La proyección de Rusia en el Mediterráneo ampliado
El Mediterráneo ampliado es un espacio geoestratégico clave para las grandes potencias: permite gran proyección de poder

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, junto al antiguo dictador de Siria, Bashar Al Assad. | Europa Press
En los últimos años, el escenario internacional de competición sistémica implica una pugna entre grandes potencias –Rusia y China– por modificar el statu quo vigente, producto de la unipolaridad estadounidense de la posguerra fría. Este artículo analiza la presencia rusa en uno de los teatros de operaciones más relevantes para el interés nacional europeo y español: el Mediterráneo ampliado.
El historiador francés Fernand Braudel (1985)1 identificaba el Mediterráneo en términos de ampliación: «El mar, pero también el desierto y las montañas». Así, la idea del Mediterráneo ampliado se corresponde con un constructo en términos geoestratégicos para responder a las cuestiones asociadas a la seguridad y que, más allá de los Estados ribereños, incorpora al Sahel y a todo Oriente Medio.
El ‘oso’ siempre ha aspirado a un acceso estable a «aguas cálidas», habida cuenta de que tiene, en su gran mayoría, acceso a aguas gélidas. Históricamente, el acceso naval ha sido un ámbito de codicia para Moscú y el Mediterráneo entraba dentro de este espacio ambicionado. Así, a inicios del siglo XVIII, en tiempos de Pedro I, con la fundación de San Petersburgo en 1703 y la construcción de la flota rusa, se logró el control del Báltico (Widder, 19872); mientras que Catalina II anexionó Crimea tras la guerra ruso-turca de 1787 a 1792 Llegado el siglo XIX, la Rusia zarista mostró su interés geoestratégico en países mediterráneos como Siria y Palestina.
Durante la Guerra Fría, Moscú y Washington rivalizaron en diversos puntos del globo, siendo la región mediterránea una de las zonas donde la URSS trataba de estimular a los actores regionales para no caer bajo la influencia occidental. Así, desde los años sesenta, el Sovmedron (la 5ª Escuadra soviética) operó desde diversas bases repartidas por todo el Mediterráneo en Túnez (Bizerta), Egipto, Libia, Yugoslavia (Tivat) y Siria (Tartús).
Desde la llegada al poder de Putin en el año 2000, además de volver a ejercer influencia política en el Mediterráneo, Moscú ha tratado de erigirse como un actor relevante en los asuntos comerciales como armas y energía –petróleo y gas– y productos de alta tecnología –reactores nucleares– (Borshchevskaya, 2016)3. Cabe destacar que Rusia hizo gala de su interés en la zona en el año 2013, con el anuncio de la creación del ‘5º Escuadrón operativo’ en el Mediterráneo (Baqués 2022).
Posteriormente, con las denominadas «primaveras árabes», la idiosincrasia regional cristaliza con un desencanto social generalizado con respecto a los regímenes nacionales que no han sabido consolidar el Estado poscolonial y que, hundidos en la corrupción, las sociedades autóctonas rechazan. En este sentido, los ciudadanos identifican todos sus males con su impronta colonial y a sus élites con Occidente, puesto que han sido las interlocutoras históricas y siempre se han formado y vivido en el extranjero (Barras, 2024)4. Esto creará el caldo de cultivo perfecto para que las narrativas antioccidentales, en muchos casos espoleadas por agentes rusos, permeen sociológicamente estas sociedades. En este contexto, en el año 2014, la anexión de la península de Crimea dotó a Rusia de una importante operatividad en su base siria de Tartús, como punto de enlace para seguir ampliando su influencia en el Mediterráneo y como enclave estratégico en las operaciones que Wagner realizaba en el continente africano (Garrido, 2024)5.
Uno de los objetivos rusos es debilitar a Occidente en cualquier teatro de operaciones. En palabras de Nicolás de Pedro (2024), «todo lo que polarice o desestabilice es un elemento de interés para la acción encubierta de Rusia»6. El Mediterráneo ampliado es uno de estos espacios y quizá uno de los más sensibles debido a la interdependencia compleja, a la cercanía geográfica y al pasado común compartido con Europa. Así, Rusia se distingue de otros actores externos en que suele recurrir a medios irregulares (y con frecuencia extralegales) para expandir su influencia. Estos métodos incluyen el despliegue de mercenarios, el uso de desinformación, la interferencia en las elecciones, el apoyo a golpes de Estado y los acuerdos de armas por recursos (Kachur, 2022)7, entre otros.
