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El Líbano, un Estado fallido ahogado por la corrupción y a punto de ser invadido por Israel

El país vive sumido en una crisis económica y política desde 2019 con un vacío de poder que da alas a Hezbolá

El Líbano, un Estado fallido ahogado por la corrupción y a punto de ser invadido por Israel

Un hombre condena un bombardeo israelí en el sur de Beirut (Líbano), este martes. | Amr Abdallah Dalsh (Reuters)

La sombra de una invasión se cierne sobre el Líbano. La escalada de violencia entre Israel y la milicia chií Hezbolá -muy arraigada en el sur del país- está llegando a su punto más álgido en décadas. Los ataques israelíes sobre Beirut dejan ya cerca de 600 muertos y 1.800 heridos. Tras la última oleada de bombardeos, ocurrida este miércoles, el Ejército de Israel ha puesto en marcha unas maniobras militares que hacen intuir una incursión terrestre inminente. El general Herzi Halevi, jefe de las Fuerzas Armadas, comunicó este miércoles a sus tropas que el objetivo de los últimos bombardeos es «preparar el terreno para una posible entrada [en Líbano] y seguir debilitando a la milicia».

Horas antes, el ejército había informado de la movilización de varias brigadas en el norte del país tras llevar a cabo bombardeos adicionales sobre Líbano. Esto ha ocurrido después de que Hezbolá lanzara un misil balístico hacia la zona de Tel Aviv, el primero de su tipo en casi un año, según reconocieron ambas partes. Asimismo, la milicia ha lanzado más de 40 cohetes de corto alcance sobre el norte del Estado judío en los últimos días. La mayoría han sido interceptados por los sistemas de defensa aérea israelí.

Con esta inminente ofensiva, llueve sobre mojado en el Líbano. El país lleva un lustro hundido en una crisis política y económica que no parece terminar nunca. La inflación es galopante; la corrupción, indiscriminada; la gobernabilidad, casi inexistente; el fanatismo está a la orden del día y los grupos armados campan a sus anchas sin oposición.

Hace cuatro años, la capital del país fue noticia en todo el mundo. El 4 de agosto de 2020, varias toneladas de nitrato de amonio explotaron en el puerto de Beirut. El incidente dejó 218 muertos, unos 7.000 heridos y desplazó de sus hogares a 300.000 beirutíes. Fue una de las mayores explosiones no nucleares registradas en tiempos contemporáneos. Este terrible accidente puso de manifiesto las hondas grietas que resquebrajan el país. El Líbano sigue sin levantar cabeza desde entonces, lo que condena al país a la pobreza y al dominio de grupos armados paramilitares.

Vacío de poder

El Líbano vive sumido en un vacío de poder desde hace años, fruto de un sistema político desfasado y basado en las distintas religiones del país. La Constitución libanesa marca que el presidente debe ser un cristiano maronita, independientemente de su partido político. El presidente, junto con el Parlamento, elige al primer ministro, que debe ser un musulmán suní. A su vez, el portavoz de la cámara debe ser un musulmán chií.

Este sistema confesional está basado en un censo religioso de 1932, cuando los cristianos maronitas conformaban la mayoría de la población. En la actualidad, este grupo supone cerca 40% de la población, mientras que el 60% son musulmanes (27% chiíes, 24% suníes y 5% drusos).

El Líbano lleva sin presidente desde 2022, cuando acabó el mandato de Michel Aoun, líder del Movimiento Patriótico Libre (FPM, por sus siglas en inglés). Su mandato duró desde 2016 hasta 2022. El expresidente, cristiano maronita y exmilitar, ha sido una figura clave en la política libanesa durante décadas.

Pese a su confesión cristiana, su mandato fue respaldado por la milicia chií (o sea, musulmana) Hezbolá. Esto le otorgó una importante base de poder, y también le valió numerosas críticas, tanto internas como externas. Cabe destacar que Hezbolá está considerado un grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. Aoun se definía como defensor con la soberanía del Líbano, pero su alianza con el grupo paramilitar lo acercaba al eje proiraní de la región.

El mandato de Aoun fue notablemente inestable. Su Gobierno enfrentó una grave crisis económica a partir de 2019, que llevó a la devaluación de la moneda y una inflación descontrolada. Desde entonces, la pobreza se ha extendido a una gran capa de la población. Para colmo, en 2020 llegó la pandemia de Covid-19 y la citada explosión en el puerto de Beirut.

Corrupción y clientelismo

El Gobierno de Aoun estuvo rodeado de acusaciones de corrupción. Actualmente, el FPM está bajo el control del yerno del expresidente, Gebran Bassil, que ha sido acusado de manejar el poder a través de redes clientelares, un problema que afecta a casi todas las facciones políticas del Líbano.

En 2021, al borde del fin de su mandato, Aoun nombró primer ministro al multimillonario Najib Mikati, quien está actualmente en el cargo. El primer ministro se encuentra ahora en Nueva York, asistiendo a la Asamblea General de la ONU, mientras su país está al borde de la invasión. Aoun defendió la elección de Mikati por su perfil «tecnócrata» y su capacidad de sacar al Líbano de la grave crisis que padece. No lo ha conseguido.

El PIB del Líbano ha seguido en caída libre desde el estallido de la crisis. En 2023 era de unos 18.200 millones de dólares, frente a los 368.100 millones de Irán o los 234.000 millones de Irak, por poner ejemplos cercanos. El índice de desarrollo humano, igualmente, ha caído notablemente desde 2019. La pobreza alcanza al 70% de la población, según los datos de la ONU. Así pues, no hay un Gobierno que emprenda medidas para paliar la crisis ni que acabe con la corrupción endémica que se ha apoderado de la sociedad libanesa.

Netanyahu a la ONU

En medio de esta guerra, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, viajará este jueves a Nueva York para pronunciar su discurso ante la Asamblea General de la ONU el viernes, según informó su oficina. Aunque el viaje estaba previsto inicialmente para este miércoles, se pospuso debido a las consultas con las autoridades de seguridad israelíes sobre esta escalada bélica. Netanyahu ha afirmado que las Fuerzas Armadas israelíes seguirán atacando «con fuerza» las posiciones de Hezbolá hasta garantizar la seguridad de los civiles evacuados del norte de Israel debido a los ataques de la milicia libanesa. Por el momento, no ha confirmado si invadirá o no el país vecino.

Mientras tanto, en el Líbano, el presidente del Parlamento, Nabih Berri, asegura que se están realizando «esfuerzos serios» para lograr una solución política que permita alcanzar una tregua entre Israel y Hezbolá. Según Berri, en estos esfuerzos participan él mismo, el primer ministro libanés y «partes internacionales», incluyendo Estados Unidos. Las próximas 24 horas serán decisivas para determinar el éxito o fracaso de estas gestiones diplomáticas, según declaró en una entrevista con el diario árabe Al Sharq al Awsat.

También el presidente francés, Emmanuel Macron, intervino este miércoles en el foro de Naciones Unidas, donde afirmó que «no puede y no debe haber una guerra en Líbano». El país estuvo bajo mandato francés hasta 1943. Macron hizo un llamamiento a Israel para que cese la escalada de violencia y a Hezbolá para que detenga los ataques con cohetes. Asimismo, instó a que ambas partes respeten la «línea azul» que marca la frontera entre ambos países.

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