El mito de Pandora: lobos con piel de cordero en Siria
La rápida caída del régimen de al Assad puede haber desencadenado males que están aún por manifestarse
El mito de la caja de Pandora, de origen griego, relata la creación de Pandora, la primera mujer moldeada por los dioses. Dotada de curiosidad por Hermes, Pandora recibió de Zeus una caja con la advertencia de no abrirla. Sin embargo, su curiosidad la llevó a desobedecer, liberando todos los males que azotan al mundo. Este mito puede servirnos como una analogía para reflexionar sobre los posibles desarrollos en los recientes acontecimientos en Siria. Es importante no limitarnos únicamente a los titulares, sino leer entre líneas y analizar las causas subyacentes: algunas más profundas y ocultas, otras más evidentes, que podrían ser las más relevantes y, quizás, deliberadamente ignoradas. No hay duda de que la caída del régimen de Assad tendrá enormes implicaciones, tanto a nivel regional como internacional, que llevará tiempo comprender con mayor claridad, siendo indudable que Rusia e Irán son los mayores perdedores.
Como bien sabemos, el régimen de Assad fue fundado por su padre Hafez al Assad y continuado por su hijo Bashar. Ambos han gobernado Siria con extrema crueldad durante más de cincuenta años. Y volviendo a la mitológica caja de Pandora, los levantamientos de 2011, más o menos pacíficos, conocidos como la «Primavera Árabe» derivaron en Siria en una terrible guerra civil. Assad ordenó a su aparato de seguridad, que usara fuerza letal contra manifestantes que protestaban pacíficamente contra la violencia policial y la detención masiva de defensores de la democracia. Es importante destacar que bajo el régimen de Bashar al Assad, más de 600.000 personas perdieron la vida, en su mayoría civiles, a consecuencia de matanzas masivas, limpieza étnica, torturas, violaciones y otros hechos graves contra los derechos humanos. Irán y Rusia desempeñaron un papel activo y fueron colaboradores directos en estos actos.
Sin embargo, la comunidad internacional, representada principalmente por las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, no adoptó medidas eficaces para detener esa violencia ni para llevar a los responsables ante la justicia. Estas acciones no solo lo situaron junto a otros tiranos en una página negra de la historia, sino que desencadenaron un camino de dolor y destrucción para Siria. Assad frustró las esperanzas de reforma, llevó a muchos de sus compatriotas al exilio o la muerte y, al intensificar la violencia estatal, fue responsable del estallido de una cruenta guerra civil.
Y ahora asistimos a una nueva etapa, llena de interrogantes. En tan solo diez días, hemos sido testigos de la rápida e inesperada caída de la capital siria, Damasco, a manos de diversos actores: los denominados «rebeldes», «fuerzas opositoras suníes» y «grupos yihadistas y salafistas reconvertidos». ¿Estamos, quizás, ante un momento decisivo en la historia contemporánea de Oriente Medio? El tiempo lo dirá. Los recientes acontecimientos en Siria podrían estar motivados por factores más profundos, como la expansión territorial, la competencia por los recursos energéticos, los cambios geopolíticos, la reconfiguración de liderazgos y la reorganización del poder en la región. También debemos plantearnos interrogantes sobre el futuro de Siria, el papel de sus vecinos y sobre todo «de las partes interesadas globales» en la gestión del panorama posterior a Assad.
Intentemos descifrar esta caja de Pandora abierta. Para ello, comencemos por el principio, con lo que resulta evidente a simple vista: el mundo ha quedado sorprendido por la rápida progresión de los «rebeldes opositores» de la Organización para la Liberación del Levante o Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Este grupo logró, en un breve lapso, conquistar Alepo, la segunda ciudad más importante de Siria; al día siguiente, avanzaron sobre Hama, luego tomaron Homs y, finalmente, Damasco. El 7 de diciembre, se informó que Bashar al Assad había huido, aparentemente hacia Rusia. ¿Cómo ha sido posible esta rápida progresión?