En este sentido, las operaciones de FIMI (Foreign Information Manipulation and Interference) que Rusia ha venido realizando en la zona son numerosas. Sirvan como ejemplo las campañas de desinformación desplegadas (Africa Center for Strategic Studies, 2022)8 en todos los países norteafricanos, donde se ha documentado desinformación interna dirigida contra determinados actores políticos y activistas. Concretamente, se han llevado a cabo quince campañas dirigidas a cinco países, en las que Moscú ha participado en Marruecos, Libia y Egipto, y donde se ha hecho un hueco relevante en el entorno informativo (Africa Center for Strategic Studies, 2024)9. Además de otros factores, estas campañas han facilitado la conducción de narrativas antioccidentales y su propagación por diferentes países (Guiffard, 2023)10. Asimismo, la cadena de golpes de Estado (Avoulete, 2023)11 en los países del Sahel y de África Occidental ha coincidido con una mayor presencia rusa y un mayor número de operaciones de desinformación. Así, de acuerdo con el Africa Center for Strategic Studies (2024)12, de hasta 72 campañas en trece países, se calcula que al menos la mitad están conectadas con agentes rusos. En el caso del Sahel, este tipo de operaciones han contribuido a generar un estado de opinión clave para legitimar a las juntas militares y los golpes de Estado (Altuna, 2024)13.
Existe una correlación entre el alcance de la desinformación y la inestabilidad. Así, agitar el avispero de la ribera sur del Mediterráneo ampliado tiene como resultado que las amenazas presentes en la zona se transformen en inestabilidad y conflictos internos y, por tanto, en el incremento de la presión migratoria y la instrumentalización como arma (weaponization) de la migración, los tráficos ilícitos o el terrorismo de etiología yihadista, elementos que tienen consecuencias directas tanto para Europa como para España.
En este contexto, la Unión Europea ha llevado a cabo diversas iniciativas y aproximaciones que han resultado del todo infructuosas hacia la zona (Barras, 2024)14, pero que demuestran la necesidad de un vecindario estable y pacificado. Esto da pistas suficientes a Rusia para entender que Europa tiene comprometida su seguridad en el sur. En este sentido, ha identificado las necesidades de estabilidad de la UE como una debilidad y, por ello, considera importante mantener una presencia permanente en el Mediterráneo (Katz, 2015). En términos armamentísticos, Rusia es hoy el principal proveedor de armas del continente africano, con un 40% de las importaciones de los principales sistemas de armas entre 2018 y 2022, superior a las importaciones de EEUU (16%), China (9,8%) y Francia (7,6%) (SIPRI, 2023)15. Adicionalmente, la presencia del Africa Corps (Wagner Group) (Bowen, 2023)16 a lo largo y ancho del continente africano es clara muestra de una proyección más asertiva y que está teniendo réditos inmediatos.
En la actualidad se observan tres esferas combinadas en la expansión geopolítica rusa hacia el Mediterráneo (Baqués 2022)17: en primer lugar, la doctrina Primakov18, cuyo objetivo es boicotear el mundo unipolar y que Rusia logre mayores áreas de influencia; por otro lado, la antioccidentalidad de Rusia, un elemento que comparte con muchos países tanto del Mediterráneo occidental como oriental; en palabras del experto ruso Naumkin (2014), «la premisa respecto a la degradación moral de Occidente»19, que permite identificar un valor supremo compartido: el rechazo frontal a la decadencia occidental (Dugin, 2016)20. Por último, cabe mencionar la propia naturaleza transaccional de las relaciones con terceros Estados, que se enmarcan en clave capitalista y que implica, por tanto, réditos en lo que respecta a que materias primas y mano de obra sean baratas.
