Irán inquieta a EEUU por su estrecha alianza con Maduro
Pequeños buques de combate iraníes han sido filmados en la base naval Puerto Cabello en Venezuela

Las lanchas iraníes en Venezuela.
Irán, el enemigo declarado de Occidente, tiene una importante presencia en Venezuela, donde cultiva una estrecha alianza con el chavismo. Esta relación, en el fondo poco conocida, apunta a crecer en la medida en que Estados Unidos aprieta el cerco contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Esta semana el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ratificó cómo el país de los ayatolás le preocupa más a la administración Trump que por ejemplo la aún más estrecha alianza que tiene el régimen socialista chavista “popular, militar y policial” con Rusia, o incluso más que el denunciado fraude electoral del 28 de julio de 2024.
«Un régimen narcotraficante, un régimen amigo de Irán, que ha invitado a Irán. Le ha dicho a Irán que ellos quieren ser la base operativa de Irán en nuestro hemisferio», dijo Rubio en el curso de una entrevista con Fox News.
Esa llave entre el chavismo e Irán es una de las bazas para medir el futuro de la relación y las negociaciones de Trump con Maduro, a juzgar por las palabras de Rubio, un artífice de la cancelación y amenazas de cancelación de licencias a petroleras internacionales como Chevron, Repsol, y ENI que trabajan en sociedad con Maduro para explotar yacimientos en Venezuela.
“Y tenemos otras opciones para seguir castigando a ese régimen si no cooperan. No solamente con el tema migratorio, si no cooperan con su propio pueblo y siguen invitando a que Irán cree una base operativa dentro de Venezuela, lo cual no va a pasar. Eso es inaceptable. Jamás Donald Trump va a aceptar que Irán tenga una base operativa en nuestro hemisferio, en Venezuela o en cualquier lugar”, remató Rubio.
Pero, ¿cuánto hay de verdad, de mentiras, de secretos de Estado, de teorías de la conspiración y de geopolítica en relación a la presencia de Irán en Venezuela?
El asunto se remota a los tiempos de Hugo Chávez y del presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad quien llegó a visitar cinco veces a Venezuela, la última en 2012, en plena agonía del comandante.
En sus encuentros bilaterales el militar venezolano que le abrió las puertas de América Latina a Irán, declaró que la llamada revolución bolivariana y la “heroica revolución islámica de Irán son hermanas”.
A partir de allí se han sucedido los acercamientos de más alto nivel en la era del heredero Maduro. Pero más allá de la retórica y los discursos incendiarios, y del apoyo diplomático incondicional recíproco, el asunto se ha concentrado en los negocios petroleros.
Aunque ambos son regímenes autoritarios, el chavismo todavía está en la tercera división de esa liga, comparada con Irán, donde todavía ejecutan a mujeres a pedradas o las obligan a usar velo en público por designio de leyes medievales de las cavernas. Pero ambos persiguen disidentes y sus respectivos líderes cultivan un odio visceral contra Estados Unidos y contra valores occidentales, como la democracia, los derechos humanos, la libertad individual y el derecho a disentir.
Ambos tienen objetivos comunes y relaciones que se acercan más en la medida en que Estados Unidos y sus aliados occidentales les aprietan las tuercas.
Más allá de lo público
Las relaciones bilaterales se centran oficialmente en energía, petroquímica, tecnología, inteligencia artificial, geología, minería, comercio y economía. A finales de 2024 una Comisión Mixta de Alto Nivel se reunió en Caracas por décima vez, para firmar nuevas alianzas y darle seguimiento a los 298 acuerdos -80 en los últimos dos años- en 17 áreas de cooperación.
Son acuerdos que han marchado lentamente, si se compara el entusiasmo manifiesto en 20 años de rimbombantes discursos con la verdad de las cifras. Datos de Trademap, basados en la administración de aduanas de Irán, muestran que las exportaciones oficiales del país persa a Venezuela solo llegaron a $123 millones en 2023, aunque aumentaron desde los $27 millones en 2022 y los $746.000 en 2019.
En calles de Venezuela hay unos 4.000 vehículos de origen iraní rodando por ahí, y un fracasado supermercado de una empresa iraní tiene anaqueles medio vacíos en Caracas.
