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Internacional

El chavismo impone gobernadores, diputados y un modo de vivir

«Maduro se dispone a modificar la Constitución Nacional para gobernar sin oposición viable por los siglos de los siglos»

El chavismo impone gobernadores, diputados y un modo de vivir

El chavista Nicolás Maduro señala con el dedo desde un estrado. | Archivo

Los acólitos europeos y americanos, incondicionales de la supuesta izquierda, habrán de celebrar el 25 de mayo que en Venezuela hubo uno nuevo “ejercicio democrático” con la elección de gobernadores y diputados a la Asamblea Nacional y a los legislativos de los 23 estados del país.

Serán 24 gobernadores electos, si se incluye al de la soñada Guayana Esequiba, un territorio reclamado por Venezuela que equivale a dos tercios de la vecina Guyana, aunque ese “gobernador” no tendrá ningún poder territorial real. Pero eso es otro tema.

Ya este fin de semana se completan las inscripciones de los candidatos del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otras organizaciones de su órbita, para iniciar una campaña personal de menos de dos meses. Los estudios de opinión independientes pronostican una muy alta abstención, aunque el chavismo dice que más del 50% está dispuesto a votar.

Esa campaña ya comenzó desde hace tiempo en cada acto oficial, de los transmitidos profusamente por radio, TV y redes sociales de un gobierno que ejerce una total hegemonía comunicacional y quiere controlar la opinión y el pensamiento.

“Los felicito por este importante paso en la defensa de la revolución bolivariana. Les exhorto a llevar a cabo una campaña alegre, colorida y profundamente conectada con la gente trabajadora, los jóvenes, las mujeres y todos los sectores que construyen Patria”, proclamó Maduro a sus primeros candidatos inscritos ante el moroso Consejo Nacional Electoral (CNE).

Esos candidatos no hablan de problemas reales, los que desaniman a la gente común en un país con una de las tasas de inflación más altas del mundo (se prevé sobre 220% este año); con un colapso de los servicios públicos y una crónica crisis energética; sin sistema de seguridad social; con pensiones de dos dólares por mes que a veces llegan a $40 con bonos; y una constante devaluación de la moneda que solo en lo que va de año acumula una pérdida de 50% en el mercado paralelo y sobre 30% en el oficial.

El asunto con el chavismo es que niega todas las realidades que no le conviene. Por eso esta semana llevó a prisión a una joven periodista y su esposo (ambos padres de una niña de cinco años) solo por publicar un reportaje sobre el estado de la criminalidad en Caracas. El chavismo no admite que por aquí haya problemas, y las cosas malas las atribuye exclusivamente “al bloqueo del Imperio”. Así llama a las sanciones financieras y al petróleo impuestas por EEUU, Canadá y algunos países de Europa en respuesta a los atentados contra la democracia y los Derechos Humanos.

“Salgan al encuentro del pueblo. Escuchen sus inquietudes y compartan sus sueños. De esta manera, seguiremos construyendo juntos un futuro de bienestar y justicia social”, dice Maduro a sus peones en el tablero político. Pero ya se sabe que con o sin campaña de alegría y “máxima felicidad” igual la tropa chavista arrasará en unas elecciones en las que corren solos.

Cuando en España tipos como Rodríguez Zapatero proclamen que en Venezuela hay un robusto ejercicio de democracia popular y participativa, conviene tener a mano ciertas evidencias para refutarle.

Hasta este fin de semana, solo los partidos chavistas pueden postular candidatos. Eso incluye a las organizaciones que fueron expropiadas a sus dirigentes tradicionales y entregados a tránsfugas tarifados del régimen, que juegan el papel de supuestos opositores democráticos. El discurso oficial los contrapone a “la oposición radical”, a “los fascistas traidores de la patria”, y “terroristas”, como el chavismo califica a todos los opositores que trabajan por un cambio político real y alternancia de poderes, en obediencia a los designios de los votantes.