En lo que respecta al Mediterráneo Occidental, Rusia proyecta una amplia presencia que se observa incluso en el Sahel y en los países del Golfo de Guinea, contribuyendo a conceptualizar el Gran Magreb (Norte de África, Sahel y África Occidental) como un particular «Complejo Regional de Seguridad» (Buzan y Waever, 2003)21 con dinámicas compartidas en términos de seguridad. La rivalidad estructural entre Marruecos y Argelia que mantienen un conflicto latente de diversa intensidad, y que incluye la disputa por la ocupación ilegal por parte de Marruecos del Sáhara Occidental, contribuye a que ambos actores tengan un socio preferencial antagónico: mientras que Marruecos exhibe su vinculación histórica con EEUU, Argelia está más alineada con los postulados sino-rusos, si bien se observan vientos de cambio.
Los países están decidiendo ampliar su «círculo de amistades» y no permanecer tan atados a uno u otro actor a pesar de ser excluyentes entre sí, como era el caso de Rusia y EEUU –al menos hasta la llegada de Trump a la Casa Blanca–. Por ello, muchos países buscan en Moscú un protector militar y económico sin renunciar a la cooperación con otros actores occidentales. Empero, es importante señalar que Moscú cuenta con detractores. Concretamente, los defensores del islam político identifican a Rusia como el eterno enemigo: Rusia ha matado militantes islamistas en Chechenia y en Afganistán. Por otra parte, Moscú se puso de parte de los serbios durante las guerras en la antigua Yugoslavia cuando se produjeron las matanzas de musulmanes (Cherif, 2022). Adicionalmente, en los últimos tiempos se identifica que este predominio ruso en la región implica minimizar la proyección de poder por parte de determinados actores regionales en sus zonas históricas e inmediatas de influencia, por lo que genera también ciertas desconfianzas. Además, cuando acciones específicas rusas chocan con el interés nacional, así como con su liderazgo regional, algunos países muestran su desacuerdo con Moscú.
Si atendemos a la situación particular de los países, Argelia siempre ha sido el punto de apoyo, primero de la URSS y luego de Rusia. Sin embargo, el vínculo histórico entre Argel y Moscú es cada vez más líquido y Argelia recela del incremento de la influencia rusa en el Sahel, tras episodios sangrientos como el de Tinzaouaten, en agosto de 2023, en la frontera con Mali. Además, la Junta Militar maliense ha lanzado una ofensiva contra determinadas organizaciones terroristas afectando los intereses de Argelia en la región. El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, ha sorprendido a propios y extraños explorando otros marcos de cooperación militar y firmando un memorando con EEUU a través del AFRICOM, el pasado 22 de enero (Vincent, 2025)22. Del mismo modo, ha anunciado un refuerzo de la cooperación militar con la India. Esto indica el pragmatismo argelino, centrado en limitar la dependencia total en cooperación militar con Rusia, buscando otros proveedores. No obstante, para la adquisición de capacidades frente a su principal enemigo, Marruecos, la especial relación del reino alauí con EEUU hace del todo imposible que Argel no acuda a Rusia. Por ello, recientemente, las Fuerzas Aéreas de Argelia han anunciado que han adquirido cazas rusos de quinta generación SU-57 y que el personal militar argelino está siendo entrenado en Rusia (Soriano, 2025)23; estos aparatos estarían disponibles para su uso a finales de 2025. En los últimos meses ha saltado a la palestra la posibilidad de que Argelia ceda una base marítima que se ubicaría a escasa distancia de España. De producirse, la presencia rusa redefiniría el juego de equilibrios en el Mediterráneo occidental y por extensión en el Sahel, que podrían provocar los recelos de Washington y el contrapeso vía refuerzo de la base de Rota o una nueva base en Marruecos. Asimismo, en el caso de España, implicaría una exposición a capacidades electromagnéticas y cibernéticas rusas, con las vulnerabilidades subyacentes para nuestro país.