Pero lo fuerte de esta relación ha sido el franco apoyo de Irán para resucitar las malogradas refinerías de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), una empresa naufragada en años de sanciones, ineficiencia gerencial, robos y corrupción (cuatro de sus cinco últimos expresidentes son acusados de corrupción, incluso uno señalado de robar $26.000 millones).
Irán también ha ayudado a burlar las sanciones comerciales al petróleo venezolano, para colocarlo con descuentos en mercados oscuros del sureste asiático, según fuentes especializadas. Su experiencia para hacer crecer su industria petrolera, pese a años de sanciones occidentales en represalia a su programa nuclear, será ahora más útil para Venezuela, si en efecto no hay mayor margen de negociaciones entre Maduro y Trump.
De hecho, Irán produce 3,3 millones de barriles por día, contra unos 918.000 de Venezuela (según fuentes secundarias recabadas por la OPEP). Y demuestra que las sanciones externas no necesariamente tienen que atrofiar una industria petrolera, como sí ocurrió en Venezuela.
Desde la Compañía Nacional Iraní de Petróleo ha invertido al menos 116 millones de dólares para recuperar la vetusta refinería de El Palito, en el centro estado de Carabobo, una de las más pequeñas del país, según medios especializados, como Reuters. Empresas iraníes también se han anotado para recuperar el enorme complejo reinador de Paraguaná, uno de los más grandes del mundo, ubicado en el estado Falcón, y con capacidad para procesar más de 900.000 bpd de crudo, aunque según algunas fuentes, opera al 20% de su capacidad.
Petróleo liviano, derivados y diluyentes importados desde Irán han ayudado a atenuar la crónica escasez de gasolina y diésel en el mercado venezolano.
Pero la mayor incógnita en las relaciones entre Venezuela e Irán está en la naturaleza real de las relaciones y cooperación en el área militar.
En Venezuela la información oficial sobre el gasto y el presupuesto militar real son secreto de Estado. Ni si quiera el presupuesto de la nación es de acceso público. Tampoco existe una contraloría ni vigilancia efectiva sobre en qué se invierte y cuál es la pertinencia de ese gasto en un país agobiado por una eterna crisis económica y social.
En 2021, un informe secreto filtrado por el medio colombiano Semana y por Infobae, afirma que en junio de ese año llegaron a Venezuela desde Irán 2.015 unidades de defensa aérea, incluyendo 1.050 misiles, 400 bombas, 500 cohetes, 35 sistemas de radares. También, un número indeterminado de fusiles. El cargamento encendió las alarmas en Colombia y en EEUU, según Semana.
Más recientemente, información difundida por la Fuerza Armada chavista muestran algunas armas iraníes reforzando el arsenal nacional, donde el principal proveedor desde lejos es Rusia.
La Armada ha mostrado pequeños buques de combate iraníes, conocidos como «lanchas Zolfaghar» filmados en la base naval de Puerto Cabello en Venezuela, señala una investigación de Observers France 24.
Los desfiles y ferias militares en Venezuela también exhiben drones ensamblados localmente de la serie ANSU 200, copia del iraní Shahed 161, que a su vez son copias del estadounidense RQ-170, señal esta fuente.
Las cinco versiones de los ANSU (por Antonio José de Sucre, un prócer de la independencia), fueron presentados junto con las lanchas iraníes en el desfile militar por el día de la Independencia, el 5 de julio de 2024.
En Venezuela también ensamblan el ANSU-100, cuyo verdadero nombre es Mohajer-2, desarrollado y fabricado en Irán desde finales de la década de 1980, señala Observers.
También cuenta con los ANSU-500, que pueden transportar cuatro bombas pequeñas, y el más sofisticado y potente Mohajer-6 de reconocimiento y ataque que Irán entregó a Venezuela.
Los militares venezolanos también disponen de lanzacohetes Fajr-1, desarrollados por Irán en la década de 1980, y ha equipado vehículos y embarcaciones militares con este tipo de armas ligeras. También tienen el Ghaem-1 una «bomba inteligente en miniatura», que pesa 12 kilos; así como el Nasr un misil de crucero antibuque iraní de corto alcance, diseñado para ser utilizado desde buques de combate.
Aunque todas estas son armas convencionales, no muy diferentes a las que pueda disponer cualquier país vecino, son suministradas por compañías y organizaciones iraníes sancionadas por Estados Unidos, lo que termina alimentando la paranoia de los halcones del gobierno de Trump.