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Portazo de Brasil a Maduro en los BRICS y las cuentas del 28-J

Apartir del 10 de enero, Lula no reconocerá el nuevo gobierno venezolano

Portazo de Brasil a Maduro en los BRICS y las cuentas del 28-J

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el papa Francisco. | Archivo

La primera consecuencia directa para el régimen chavista de Nicolás Maduro tras las cuestionadas elecciones del 28 de julio ha sido un mayor aislamiento internacional, en momentos en que Venezuela necesita desesperadamente fondos extranjeros para relanzar una economía que anda en muletas.

Esta semana el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva dio a Maduro uno de los golpes que menos se veían venir: vetó el ingreso de Venezuela a los BRICS, ese bloque de cooperación entre las grandes potencias mundiales emergentes donde el chavismo espera encontrar balones de oxígeno en forma de flujos financieros y grandes inversiones.

Lula da Silva siempre había sido un aliado estrecho del régimen chavista y cultivó una cercana amistad con Hugo Chávez, alianza bien adobada con grandes negocios: desde los corruptos proyectos inconclusos de la constructora Odebrecht, que hicieron perder miles de millones de dólares a Venezuela, hasta importaciones masivas de azúcar, pollo, soya, cereales y carnes; entre otros bienes básicos surtidos por Brasil, esa despensa del mundo que siempre anda a la caza de nuevos mercados en sus zonas de influencia, en este caso el Caribe.

Pero ni los viejos tiempos ni los grandes negocios parecen por ahora ser suficientes para que Lula le dé una patente de corso a Maduro, pues el venezolano más bien se ha vuelto una carga incómoda para la izquierda brasileña y el Partido de los Trabajadores (PT), hoy asustado con el fortalecimiento de los partidos de derecha y de Jair Bolsonaro.

Su posición hoy sirve de referencia para lo que puede esperar Maduro de otros países, incluso antiguos aliados como España y Colombia, cuyos gobiernos al igual que el de Brasil le han pedido mostrar las actas que acrediten su triunfo electoral, y si es el caso pasar la página de esta crisis política.

«A través de una acción que contradice la naturaleza y postulado de los BRICS», la cancillería brasileña (Itamaraty), liderada por el embajador Eduardo Paes Saboia, «decidió mantener el veto que Bolsonaro aplicó a Venezuela durante años, reproduciendo el odio, la exclusión e intolerancia promovidos desde los centros de poder occidentales», dice un comunicado de la Cancillería de Maduro.

Se cuida de no mencionar a Lula, sino que más bien le echa la culpa a su canciller, como si la política exterior de Brasil fuese independiente. 

Celso Amorim el asesor especial de Lula para temas internacionales y canciller en sus primeros gobiernos –entonces cercano al chavismo- dijo al diario O Globo que se rompió la confianza en Maduro, quien no cumplió su promesa de mostrar las actas de las elecciones. 

El chavismo considera «una agresión y un acto hostil» el bloqueo esta semana en la cumbre de Kazán, adonde llegó Maduro de sorpresa en su primera salida al exterior después del 28 de julio. Su mano derecha, la vicepresidenta Delcy Rodríguez, y el canciller Yván Gil, habían llegado antes e iban a ser los representantes del país en el encuentro. 

Pero cuando funcionarios brasileños anticiparon que no apoyaban el ingreso de la Venezuela de Maduro al bloque, el propio líder chavista agarró un avión y se fue en persona a la cumbre para apretar las tuercas del cabildeo.

«Venezuela insiste en la necesidad de que se avance en pasos más audaces en la consolidación del nuevo banco de los Brics, una de las necesidades de los pueblos del sur para su desarrollo, para acceder a inversiones», dijo Maduro al participar en la plenaria del grupo ampliado, que incluye a los fundadores y sus 40 países amigos. 

Una fuente de dinero que no llega

Los socios crearon el banco el 15 de julio de 2014 en la sexta cumbre del grupo, en Fortaleza, Brasil. Ya en 2016 otorgó sus primeros créditos. Sus fundadores (incluyendo Sudáfrica, sumada después) aportaron una inicial de 50.000 millones de dólares y tienen el 10,98% del capital suscrito cada uno. Además de los cinco países fundadores, se han sumado Bangladesh, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, con capital minoritario de entre 1% y 2,27% cada uno. 

El mandato es ampliar este capital a 100.000 millones de dólares. El banco está abierto a la membresía de todos los países miembros del sistema de Naciones Unidas y no necesariamente a los socios de BRICS. Venezuela, está visto, no tiene fondos para suscribir este aporte y acceder a créditos. De hecho, ya debe cuotas atrasadas en las organizaciones tradicionales a las que pertenece, según fuentes diplomáticas.

«Venezuela fue sacada de los sistemas de pago mundiales como parte de las agresiones para cambio de régimen político», dijo Maduro en la plenaria en alusión a las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos contra líderes chavistas, contra la República y contra Petróleos de Venezuela, PDVSA, en represalia al autoritarismo chavista. 

Ese régimen de sanciones impide, por ejemplo, que Venezuela reciba fondos de organismos de desarrollo, como el FMI el Banco Mundial y el Interamericano de Desarrollo (BID); también impide refinanciar una deuda externa que supera los 165.000 millones de dólares.

Esa deuda fue declarada en moratoria de manera unilateral por Maduro en 2017 (antes de las peores sanciones); e impide repotenciar a Pdvsa, quebrada tras años de mala gerencia y manejos dolosos (cinco de sus expresidentes tienen procesos judiciales por corrupción, el más reciente fue detenido esta semana).

Esas sanciones han sido impuestas con el argumento de castigar al régimen chavista por sus evidentes atentados contra la democracia, los Derechos Humanos, por perseguir a los opositores y por la supuesta implicación de algunas figuras en narcotráfico y corrupción.

Unas elecciones libres, transparentes y con aval internacional, eran un hito para la posible legitimidad de un nuevo gobierno en Venezuela y el regreso del país al concierto internacional.

Pero Maduro no ha mostrado las actas de las elecciones presidenciales del 28 de julio y ninguna democracia de corte occidental ha reconocido su alegado triunfo, ni siquiera el Brasil de Lula, que en el pasado era un refugio político y comercial para un régimen atornillado en el poder tras 25 años de altibajos.     

Medios brasileños como O Globo citan fuentes del Gobierno brasileño para afirmar que a partir del 10 de enero Lula no reconocerá el nuevo gobierno de Maduro y que pondrá esas relaciones en el congelador.

Por lo pronto, no ha podido entrar a los BRICS, para compensar esa falta de acceso a fondos tradicionales. El ingreso haría a Venezuela candidata a créditos del banco creado por ese bloque y que dirige la brasileña Dilma Rousseff, la expresidenta de Brasil, de las filas del PT y muy cercana a Lula da Silva.

La presidencia del Nuevo Banco de Desarrollo, como se llama el banco de los BRICS, es rotativa y a partir de julio de 2025 le tocaría a Rusia. Pero según fuentes brasileñas, Putin declina el turno debido a los efectos de su guerra contra Ucrania y vota a favor de que Rousseff permanezca en el cargo.

Mientras tanto, el Gobierno de Maduro no ha tenido el coraje de romper «todas las relaciones diplomáticas, consulares, económicas y comerciales» con España, como proclamó en su momento el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, el hermano de Delcy y uno de los más poderosos en el ala civil del régimen chavista. 

El legislativo ya aprobó por votación esta ruptura, pero Maduro parece haber reconsiderado la idea cuando más necesita sumar en vez de restar apoyos.

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