Libia es uno de los países donde Rusia se ha implicado en mayor medida. Lejos quedan los ecos de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU del año 2011, en la que Rusia se abstuvo. Moscú, con una retórica nostálgica con el régimen de Gadafi, ha logrado, por un lado, socavar la labor realizada por la UNSMIL, al tiempo que se ha posicionado en apoyo del mariscal Khalifa Haftar. Adicionalmente, en los últimos meses se ha registrado un incremento de los envíos militares rusos al puerto de Al-Hariga en Tobruk (zona bajo control de Haftar) y ha ampliado su presencia en el país norteafricano reforzando sus operaciones en sus cuatro principales bases aéreas: Al-Khadim, en el este; Al-Jufra, en el centro; Brak al-shati, al suroeste de Sebha, capital de la región de Fezzan, y Al Qurdabiya, en Sirte, en la zona centro-norte. Adicionalmente, ha reactivado su presencia en la base de Maaten as-Sarra, en la frontera con Chad y Sudán (Fernández, 2024)24. Esto permite al Kremlin una mayor proyección y penetración hacia el Sahel y hacia el continente africano, precisamente cuando Occidente (Francia y EEUU) se bate en retirada: Francia ha sido expulsada de todos los países y los EEUU han sido obligados a cerrar alguna de sus bases militares más emblemáticas, como la de Níger. Todo ello en Libia, un país donde se libra un conflicto by proxy, habida cuenta de la proyección de potencias regionales del Golfo Pérsico.
Egipto, Túnez y Marruecos son aliados importantes no-OTAN (MNNA, por sus siglas en inglés) (US Department, 2025)25. Se trata de una designación otorgada por el propio Gobierno de EEUU a un determinado grupo de aliados y con los que mantiene una relación estrecha en términos de seguridad. Por ello, su acercamiento y la intensificación de sus relaciones con Rusia podrían percibirse como un cambio de paradigma, precisamente por la estrecha colaboración que actualmente mantienen con la Alianza (Cherif, 2022).
Egipto, país clave del Levante mediterráneo y con una histórica relación proestadounidense está también sucumbiendo a las oportunidades que llegan «desde Rusia con amor». Por un lado, el ascenso del Daesh, con su punto álgido en 2014, y el devenir de su lucha en la región, así como una ‘repriorización’ de las cuestiones securitarias por parte de la UE y de EEUU, permiten a El Cairo unas relaciones menos exclusivas y mucho menos encorsetadas, desplegando una agenda propia con una panoplia de actores no necesariamente amigos entre sí: Rusia, Israel, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí. Con Rusia, uno de los ámbitos más destacados de cooperación se da en materia energética, junto a la empresa Rosatom (Siegle, 2021)26, con la que actualmente está desarrollando la cuarta fase del reactor de la central nuclear de Dabaa, la primera planta nuclear egipcia. Otro aspecto en el que muestran sintonía es respecto a la evolución del conflicto en Oriente Medio, el seguimiento de la tregua y las repercusiones humanitarias. El presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, está teniendo un papel de mediador muy activo y llama la atención que Putin haya calificado a Egipto como «socio estratégico». No obstante, y a pesar del acercamiento, hay elementos que pueden generar fricción entre Moscú y El Cairo por esa proyección y penetración de Rusia en la zona de influencia egipcia, como es el caso de Sudán y una hipotética base militar en las costas del Mar Rojo. En términos de influencia, no debemos olvidar que RT (Russia Today) en árabe es el segundo medio de comunicación más importante, por detrás de la edición en inglés.
Por su parte, Túnez es un actor poco destacado debido a su escaso peso y que siempre ha sido considerado como el más occidentalizado de los países árabes, debido al desarrollo de su qanún (derecho positivo). Sin embargo, tras el retroceso democrático sufrido en el país, el presidente tunecino, Kaïs Saïed, ha sido especialmente activo en el despliegue de determinadas herramientas de desinformación a nivel interno dirigidas a desacreditar a la oposición política y a activistas prodemocráticos que, a su vez, han sido amplificadas por las redes de influencia rusa (Africa Center for Strategic Studies, 2024). Asimismo, las consecuencias de la agresión rusa a Ucrania han supuesto para el país un incremento en el precio del trigo (también para Libia y Egipto), puesto que más de un 50% de las importaciones proceden de Rusia y Ucrania (Cherif, 2022)27, por no hablar de la subida en el precio de petróleo y gas.
Marruecos es el ejemplo más inmovilista de los países de la ribera sur del mediterráneo. Su histórica relación con EEUU le hace el actor más improbable para dar cabida a Rusia. Sin embargo, ante la escalada armamentística que se vive en la región y en el mundo, la Marina Real de Marruecos ha decidido incluir dos submarinos que, en principio, tendrían origen ruso, concretamente, los de la clase Amur (Soriano, 2025)28.
