Los soldados ucranianos se están defendiendo con el arma más inesperada: redes de pesca
Si antes atrapaban peces ahora pescan drones en el aire, y todo gracias a un jardinero danés

Bombas y drones interceptadas por redes de pesca en Ucrania. | RRSS
Las guerras son malas. Pero es también una demostración de la capacidad humana de adaptación a las circunstancias, y en esto, los ucranianos están dando lecciones de pragmatismo. Lo demuestra la última adopción a su arsenal: redes de pesca.
Y no son para lo obvio, para pescar peces, sino para pescar pájaros. Tampoco para aves al uso, sino drones, ya sean los encargados de recaudar datos, imágenes u otros elementos de interés para la inteligencia militar de Kiev o los más temibles y letales; los explosivos. Con las redes los cazan al vuelo.
En este conflicto se ha visto cómo tanques y otros vehículos blindados han colocado jaulas y redes metálicas para eludir la fuerza del impacto por parte de drones y proyectiles. El invento no es nuevo, aunque ante la profusión del uso de aparatos aéreos no tripulados, este rudimentario sistema ayuda a alejar las explosiones de la superficie de los vehículos.
En tierra, en las trincheras y posiciones avanzadas, la solución es dual con las redes: ocultan y ahora también protegen. Si, por un lado, las ya conocidas redes de camuflaje servían para pasar desapercibidos, ahora su resistencia está sirviendo de escudo protector a soldados de a pie. La particularidad es que si hasta ahora las telas mimetizadas eran finas, con idea de aligerar la carga, se está trocando por redes de pesca del tipo más fuerte y pesado.
Las redes «normales» no sirven, y en Ucrania —en una táctica que están copiando rápidamente sus contrapartes rusas—, están recurriendo a las artes de pesca más duras y resistentes. Estas son las que se utilizan para pillar los mayores peces en aguas agitadas, y que forman parte de los aparejos de pesca que arrastran barcos bien equipados.
Un jardinero danés
Ucrania es un país que apenas tiene tradición en esta tipología de artes. Sus orillas dan al mar Negro y el mar de Azov, y sus barcos pesqueros son pequeños, de apenas doce metros. El tipo de pez que obtienen no es muy grande, así que ¿de dónde sacan este tipo de redes? De Dinamarca. Pero no de su gobierno o ejército, sino de un jardinero.
Su nombre es Carl Futtrup, tiene 53 años, y vive cerca de Copenhague. Pasa el día rodeado de cortacéspedes, tractores y maquinaria de este tipo, y es simpatizante de la causa ucraniana. Sin nada que ver con su actividad diaria, lleva remitidas alrededor de mil toneladas de redes de pesca a las tropas de Volodímir Zelenski.
Antes de la Navidad del año pasado, se enteró de una solicitud inusual de los soldados que están en sus trincheras. Pedían redes, lo suficientemente fuertes y gruesas, como para detener los drones cargados de municiones que les remitían los rusos desde el norte. Los soldados estaban cubriendo con ellas posiciones fortificadas y vehículos, y estaba funcionando.
Futtrup descubrió que en Thyborøn, un pueblo pesquero de unos dos mil habitantes en Jutlandia, tenía cerca de 500 toneladas de redes sin usar de ese tipo en el puerto. Estas redes de arrastre, hechas de fibras de nylon de hasta cuatro milímetros de espesor, pueden arrastrar desde el agua cientos de peces de una tacada gracias a su resistencia. Tal y como informa el Kyiv Post, el jardinero contactó con los pescadores a través de Facebook, les preguntó que si estarían dispuestos a cederlas, y se pusieron de acuerdo rápidamente.
El Brexit tuvo la culpa
La siguiente pregunta es sencilla: ¿y qué hacían todas esas redes sin ser usadas o recicladas? La ley medioambiental danesa obliga a destruir las redes en desuso, y, sin embargo, estaban en perfectas condiciones, pero amontonadas. La culpa es del Brexit.
Cuando el Reino Unido pertenecía a la Unión Europea, la potente flota pesquera de Dinamarca faenaba en aguas territoriales británicas. Cuando salieron de la UE, el espacio de pesca se redujo, y muchos pescadores quisieron guardarlas a la espera de un acuerdo entre países, y volver a trabajar en la zona que fuera común.
El coste de este tipo de redes es alto, y darlas por perdidas, era un dispendio para pescadores o pequeños armadores, que invirtieron en ellas cuando las necesitaron. Desecharlas, con un posible acuerdo en el horizonte, era una idea que no muchos acariciaban.
En Ucrania, conseguir tantas redes y de este tipo es complicado. Los rusos tienen controlados los puertos y costas, impiden el acceso, y no tienen muchas de este tipo. Un comandante de unidad que supervisaba las fortificaciones en los alrededores de Donetsk dijo a Business Insider que su batallón necesita alrededor de tres camiones, o aproximadamente 60 toneladas de redes al mes, y son muy difíciles de adquirir localmente.
Defensa pasiva pero eficaz
Antes atrapaban peces, y ahora atrapan drones; ya protegen a 13 unidades ucranianas. Si no son demasiado grandes, los rotores y hélices que los hacen volar quedan enganchados y no encuentran su blanco. La mayoría de las ocasiones ni siquiera explotan, y son recuperados para reutilizarlos o para su estudio.
También son capaces de relativizar la intensidad de las explosiones, y reducen su impacto. Rusia lanza unos doscientos drones cada día, como los Shahed, y Ucrania ha extendido el uso de redes a ciudades como Kupiansk, colgándolas entre postes cerca del río Oskil. Rusia también prueba sistemas similares, aunque con menor eficacia.
Futtrup ha estado contactando con puertos de su entorno en busca de más redes en esta situación, y pidió ayuda al Kyiv Post para recaudar fondos y poder transportarlas. Cada camión puede transportar hasta veinte toneladas de redes, y cada viaje cuesta alrededor de 3.000 euros. Las redes están siendo cedidas de forma gratuita, pero llevarlas hasta el frente cuesta lo que el jardinero no puede soportar por sí solo.
Dinamarca es el país quinto mayor exportador mundial de productos pesqueros, pero jamás pensó que unas redes inutilizadas acabarían protegiendo a soldados en Ucrania. Eso, el Brexit, y un jardinero danés hicieron el resto.