THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Guerra psicológica: Ucrania, ETA y otras manipulaciones

La aparición en el mar de amenazantes submarinos rusos y de la Virgen fueron dos perfectos engaños

Guerra psicológica: Ucrania, ETA y otras manipulaciones

Vladimir Putin y Kim Jong Un brindando durante la visita del líder supremo norcoreano a Rusia en 2019. | Russian Presidency (Zuma Press)

La guerra psicológica, juntando definiciones académicas, podría ser el conjunto de medidas persuasivas destinadas a destruir moral y emocionalmente al enemigo, influir en sus actitudes y opiniones, en el marco de una confrontación. Es decir, vencer al enemigo sin disparar una pistola.

Los conflictos armados siempre han utilizado el arma psicológica, aunque algunos crean que es un invento de la época de las redes sociales. Hace unas semanas nos enteramos de que Rusia había llegado a un acuerdo con Corea del Norte para recibir a 10.000 soldados que participarán activamente en los frentes de batalla de la guerra de Ucrania. Un paso más en la generalización del conflicto, al que pueden tratar de hacer frente desde el otro bando utilizando la guerra psicológica.

200 militares norcoreanos que desertaron hace tiempo a Corea del Sur se han ofrecido al Gobierno ucraniano para desplazarse hasta allí y utilizar contra sus conciudadanos las armas de la guerra psicológica. Sin disparar balas, usando altavoces y folletos lanzados desde un avión, intentarían convencerles de que lo mejor que pueden hacer es desertar. Aseguran que ellos conocen como nadie el sentir, las frustraciones y problemas de esos soldados forzados a entregar su vida lejos de su país. Vamos, que se ofrecen voluntarios para hacerlos desaparecer del frente de combate… sin matarlos.

‘El Lobo’ engañó a la prensa belga

Los casos de guerra psicológica son muy llamativos. En 1979, cuatro años después de haber puesto punto final a su infiltración en ETA, Mikel Lejarza, El Lobo, organizó una acción junto a su oficial de caso, el jefe del Área de Antiterrorismo, Fernando Dueñas.

Montaron una escenificación simulando que Lejarza era un etarra arrepentido y Dueñas llamó a la televisión belga y a otros medios como un agente del servicio secreto español que les daba una exclusiva. Delante de una pared colocaron una bandera enorme del País Vasco y El Lobo se colocó a un lado vestido de negro, incluida una capucha, y les habló en euskera y español. Ofreció una rueda de prensa para desvelar que ETA se entrenaba en campos de Bélgica gracias a los apoyos con que contaba en ese país. El servicio secreto conocía el tema desde hacía tiempo, pero nadie quería contarlo, ni siquiera el propio Gobierno español.

La noticia tuvo una gran repercusión en Bélgica y se montó un gran follón. El Gobierno español tuvo que pedir explicaciones al belga, y estos se vieron forzados a poner límites a los terroristas.

Los submarinos no eran rusos

Otro caso aún más alucinante estuvo protagonizado en 1980 por el primer ministro sueco, Olof Palme, que defendía una política exterior neutralista, cercana al pacifismo. De repente empezaron a ser detectados en las costas cercanas al país submarinos soviéticos en un número sorprendentemente alto. Los medios de comunicación se volcaron en el tema y la gente incluyó en sus temas de conversación habituales el peligro de la amenaza soviética. Estaba activa la Guerra Fría y Olof Palme se vio obligado a alejarse de la política exterior que le hubiera gustado practicar.

Tuvieron que pasar más de 20 años para que se supiera con certeza que esos submarinos no venían del este, sino que pertenecían a las flotas de Estados Unidos y Gran Bretaña.

La aparición de la Virgen

De las acciones de la guerra psicológica que han pasado a la historia hay una que me parece fascinante. En 1982, con Fidel Castro asentado en el poder en Cuba y Estados Unidos inventando acciones locas para desbancarle, se produjo una situación sorprendente. En la bahía de La Habana apareció una enorme figura de la Virgen sonriente tendiendo las manos hacia las personas que contemplaban extasiados la escena. El gobierno castrista intentó enterrar la noticia, pero alguien la filtró a los disidentes de Miami que la publicaron y difundieron por Estados Unidos y, especialmente, por Cuba. El pueblo tenía la creencia de que siempre que se iba a producir algún cambio importante en la isla aparecía la Virgen.

Tardó años en descubrirse que la aparición divina había contado con ayuda humana: un submarino estadounidense emitió un holograma de la Virgen. Ver para creer.

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