En el caso del Mediterráneo Oriental, los atentados del 7 de octubre de 2023 contra Israel han propiciado la reconfiguración de toda la región que, a día de hoy, aún no ha finalizado y que han tenido diversas consecuencias para Rusia en el espacio mediterráneo ampliado. Por un lado, Israel se encuentra amenazado en todos sus flancos y tiene la determinación de acabar con el enemigo, como ha demostrado con su despliegue militar durante el último año. Cabe recordar que Netanyahu identificó la caída de Al-Assad con la acción enérgica contra Hezbolá e Irán.
En lo que respecta a Siria, la caída del régimen que durante cincuenta años dominó el país ha demostrado que Rusia ha sido el actor más debilitado a nivel sistémico y ha visto dañada la percepción global de las capacidades rusas como socio y protector. Esto podría tener repercusiones en las asociaciones que Moscú tiene en otras zonas, especialmente en África, con el consiguiente efecto económico, militar y político. Asimismo, Rusia se implicó fervientemente en el conflicto sirio, al percibir como una amenaza interna que el auge de fuerzas islamistas en Oriente Medio fuese un acicate para las ocho repúblicas musulmanas de Rusia (Tartaristán, Baskortostán, Chechenia, Ingushetia, Daguestán, Kabardino-Balkaria, Karacháyevo-Cherkesia y Adigueya) (Fradkin, 2020)29. Adicionalmente, la caída de Al-Assad ha supuesto que Rusia sea percibido como un actor en retroceso, quedando al albur de la nueva administración del HTS (Hayat Tahrir al-Sham) el devenir de sus bases en el país. Concretamente, la base naval de Tartús –que controla desde 1971– y donde el Kremlin mantenía hasta once naves de guerra, incluyendo algunas de propulsión nuclear, y, por otro lado, la base aérea de Jmeimim, ubicada en la provincia de Latakia, y que suponía un punto intermedio de los vuelos de los mercenarios de Wagner (ahora Africa Corps) (Garrido, 2024)30 en su camino hacia África. Cabe recordar que, respecto a ambas bases, Moscú tenía un acuerdo para su empleo hasta el año 2066 del que se desconoce su futuro próximo. Concretamente, la caída de Al-Assad perjudica los objetivos estratégicos de Moscú a la hora de proyectar su poder en el Mediterráneo y en el Mar Rojo y amenazaría el flanco sur de la OTAN. Aunque, a día de hoy, Damasco no percibe a Rusia de forma tan negativa como a Irán y colabora con cierto realismo con Moscú, no existe aún una relación de integración ni estratégica, si bien no ha cerrado totalmente la puerta a la presencia rusa en el país. Asimismo, en caso de que se produzca un vacío de presencia de otros actores, se podría entender que Rusia podría mantener ese espacio y, por tanto, las bases en territorio sirio.
Por otra parte, se ha producido el debilitamiento de Irán, que alcanzó su punto álgido tras el episodio de los buscas (Díaz Matey, 2024)31. El régimen de los ayatolás ha perdido su capacidad de trasladar material y fuerzas proxy a la periferia israelí, así como las rutas terrestres para abastecer a Hezbolá en el Líbano. Irán ha sido el actor regional más debilitado en tanto en cuanto ha supuesto el colapso del frente occidental del ‘Eje de la Resistencia’ afectando al proyecto iraní en el Levante, a Hamás en la Franja de Gaza, a Hezbolá en el Líbano y, aunque sin ser derrotados, a los Hutíes en Yemen, por pertenecer a esta coalición.
