preparadas para un tipo de guerra completamente diferente, a lo que había hecho frente en la segunda «intifada» (2000- 2005). 

En aquellos momentos, Israel falló estratégica, operacional y tácticamente. No consiguió aniquilar, paralizar o al menos degradar en su necesaria medida, el mando y control de la cadena de mando de Hezbolá, siendo sorprendida por los medios contracarro y la flexibilidad operativa de dichas milicias. En aquel momento, se juntaron además, varios hechos: la creencia de que sólo la fuerza aérea podría paralizar la capacidad operacional del enemigo y muchos años de tener a unas FDI muy centradas en labores de contrainsurgencia y lucha en la intifada contra manifestantes y terroristas, disminuyendo seriamente sus capacidades de combate convencional y su adiestramiento en la guerra de maniobra. No es el caso en estos momentos.

Con esta inminente operación en el sur del Líbano, quizás más allá del rio Litani y sin descartar en zonas limítrofes con el sur de siria, se pretendería alejar a Hezbolá de la frontera con Israel y desplazarlos al norte del rio Litani, frontera natural de la zona sur del Líbano, a una distancia (unos 30 kms) donde el alcance de sus misiles no dañara el norte de Israel o al menos, les diera tiempo para el empleo de su artillería antiaérea y su aviación. Y a la vez el propósito de esta operación limitada sería no provocar un conflicto generalizado. Cosa que va a ser realmente difícil, porque la misión UNIFIL está posicionada en el sur del Líbano. Israel intentará advertir y evitar las posiciones de los contingentes de Naciones Unidas y Hezbolá las utilizará como escudos cercanos, cosa que lleva meses y años haciendo.

Hay indicadores de que estamos cercanos en el tiempo y el espacio, si nadie lo remedia, a un salto cualitativo grave en este conflicto. Desde hace tiempo, se están moviendo fuerzas de la FDI hacia el norte en previsión de una inminente ofensiva en el sur del Líbano. Por otra parte, han aumentado significativamente los ataques aéreos y de artillería contra objetivos de Hezbolá por todo el Líbano y en zonas de Siria. Y ya más en detalle, se están moviendo unidades acorazadas y mecanizadas del sur hacia la frontera norte con el Líbano. Además, el Gabinete de Guerra israelí ha autorizado una nueva fase del conflicto abierto, y la fecha está cerrada sin duda alguna. Lo único que puede frenar esto, como se ha subrayado antes, es Hezbolá deteniendo las agresiones sobre Israel y adhiriéndose completamente a la Resolución 1701 de Naciones Unidas.

Para Israel , la preocupación no es el daño que puedan producir los proyectiles de corto alcance de Hezbolá, que son más complejos de derribar, no son guiados y su vez son fáciles de fabricar, sino que estos no alcancen zonas de Israel. De esta forma, se pretende que tengan que hacer uso de UAV y misiles de mayor alcance, que son mucho más caros y no se pueden fabricar en un garaje. El coste-eficacia de la utilización de los sistemas tipo Iron Dome o David’s Sling contra estos últimos sistemas de armas de Hezbolá, seria óptimo.

En resumen, Israel con sus últimas acciones está agitando y confirmando «lo que ya sabía» sobre su enemigo, constatando un grandísimo grado de conocimiento sobre uno de los proxies de Irán en el Líbano, descubriendo su «esquema general», sus localizaciones, sus posiciones y poniéndoles a prueba física y psicológicamente. Israel combatiendo la estrategia de su enemigo, atacando su centro de gravedad real, a la vez que se ha inyectado una dosis de moral, sobre todo en la comunidad de sus Servicios de Inteligencia, tras los fallos el 7 de octubre del pasado año. Con seguridad, habrán dispuesto acciones graves en venganza de Irán o Hezbolá dirigidas a dirigentes o exdirigentes político-militares israelíes, a Embajadas y/o Consulados en el mundo, así como a núcleos civiles dentro de Israel. E intentarán estar preparados, aunque la seguridad total no existe. 