El colapso del régimen de Assad se debe en parte a años de decadencia dentro del ejército, que se fue carcomiendo desde dentro y desde fuera. Después de sufrir los primeros reveses a manos de la oposición armada en 2018, el régimen tiránico había recuperado el control de gran parte del territorio sirio con el apoyo de Rusia e Irán. Pero poco hizo después para fortalecer sus fuerzas armadas. Su gran error fue confiar exclusivamente en el poder aéreo ruso y en las milicias respaldadas por Irán, como Hezbolá, para sostener su control territorial. Cuando llegó la ofensiva rebelde, las defensas del ejército resultaron débiles o inexistentes. Para HTS fue un paseo militar. Según diversas fuentes, esto fue precedido por seis meses de planificación y recopilación de inteligencia, facilitados por el ejército turco, que buscaba avanzar en su propia agenda contra los kurdos.
Hayat Tahrir al-Sham es un grupo yihadista que tiene sus orígenes en Jabhat al-Nusra, una organización a imagen y semejanza de Al Qaeda, ya que fue creada por orden de la misma, al mandar a Abu Muhammad al-Jawlani a Siria. En 2016, el HTS rompió formalmente sus lazos con Al Qaeda y adoptó su nombre actual en 2017, tras fusionarse con otros grupos rebeldes. Y ante este y otros grupos, el régimen de Bashar al Assad que había resistido más de una década de levantamientos, guerra civil y sanciones internacionales, desde el inicio de las protestas generalizadas en 2011, se derrumbó en menos de dos semanas.
Increíblemente, como pasó en Afganistán, sus fuerzas armadas se desvanecieron a medida que los «rebeldes» avanzaban. Hay que subrayar que los «rebeldes» lanzaron su ofensiva el 27 de noviembre, el día en que entró en vigor el alto el fuego entre Israel y Hezbolá. Aprovecharon pues una ventana de oportunidad y la debilidad de sus enemigos. En tres días Alepo cayó y posteriormente Hama y luego Homs, dejando el camino a Damasco completamente abierto. En el sur, se hizo la pinza también y esos levantamientos acabaron rápidamente con cualquier resistencia y rastro de control de Assad sobre su país. Para el 8 de diciembre, se había tomado Damasco y Assad había huido del país. Tras la rápida victoria del grupo yihadista, el 10 de diciembre, el líder del HTS, Abu Mohammed al-Jawlani, nombró a Mohammad al-Bashir como primer ministro de transición y le asignó la tarea de formar un gobierno.
Hasta ahora, HTS ha infundido calma en las áreas en las que sus combatientes han entrado, incluida la capital Damasco, y las ciudades de mayoría alauita a lo largo de la costa mediterránea de Siria. Al-Jawlani ha prometido proteger a las minorías del país, pero han comenzado a surgir informes de asesinatos por venganza, especialmente en la provincia de Hama.
Está claro que muchas cosas podrían salir mal y que aún quedan muchos retos por delante. Por ello, analicemos con detalle a los principales actores:
Siria
Con el colapso del régimen de Assad, y la salida de fuerzas rusas y de la guardia revolucionaria iraní, Siria se encuentra ahora fragmentada y dividida entre varias facciones dominantes, cada una con apoyo externo y objetivos distintos. Destaquemos las más importantes:
- Las fuerzas de oposición sirias, conformadas por el Ejército Nacional Sirio (ENS), una agrupación de milicias reunidas por Turquía que ocupan el norte del país; y otras facciones de corte yihadista como Hayat Tahrir al-Sham, también apoyados indirectamente por Turquía, que controlan ahora el centro de Siria, y que se extiende desde la frontera norte con Turquía hasta la frontera sur con Jordania.
- Milicias drusas, situadas en la frontera sur con Jordania y zonas limítrofes con Israel.
- Las fuerzas kurdas de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), que controlan el territorio en el noreste de Siria, que limita con Turquía al norte e Irak al este y que, de momento, siguen recibiendo apoyo de Estados Unidos, que tiene bases militares en la zona. Este apoyo corre el riesgo de aumentar las tensiones con Turquía, que considera el reforzamiento de los kurdos como una amenaza a su integridad territorial.
