Por qué a Elon Musk no le está saliendo rentable la política
Asaltos y el desplome de Tesla en bolsa marcan la incursión del magnate en la Administración Trump

El fundador de Tesla, Elon Musk.
Durante años, Elon Musk cultivó la imagen de un visionario obsesionado con el futuro, esquivando el fango de la política y centrándose en Tesla y SpaceX. Sin embargo, el verano pasado, el magnate decidió entrar de lleno en el juego del poder, convirtiéndose en un influyente donante de la campaña de Donald Trump, con cerca de 300 millones de dólares. Lo que parecía una jugada maestra ha terminado siendo un boomerang.
Su incursión en la política ha provocado un terremoto que ha sacudido no solo su imagen, sino también el rendimiento de su marca de coches eléctricos Tesla. Desde que Musk expresó su apoyo a Trump y, más recientemente, al partido de derecha radical Alternativa para Alemania (AfD) y Reform UK en Gran Bretaña, el empresario ha quedado atrapado en el ojo del huracán.
Las consecuencias han sido inmediatas y brutales. La marca ha sido objeto de una oleada de ataques violentos. Según The Washington Post, tras la investidura de Trump, más de una docena de actos vandálicos han afectado a Tesla, incluyendo incendios provocados, cócteles molotov y disparos contra concesionarios y estaciones de carga.
Desde noviembre hasta ahora han ocurrido numerosos incidentes. En Colorado, una mujer prendió fuego a varios vehículos de la marca en un concesionario dejando un mensaje claro: «Nazi» y «Jódete, Musk». En Oregón, la semana pasada, un hombre disparó contra el escaparate de otro concesionario de Tesla, causando daños superiores al medio millón de dólares. En Maryland, varios edificios de la compañía han aparecido también con pintadas de simbología nazi. Tesla, que en cierto momento simbolizó el progreso y la sensibilidad medioambiental, ahora se enfrenta a un boicot feroz.
El desplome de las acciones y las ventas
El pésimo clima no ha tardado en reflejarse en la bolsa. Después de que las acciones de Tesla subieran un 91% tras las elecciones estadounidenses de noviembre, la compañía ha perdido un 45% desde su pico en diciembre, evaporando casi todas sus ganancias postelectorales. En lo que va de 2025, el desplome alcanza el 30,54%, con las acciones cerrando en 263,45 dólares, muy por debajo del precio objetivo de los analistas de 329,26 dólares, según un informe de Wedbush Securities del 19 de febrero.
Los consumidores también están dando la espalda a la marca. En California, el mercado de coches eléctricos más grande de EEUU, las matriculaciones de nuevos Tesla cayeron el pasado año un 12%, mientras que otras marcas crecieron un 1,4%, según datos de la Asociación de Concesionarios de Coches de California. Ciudades tradicionalmente de izquierdas como Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, donde Tesla era un símbolo de estatus y conciencia ambiental, también han visto desplomes en las matriculaciones.
Antes, el 22% de los compradores de coches de lujo en EEUU consideraban a Tesla como una opción. Ahora, solo un 7% lo hace. Una caída drástica que pone en duda el atractivo de la marca en un mercado cada vez más competitivo.
Inicialmente, los inversores veían con buenos ojos la relación de Musk con Trump, imaginando que podría traducirse en regulaciones más favorables. Pero la situación se torció cuando el magnate, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), comenzó a aplicar recortes drásticos en gasto público, incluyendo despidos masivos de funcionarios.
Esto no solo lo ha convertido en una figura aún más polarizadora, sino que ha sembrado dudas sobre su capacidad para compaginar su rol político con la gestión empresarial. Según una encuesta reciente del Pew Research Center, más de la mitad de los estadounidenses tienen una opinión negativa de él. La consultora Morning Consult también indica que el interés de los demócratas por comprar un Tesla ha caído del 23% al 13%, mientras que entre los republicanos ha subido del 15% al 26%.
Europa también castiga a Tesla
El fenómeno no es exclusivo de EEUU. En Europa, las ventas han caído un 50% en el primer mes del año comparado con enero de 2024. España y Francia lideran el desplome con descensos del 75,4% y 63,4%, respectivamente. En los países escandinavos, Suecia y Noruega han registrado caídas del 46% y 40,2%. En Italia, a pesar del apoyo público de la primera ministra Giorgia Meloni a Trump, Tesla ha bajado un 13,4%.
En Alemania, donde Musk respaldó a la ultraderecha de AfD, ha recibido otro golpe duro: las ventas se desplomaron en febrero un 76% respecto al año pasado. Aun así, el magnate ha sido adoptado por ciertos sectores de la derecha alemana, generando un cisma entre sus clientes tradicionales.
No solo las ventas se han resentido, sino que la fábrica de Tesla en Berlín fue objeto de un ataque del grupo ecologista radical Volcano Group, que incendió una torre eléctrica cercana, dejando la planta sin electricidad. Meses después, 800 activistas intentaron asaltar la fábrica.
Paradójicamente, China sigue siendo un oasis para Tesla. A pesar de la tensión geopolítica entre Washington y Pekín, la marca mantiene su posición en el país asiático. Sin embargo, la estrecha relación de Musk con Trump podría convertirse en una bomba de relojería si el presidente impone sanciones comerciales a China, forzando a Tesla a tomar partido en un conflicto que podría ser letal para su negocio.
¿Ha valido la pena?
Esa es la gran pregunta. Algunos creen que la apuesta de Musk por Trump le traerá beneficios, especialmente en regulaciones para la conducción autónoma, un pilar de su estrategia. Pero otros ven un riesgo mayor: Tesla, que nació como un símbolo de innovación y energía limpia, corre el peligro de convertirse en un vehículo de división política.
Elon Musk, quien fue visto como el profeta del futuro tecnológico, ahora camina sobre una cuerda floja. Mientras algunos aprovechan la caída en bolsa para comprar acciones, otros se preguntan si su influencia política no acabará hundiendo a Tesla. La política es un juego peligroso, y para Musk, el precio de jugarlo podría ser más alto de lo que jamás imaginó.