Habrán estudiado como hacer frente a la infiltración de elementos de Hezbolá o de otras organizaciones yihadistas por el este, por el mismo norte o por la costa, por túneles u otros medios, que intenten llegar al corazón de Israel en plan suicida, para atacar su retaguardia, centros de mando/comunicaciones/logísticos, o realizar atentados a personal civil o autoridades, con grave efecto psicológico, una vez empezada una nueva fase del conflicto. 

Con toda probabilidad, Israel habrá previsto también la preparación y protección de kibbutzim por los propios habitantes, repartiendo material militar y aprovechando el adiestramiento de numerosos reservistas. Desde el Líbano, los intentos de infiltraciones serán probablemente reducidas, tras el ataque a las fuerzas de Radwan la semana pasada, pero sigue existiendo preocupación por las milicias sirias y los huties, al tiempo que aumentan los desórdenes en la enorme frontera jordana, generalmente desprotegida.

También habrán tenido en cuenta la capacidad aún remanente de Hezbolá de dañar directamente a Israel, con un ataque masivo — cientos de misiles contra Tel Aviv, Haifa y otras ciudades en un corto periodo de tiempo. Con seguridad, la respuesta israelí sería masiva, abrumadora y poco o nada contenida. Cabría señalar también, que es de esperar que se produzcan diversos acontecimientos cinéticos en Irán y Siria, sobre todo para distraerles y animarlos a mantenerse al margen de la lucha, por ejemplo, con «accidentes» en Isfahan, Natanz, etc.

Y volviendo ya finalmente a una plausible futura e inmediata operación, lo más problemático quizás sea la ventana de oportunidad, marcada por el momento político en EEUU, las necesidades logísticas de la operación y la meteorología. Y con cierta seguridad, Israel no mantendrá en el otro frente importante, más de una División en Gaza, para realizar «operaciones quirúrgicas».

La confianza de Israel en sus propias capacidades es, en estos momentos, vital durante un largo conflicto como éste, que comenzó el 7 de octubre, cuando las deficiencias del país quedaron al descubierto. La duración de la guerra, sus altibajos y el relativo fracaso pueden haber debilitado la unidad de una nación en guerra, pero como decíamos al principio, la acción del 17 de septiembre ha llevado el miedo y la confusión al enemigo, además de una serena subida de moral a la sociedad israelí. Una sociedad rodeada de enemigos que parecen multiplicarse por momentos: Hezbolá, lo que queda de Hamas y la Yihad islámica y otros grupos, los hutíes disparando un misil balístico, un dron procedente de Irak atacando Tel Aviv, etc. 

Independientemente de que, tras la operación, se habló mucho de la señal enviada a Hezbolá e Irán sobre las capacidades de Israel y de cómo ello podría ser un importante factor disuasorio, también se envió a los enemigos de Israel un fuerte mensaje interno dirigido a los ciudadanos israelíes: «No os desmoralicéis, no desesperéis, permaneced unidos, sed fuertes… porque las capacidades de Israel como nación van más allá de lo imaginable, y su capacidad para defenderse es considerable y sigue intacta». 

Y no nos engañemos: detrás de ese proselitismo religioso y ese fanatismo ideológico, no hay más que un afán de poder geopolítico por parte de Irán en la zona y unos intereses económicos, favorecidos por un tremendo lavado de cerebro desde edades tempranas, en sociedades fuertemente endogámicas. 

Las guerras prolongadas no benefician a ningún país e Israel no ha empezado esta. Esperemos que llegue a su fin también. Como decía Sun Tzu, «la victoria puede ser creada: conoce a tu enemigo, conócete a ti mismo y tu victoria nunca será amenazada». Nadie en estos momentos sabe lo que va a pasar, pero podemos intuir la gravedad del momento y las circunstancias.

Carlos De Antonio Alcázar es analista de seguridad del Centro para el Bien Común Global en la Universidad Francisco de Vitoria.

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