- Las fuerzas alauitas pro-Assad, que veremos lo que resisten, situadas principalmente en las regiones costeras del oeste de Siria y que aún mantienen fuertes vínculos con Irán, Irak y el grupo militante Hezbolá del Líbano. Estas zonas podrían servir como bastión para los remanentes de los grupos alineados con Assad, después de la toma del poder por parte de la oposición, lo que perpetuaría las divisiones sectarias.
- Estado Islámico (ISIS) sigue siendo una amenaza activa en Siria, realizando ataques ocasionales y manteniendo células durmientes en varias regiones del país.
La rápida caída del régimen de Assad tendrá implicaciones profundas para los actores principales en Oriente Medio. Las fuerzas rebeldes sunitas, respaldadas de manera significativa por Turquía, han sabido capitalizar el momento de vulnerabilidad que atravesaba Siria. Los aliados del régimen, a pesar de lo que afirme su propaganda, se encuentran debilitados: Rusia está inmersa en su conflicto con Ucrania, mientras que Irán y sus grupos aliados enfrentan dificultades debido a los enfrentamientos con Israel. Estas circunstancias brindaron una ventaja estratégica a los rebeldes, permitiéndoles avanzar con rapidez hacia la capital, Damasco.
Turquía
Ya controla efectivamente una franja de territorio en el norte de Siria, donde su ejército ha estado luchando contra las fuerzas kurdas del Frente Democrático Sirio. Ahora, con la victoria de sus aliados del Ejercito Nacional Sirio y HTS, se espera que Turquía amplíe su influencia política y militar en Siria, lo que planteará más desafíos para la minoría kurda que lucha por su autonomía. Además, su ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, ha confirmado que Turquía desempeñó un papel clave para garantizar que los aliados de Assad, Rusia e Irán no intervinieran.
Uno de los interrogantes más críticos en este contexto es si Turquía, que ya está llevando a cabo una incursión militar, lo haga a gran escala en el norte del territorio sirio, actualmente controlado por fuerzas kurdas apoyadas por Estados Unidos. Esta posible y preocupante nueva ofensiva turca profundizaría la inestabilidad en la región y estaría utilizando ese «vacío de poder» antes de la investidura de Trump, obligando así a la nueva administración norteamericana a reconocer «de facto» la autoridad de Turquía en la región. Sería fundamental observar si Estados Unidos decide no abandonar a las fuerzas kurdas.
Este apoyo a los rebeldes y la aparente maniobra estratégica de Turquía suscitan la interrogante, de si realmente resultarán beneficiosos para Erdogan. Es posible que ahora sea consciente del alcance de su influencia para dar forma a los acontecimientos en Siria, un país que logró liberarse del dominio turco hace ya un siglo.
Siria formó parte del Imperio Otomano desde 1516 hasta 1918. Tras la disolución del Imperio Otomano al finalizar la Primera Guerra Mundial, la Liga de las Naciones dividió el control de la antigua Siria entre dos potencias: el Reino Unido recibió Transjordania y Palestina, mientras que Francia tomó el control de lo que hoy son Siria y Líbano.
En los últimos años, debilitado por una enorme crisis económica interna y un creciente descontento público por la presencia de más de tres millones de refugiados sirios, Erdoğan habría buscado la normalización de las relaciones con Assad, para asegurar el retorno de los refugiados. Pero Assad no quiso, apoyándose en sus aliados Rusia e Irán. Turquía no olvidó esa afrenta y ha sabido aprovechar su oportunidad.
El escenario ideal para Erdogan sería establecer un gobierno en Damasco que respetara a las minorías, pero que al mismo tiempo no otorgara poder a las fuerzas kurdas. Turquía teme que los kurdos sirios establezcan una región autónoma en el norte de Siria, que se extienda a lo largo de unos seiscientos kilómetros de la frontera turco-siria. En este escenario, surge el respaldo de Estados Unidos e Israel a los kurdos sirios, específicamente a las Unidades de Protección Popular (YPG), que son la columna vertebral de las Fuerzas Democráticas de Siria. Difícil y complicada situación, que ronda lo rocambolesco.