Es aquí donde hay otro problema para Venezuela, pues la oposición real está dividida, desconcertada y desarticulada frente a esta jugada chavista de posición adelantada de unas elecciones que deberían ocurrir en diciembre y no en mayo. Pero justamente han sido adelantadas por Maduro para asegurarse un madrugonazo y terminar de imponer un proceso y un sistema autoritario que tuvo otro momento estelar el 10 de enero, cuando el heredero de Hugo Chávez asumió un tercer mandato salido de las cuestionadas elecciones del 28 de julio de 2024.

Ese día la oposición denunció un fraude masivo, pues el oficialista CNE proclamó ganador al ya presidente sin mostrar las pruebas, lo que es decir los resultados por estados, municipios y mesas de votación. En esas elecciones que la gente afuera ya olvida, la Plataforma Unitaria llevó como candidato a Edmundo González, el ex diplomático hoy asilado en España, donde su figura languidece en medio de reuniones físicas y por medios electrónicos, foros políticos y palmaditas en el hombro por parte de figuras de gobiernos democráticos.

En Venezuela los opositores votan pero no eligen

El único partido integrante de esa coalición al que el chavismo le ha permitido inscribir candidato a estas nuevas elecciones de gobernadores y diputados es Un Nuevo Tiempo, del gobernador del occidental estado Zulia, Manuel Rosales, una figura que suele hacer malabares y correr a dos bandos en la escarpada ruta de la política venezolana.

La oposición está dividida entre los que como María Corina Machado y Edmundo González llaman a no votar y a no legitimar esas elecciones hasta que sea reconocido “el triunfo del 28 de julio”, y entre varios políticos y activistas que estaban en la coalición y hoy le disputan el monopolio de la verdad a “La abeja reina”. Dicen que no pueden dejar de votar ni de postularse, pues lo contrario sería rendirse. Lo curioso es que pocos resaltan que, aunque quisieran apoyar la votación, postular candidatos y hacer campaña, los opositores no podrían hacerlo.

Hoy ni siquiera funciona la página en Internet del CNE (está caída desde el 29 de julio); de la noche a la mañana han inhabilitado a voluntariosos candidatos que querían postularse; y han sometido al escarnio público a los opositores moderados que quieren votar o han condenado las sanciones internacionales, y se han organizado para promover la participación. Los opositores ni siquiera tendrían tiempo, partidos, activistas ni dinero para hacer campañas.

“Si revisas quiénes que están ahí, en esa red, hace poco usaban trajes a la medida del fascismo (…) Son los mismos que pidieron bloqueo y sanciones”, afirmó Diosdado Cabello, el poderoso ministro del Interior y secretario general del PSUV sobre una nueva plataforma a favor de votar y participar.

Políticos opositores, que se mueren por participar el 25 de mayo, denuncian que el Registro Electoral Permanente no ha sido actualizado, “nadie sabe quiénes son los integrantes de las Juntas Electorales Regionales”, claves en una elección por estados y no les reciben postulaciones por vía electrónica.

En realidad, no hay sorpresas si uno se atiene a los discursos de figuras claves del sistema chavista, como el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, uno de los más radicales e influyentes. Él ha pedido al CNE vetar a los políticos que hayan apoyado sanciones contra el chavismo o desconocido los resultados emitidos por el CNE.

Bajo esa lógica, el 98% de los opositores radicales o moderados quedan por fuera, porque casi todos han cuestionado que el CNE no emitiera resultados consolidados, verificados ni auditados en la elección presidencial de 2024, con la cual Maduro y la llamada “revolución bolivariana” se atornillan en el poder. 

Ahora el chavismo se dispone a copar los pocos espacios que nominalmente no controla, como unas cinco gobernaciones. Pero además se dispone a modificar la Constitución Nacional para adaptar a su medida lo que falta por ajustar y disponerse a gobernar este país sin oposición viable ni efectiva por los siglos de los siglos, bajo un sistema socialista comunal que apenas está comenzando.

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