The Objective
Internacional

Putin y Xi Jinping echarán de menos a Trump en Moscú

Mientras el presidente de EEUU se pelea con sus aliados, los líderes de Rusia y China cierran filas con los suyos

Putin y Xi Jinping echarán de menos a Trump en Moscú

Xi Jinping junto a Vladimir Putin. | Kristina Kormilitsyna (Zuma Press)

Hace 80 años, los aliados ganaron la Segunda Guerra Mundial. El 30 de abril de 1945 Hitler se había suicidado en su búnker de Berlín. El 7 de mayo, en la ciudad francesa de Reims, se firmó el Acta de rendición militar en el cuartel general de Dwight D. Eisenhower, comandante supremo aliado en Europa. Al día siguiente, 8 de mayo, el mariscal alemán Wilhelm Keitel firmó la rendición de su Ejército en Berlín delante de los representantes soviéticos.

El 9 fue la fecha elegida por la Unión Soviética para celebrar el desfile de la Victoria. Mientras existió la URSS, sobre todo en los años de mayor rivalidad de la guerra fría, los jerarcas soviéticos contemplaban desde su tribuna el paso de los misiles, los carros de combate y la infantería por la Plaza Roja de Moscú. Se pretendía demostrar la fuerza del país y el triunfo del sistema, además de recordar el inmenso sacrificio humano de la contienda. Tanto los veteranos de la guerra como los invitados extranjeros tenían que soportar largas horas de desfile y agotadores discursos.

Con menos fuelle y menos despliegue, Rusia ha mantenido la fecha y los actos de este importante día. En 2024, la impopularidad de la guerra de Ucrania -aunque no entre los fieles de Moscú- hizo que solo hubiera nueve dirigentes extranjeros en la celebración. Ahora, con un amigo en la Casa Blanca que le hace de genio de la lámpara, Putin se ha venido arriba: este viernes desfilarán tropas de 13 países, desde Azerbaiyán a Vietnam, y habrá invitados de una treintena de naciones, desde Armenia hasta Zimbabwe, pasando por Venezuela.

Interesante momento: mientras Trump dedica casi todo el tiempo en el que no está jugando al golf a provocar a Canadá y a Dinamarca, a incordiar a los aliados de la OTAN y a amenazar a sus socios, lo más granado del autoritarismo internacional, con el presidente chino Xi Jinping a la cabeza, se reúne en Moscú a mayor gloria de Vladímir Putin. Mientas el gobernante del país que ha jugado un papel decisivo en la construcción del orden político, económico y comercial del mundo se dedica a desarmar las reglas del edificio y a deteriorar la confianza de los vecinos, los gobernantes de las dictaduras con las que había rivalizado se frotan las manos ante el nuevo desorden mundial y estrechan lazos para sacar el máximo partido a la situación.

Trump no estará mañana en Moscú. Quizá se sentiría cómodo con Xi Jinping y con Putin. Ninguno de los tres tendría el mal gusto de decir que los valores que ganaron la guerra hace 80 años, la libertad y la democracia, no existen ni han existido -salvo en el breve periodo ruso de Gorbachov y Yeltsin- en Rusia ni en China, y que no gozan precisamente de la mejor salud en EEUU. Nadie en Moscú le echará en cara a Putin su agresión contra Ucrania ni evocará, en este 80º aniversario las invasiones soviéticas de los países bálticos y las dictaduras del este de Europa, las actuales campañas de desestabilización y de desinformación, su guerra híbrida contra las democracias. Nadie en Moscú le hablará a Xi Jinping de los iugures ni de los tibetanos, nadie lamentará la violación de los derechos humanos en China.

Trump está distraído con otras cosas: con reabrir la prisión de Alcatraz, clausurada en 1962 y que es uno de los principales atractivos turísticos de San Francisco; con imponer aranceles sobre el cine internacional para defender la producción de Hollywood; con amenazar al presidente de la Reserva Federal para que baje los tipos de interés; con vaciar EEUU de extranjeros; con imaginar guerras comerciales…

Lástima que el presidente Trump no aproveche el 80º aniversario del Día de la Victoria para denunciar la represión en Rusia y la invasión de Ucrania. Lástima que se sienta tan ajeno a lo que pasó hace 80 años y que no asuma el compromiso común con la democracia que forjaron con los europeos aquellos cientos de miles de estadounidenses que perdieron la vida en los campos de batalla. Y lástima, sobre todo, que, cuando las autocracias y dictaduras se reúnen en Moscú para celebrar el desorden global, Trump sea incapaz de reunir a los aliados, reconstruir los vínculos políticos, económicos y de seguridad y liderar la defensa de los valores democráticos en el mundo.

Publicidad