Con una nueva administración estadounidense esperando entre bastidores, que no quiere problemas en el exterior, la política futura no está clara. Es posible que Estados Unidos busque restringir cualquier acción militar directa de Turquía, miembro de la OTAN, contra los kurdos dentro del territorio sirio.
Irán
Es uno de los grandes perdedores en la región, ya que el colapso del régimen de Assad, aliado crucial del régimen de Teherán en Siria y los golpes infligidos por Israel a sus aliados, como Hamás y Hezbolá, han reducido drásticamente su influencia regional, dejándolo más vulnerable a un conflicto directo con Israel. En última instancia, Irán entiende que lo que les queda después de los duros golpes asestados por las Israel a Hezbolá y el colapso del régimen de Assad es un dilema importante: acelerar su programa nuclear, con consecuencias impredecibles, o buscar un acuerdo con EEUU para ganar tiempo, todo bajo la constante amenaza de Israel como «espada de Damocles», que preferiría frenar el avance nuclear iraní.
Además, la inestabilidad en la región podría tener repercusiones en otros países como Jordania, Irak y Líbano, donde las fuerzas españolas están presentes en diversas misiones. En particular, la desestabilización de Jordania, cuyo reino está bajo la monarquía hachemita de Abdullah II, sería de gran gravedad. El colapso del régimen de Assad podría incitar a Jordania a reforzar su seguridad interna, ante posibles infiltraciones y tensiones internas que podrían alterar su estabilidad política.
Esta situación también preocupa a EEUU e Israel, dado que la estabilidad jordana es clave para la seguridad regional, especialmente por su frontera compartida con Israel. Un cambio significativo en la seguridad a lo largo de esta frontera podría afectar la asignación de fuerzas de las FDI.
Desde la perspectiva de Irán, la situación regional ha cambiado considerablemente. La pérdida de su suministro de petróleo a Siria, ahora reemplazado por Arabia Saudita, representa un golpe adicional a su economía y a sus ingresos por exportaciones. Mientras tanto, Qatar busca influir en la reconstrucción económica de Siria y promover su ideología de los Hermanos Musulmanes, lo que refleja una estrategia similar a la de Turquía bajo Erdogan. Ante este panorama, Irán ha visto cómo su frente de influencia se reduce, centrando ahora sus esfuerzos en Yemen e Irak. Este enfoque más limitado podría permitirle consolidar su control en estos dos Estados clave, a diferencia de su intento anterior de gestionar una mayor extensión de influencia en varios frentes.
Israel
La caída de Assad y los recientes acontecimientos en Siria han debilitado significativamente el llamado «eje de la resistencia» liderado por Irán, dejando a Israel en una posición estratégica más favorable al interrumpir las líneas de suministro a Hezbolá y aislar al grupo.
Este contexto, sumado a la fragilidad de Hamás, la retirada de Rusia y la nueva dinámica en Oriente Medio, podría allanar el camino para la futura normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudita en el marco de los Acuerdos de Abraham. Para Estados Unidos, este escenario representa una oportunidad estratégica para consolidar su influencia en la región, reforzar alianzas clave y contrarrestar la amenaza iraní, lo que supondría un avance hacia la estabilidad regional, con amplias repercusiones geopolíticas y económicas.
Israel está actuando con decisión para lograr sus objetivos contra sus adversarios lo más rápidamente posible. Llevaron a cabo una operación aérea de gran envergadura sobre Siria, impactando en más de 450 objetivos en cinco días y destruyendo, según sus informes, aproximadamente el 80% de las capacidades militares de Siria. Entre los blancos destruidos se incluyen sistemas de misiles de defensa aérea, instalaciones de fabricación y almacenamiento de armas químicas, aeropuertos, bases aéreas, radares, estaciones de señales militares, depósitos de armas y municiones, así como capacidades navales. Asimismo, el 8 de diciembre, tomaron el control del lado sirio del monte Hermón, una posición estratégica que proporciona una vista completa de la llanura siria circundante.
Cabe destacar que Israel y Siria acordaron en 1974, tras la Guerra de Yom Kipur, que el monte Hermón formaría parte de una zona desmilitarizada de 235 kilómetros cuadrados. No obstante, Israel considera este acuerdo inválido, hasta que se restablezca el orden en Siria. Las autoridades israelíes insisten en que sus movimientos y acciones son temporales y limitados a la autodefensa. Además de tratar de no dejar infraestructura militar a quien tome el poder en Siria, es totalmente lógico con la terrible experiencia sufrida por Israel desde el 7 de octubre de 2023, que intente preventivamente ocupar terreno dominante y con ello conseguir un mayor perímetro de seguridad, para dar profundidad estratégica a su defensa, en un momento marcado por la incertidumbre y la inestabilidad regional
Lógicamente, Qatar, Arabia Saudita, Kuwait, Jordania, Irak y la Liga Árabe han emitido declaraciones oficiales en contra, así como Francia, Alemania y España, señalando que se pone así en peligro una transición pacífica en Siria. Sin embargo, es fácilmente entendible que Israel efectúe esas acciones preventivas, cuando lleva en guerra desde hace más de un año en varios frentes. No creo que esas condenas tengan mucho recorrido y quedarán en mero lenguaje diplomático.
En este contexto, la fragmentación de Siria en facciones étnicas y religiosas podría disminuir la presión regional sobre Israel, permitiéndole así un mayor margen para perseguir sus objetivos estratégicos a largo plazo.
En Gaza, con Hamás reducido en sus capacidades, parece que un acuerdo para el alto el fuego y la entrega de rehenes está cada vez más cerca, a pesar de las tremendas dificultades. Al mismo tiempo, Hezbolá ha sufrido enormemente y ahora con los acontecimientos en Siria, muchísimo más, aunque quiera venderlo propagandísticamente de forma diferente. Tras el reciente alto el fuego acordado con Hezbolá el mes pasado, el primer ministro Benjamín Netanyahu subrayó un cambio de enfoque destinado a contrarrestar la «amenaza iraní». En este sentido, no se puede descartar la posibilidad de una acción dirigida contra las instalaciones nucleares iraníes, si Israel percibe una amenaza existencial.
E Israel no descuida el frente interno de Judea y Samaria, ante cualquier intento de desestabilización: el 18 de diciembre, el jefe del Estado Mayor, Teniente General Herzi Halevi, anunció la creación de cinco nuevas Brigadas de reservistas para las zonas fronterizas para Judea y Samaria. Lo relevante de estas nuevas unidades es que estarán integradas principalmente por reservistas mayores de 38 años y con amplia experiencia de combate, quienes además residen en la zona asignada a su Brigada. Esto les proporciona un conocimiento profundo del entorno, garantizando una respuesta rápida y eficaz ante cualquier eventualidad. La división, que ya ha comenzado su trabajo de capacitación y adiestramiento, contará con unos 15.000 efectivos, de los cuales 5.000 ya están disponibles.
Estados Unidos
Estados Unidos ha aprovechado también el vacío de poder en Siria, para enviar un mensaje contundente a los restos del Estado Islámico, lanzando bombardeos sobre más de 70 objetivos con aviones B-52, A-10 y F-15. Actualmente, cuenta con aproximadamente unos 2000 soldados en el país, según anunció recientemente el Departamento de Defensa, que se coordinan con las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), lideradas por los kurdos para continuar la lucha contra ISIS.
Aunque la administración demócrata propuso retirarse debido a los riesgos, hacerlo hubiera sido interpretado como un signo de debilidad y expondría aún más a Jordania a potenciales ataques, lo que refuerza la importancia estratégica de su presencia en la región. Y no olvidemos, como veíamos antes, a los kurdos, de los que Turquía no quiere oír hablar y que quiere reducir a la mínima expresión. Está decidida a reducir la influencia kurda en Siria, ha intensificado su apoyo tanto a Hayat Tahrir al-Sham como al Ejército Nacional Sirio, que ha llevado a cabo ataques contra los kurdos sirios, con el respaldo activo de las fuerzas armadas turcas.
Este apoyo ha permitido al ENS ganar ventaja sobre las FDS, que han perdido diversas ciudades y ahora parecen resignadas a perder cualquier territorio al oeste del Éufrates. Para los kurdos sirios, el futuro depende en gran medida de la postura de las fuerzas estadounidenses, mientras sus líderes intentan mantener su presencia como un bastión de estabilidad pro-occidental en un escenario cada vez más incierto. Tendremos que ver cuál va a ser la política estadounidense hacia Siria y la región con la nueva administración Trump.
Rusia
Rusia, que ya ha evacuado sus fuerzas de Siria, buscaba mantener el control sobre sus bases estratégicas en Tartús y Jmeimim, pero está «fuera de juego» , pues no ha llegado a un acuerdo con HTS. Sus fuerzas parece que van a ser reubicadas en Libia.
Además, y entrando en el terreno económico, Ucrania cerrará la última tubería de gas que queda hacia la UE desde Rusia muy pronto, lo que representa un problema real para la economía rusa. El conflicto en Siria también está marcado por intereses económicos, especialmente en el sector energético. Catar y Turquía han buscado construir un gasoducto que conecte sus reservas de gas con Europa, lo que podría reducir la dependencia del gas ruso y reconfigurar la geopolítica regional. Este gasoducto había sido bloqueado en gran medida por la influencia de Rusia sobre Siria. La defensa del régimen de Assad por parte de Rusia respondía a su interés por proteger su monopolio energético en Europa.
La construcción del gasoducto Catar-Turquía que atraviesa Siria, siempre se enfrentó con obstáculos internos en el país y la oposición firme de Rusia. Aunque Siria posee vastos recursos energéticos, la inestabilidad política y social actual hace incierta su capacidad para beneficiarse de ellos.
Este gasoducto, con una inversión de $10 mil millones, podría ser clave para Europa al diversificar sus fuentes de gas y reducir la influencia rusa. Sin embargo, su viabilidad depende de la estabilidad interna de Siria y de la cooperación internacional, lo que deja en duda su futuro.
Y, para concluir, algunas reflexiones finales:
El colapso
La caída del régimen de Bashar al Assad, que se originó en la reacción israelí al ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, llevó a la degradación de Hamás en Cisjordania, debido al tráfico de armas en la ruta Siria-Jordania-Cisjordania y de Hezbolá en el Líbano. El debilitamiento de Hezbolá en Siria y Líbano, sumado a la inacción de Irán y el desgaste de Rusia en Ucrania, generó un efecto dominó en el conflicto.
Además, la crisis ha evidenciado el agotamiento de Rusia, afectando su estatus como contrapeso a Estados Unidos, mientras que Irán ha visto desmoronarse su red de aliados regionales.
El vacío de poder dejado por la caída del régimen de Assad ha sido rápidamente ocupado por grupos sunitas radicales como Hayat Tahrir al-Sham (HTS) lo que ha generado caos y nuevas incertidumbres en Siria. Estos grupos han formado alianzas tácticas con otros insurgentes, como el Ejército Nacional Sirio (ENS) respaldado por Turquía y grupos rebeldes en el sur del país.
La situación ha provocado celebraciones entre los refugiados sirios en Europa, aunque sobre el futuro de su regreso y las posibles repercusiones para la estabilidad europea, no se ha abierto aún ningún debate. La vuelta paulatina de estos refugiados y el respeto a las minorías, creencias y derechos humanos serían elementos a juzgar en un termómetro de la «limpieza democrática» del nuevo régimen.
Consecuencias geopolíticas
Tras la caída del régimen de Al Assad, Siria ha quedado bajo el control de fuerzas opositoras sunitas radicales, muchas de ellas consideradas terroristas. Mientras Estados Unidos ve en su orientación islamista una amenaza para las minorías sirias, como kurdos, alauitas y cristianos, Turquía les ofrece apoyo. Un riesgo significativo se presenta en el noreste, donde el Ejército Nacional Sirio (ENS), respaldado por Turquía, avanza hacia las áreas controladas por las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), lo que podría desencadenar una escalada.
Tras el aparente acuerdo del HTS con las FDS , los kurdos gozarían de cierta independencia y la garantía de no intervención del nuevo Gobierno sirio en sus asuntos. Sería conveniente que Estados Unidos usara su influencia para reducir la tensión y fomentar un cese temporal de hostilidades, hasta que en Damasco se pueda negociar una solución definitiva.
Aunque los perdedores en el conflicto parecen claros, aún es prematuro determinar quiénes serán los ganadores. La situación en Siria sigue siendo incierta, por lo que es crucial proceder con cautela. Además, aunque HTS pueda parecer moderado, sus orígenes están vinculados a grupos radicales y no representan un modelo de libertad o respeto a las minorías y creencias religiosas. La evolución de los eventos en Siria dependerá de cómo se gestionen estas dinámicas conflictivas en el futuro cercano.
Israel ha tomado medidas preventivas para fortalecer sus defensas y disuadir posibles amenazas, asegurando que el vacío de poder dejado por la caída de Assad no se convierta en un refugio para fuerzas hostiles. Sin embargo, estas acciones conllevan riesgos, como una posible escalada del conflicto y críticas internacionales. Un desafío clave será evitar que los grupos rebeldes u otras facciones, una vez consolidadas, dirijan su atención hacia Israel. La partida de ajedrez, que mencionaba en anteriores análisis, se aproxima al denominado «endgame». Trasladar el centro de gravedad hacia Irán y enfocarse en su programa nuclear, la reina negra, es la jugada elegida por las piezas blancas de Israel.
Irán y Rusia , a pesar de su propaganda , han quedado muy debilitados en su influencia en la región. Intentarán reposicionarse con seguridad , pero están francamente debilitados.
Turquía, por su parte, juega un papel crucial con su apoyo a los grupos rebeldes y su intervención en el norte sirio para neutralizar a los kurdos y consolidar su posición geopolítica, lo que podría incrementar las divisiones internas en Siria.
Consecuencias económicas y sociales
En general, Siria corre el riesgo de dividirse en zonas o territorios fragmentados y controlados por facciones rivales, replicando escenarios como los de Libia, Irak o Yemen.
Las tensiones étnicas y sectarias debido a la diversidad de Siria, que incluye comunidades alauitas, sunitas, kurdas, drusas y cristianas, con profundos resentimientos históricos, puede complicar el escenario postconflicto. Otra incógnita es la vuelta de los más de 3 millones de refugiados sirios en Turquía, casi 800.000 en el Líbano, aproximadamente 600.000 en Jordania y unos 300.000 en Irak. Y no menospreciemos que harán los casi un millón en Alemania y en otros lugares europeos.
Los intereses económicos y energéticos podrían desempeñar un papel clave en la estabilización de la región, lo que es esencial para la construcción de gasoductos que reducirán la dependencia energética de Europa respecto a Rusia.
Europa, Estados Unidos y los países árabes moderados están a la espera de que el nuevo régimen en Siria demuestre su compromiso con la estabilidad, el respeto a las minorías, la democracia y la moderación.
En última instancia, la caja de Pandora debe cerrarse definitivamente. El pueblo sirio, tanto dentro como fuera de sus fronteras, merece un futuro mejor. Es imperativo que se logre una transición pacífica que permita estabilizar Siria, y con ello, contribuir a la paz en Oriente Medio. Los dramáticos eventos en Siria, sin duda, tendrán repercusiones en toda la región y más allá. Sin embargo, lo más importante es que los sirios tengan la oportunidad de reconstruir su gobierno, su sociedad y su rica cultura milenaria, de acuerdo con sus propios términos.