Por otro lado, Turquía sale fortalecida en la reconfiguración regional, puesto que Erdogan avanza en su agenda geopolítica y en uno de sus objetivos: frenar a los separatistas kurdos del noreste de Siria, que mantienen estrechos vínculos con sus homólogos de Turquía. Cabe destacar que la cuestión kurda (etnia de mayoría musulmana suní) comporta en sí misma un interrogante, debido a su volumen (es el cuarto grupo étnico más grande de Oriente Medio, con entre 25 y 35 millones de kurdos) y a su distribución espacial –controla más de un tercio de Siria en lo que se denomina Administración Autónoma del Norte y Este de Siria o Rojava–, y su presencia se extiende por territorios de Siria, Turquía, Irak o Irán. Además, la relación entre Turquía –miembro de la OTAN– y Rusia supone un asunto de especial relevancia. Se ha pasado de cierta rivalidad a una colaboración necesaria entre ambos actores, a pesar de que existen otros temas de desencuentro entre Ankara y Moscú en otras latitudes: cuestión kurda, las relaciones en Asia Central (Azerbaiyán, Georgia), o en la propia Libia, donde el primero apoya al Gobierno de Trípoli en confrontación con el de Bengasi presidido por el mariscal Haftar con el apoyo de Rusia. No obstante, la relación con Turquía resulta clave para el Kremlin y se ha vuelto más pragmática, como demuestran los asuntos relacionados con la energía, concretamente con el proyecto Turkish Stream, así como la necesidad del tránsito por los estrechos del Bósforo y los Dardanelos y el paso al Mar de Mármara desde el Mar Negro, en los términos establecidos en la Convención de Montreux de 1936.
La reciente gira del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, muestra el compromiso del Kremlin en la región: Arabia Saudí el 18 de febrero –donde se encontró con el secretario de Estado Marco Rubio en el marco de las negociaciones sobre el futuro de Ucrania–, Turquía el 23 de febrero, Irán el 25 de febrero (donde se avanzó en el «Tratado de Asociación Estratégica Global entre Rusia e Irán» alcanzado el 17 de enero de 2025) y, por último, Catar el 26 de febrero. Esta gira demuestra que Rusia conserva la capacidad de influir en los asuntos mundiales a través de sus alianzas en Oriente Medio (Irán, Turquía, Arabia Saudí y los países del Golfo), una región de importancia geopolítica para Estados Unidos y Europa (Maaloum, 2025)32. Asimismo, plantea un acercamiento –que puede ser impostado– con Washington, en cuestiones relevantes para ambas potencias, como el precio del crudo y la estabilidad de los mercados energéticos o las negociaciones de paz en Ucrania.

En definitiva, este artículo ejemplifica la complejidad de las relaciones internacionales actuales donde las relaciones son casi ‘porcelanosas’ y, por lo tanto, frágiles y maleables. A modo de conclusión prospectiva, se prevé que Rusia siga ampliando su proyección y su poder en el espacio Mediterráneo ampliado. Asimismo, si atendemos a las zonas subyacentes a este espacio, se observa una penetración rusa en determinados países del continente africano, concretamente en la región del Sahel, que supone una zona de especial relevancia para Europa y España, y que va a tener cada vez un mayor protagonismo en términos de seguridad.
Rusia está transitando por un dilema, consiguiendo mantener su posicionamiento como actor relevante, capaz de ejercer un liderazgo antioccidental en diversas partes del mundo, y, al mismo tiempo, exponiendo a sus aliados a tener que elegir entre Occidente o Moscú. Cada vez más, Rusia tiene clara su misión en el mundo y está tejiendo una serie de relaciones que afianza sus zonas de interés en detrimento de Occidente. Rusia ha vuelto para quedarse en el Mediterráneo y en África. O quizá, en realidad, nunca se fue del todo. Simplemente, se retiró a sus ‘cuarteles de invierno’ para pertrecharse y para volver a disputar su protagonismo en la lucha por la gloria global que siempre ha creído merecer. ¿Es Rusia culpable esta (otra) vez?
Este artículo ha sido publicado originalmente en la revista Cuadernos FAES de pensamiento político. Si quiere leer otros textos parecidos o saber más sobre esa publicación, puede visitar su página web.
Bibliografía
1 Braudel, Fernand (1985). El Mediterráneo. El espacio y la Historia. Fondo de Cultura Económica.
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3 Borshchevskaya, Anna (2016). “Russia in the Middle East. Motives, Consequences, Prospects”. The Washington Institute for Near East Policy. 26 February, 2016. https://www.washingtoninstitute.org/policy-analysis/russia-middle-east-motives-consequences-prospects
4 Barras Tejudo, Raquel (2024). “Gran Magreb: un complejo regional de seguridad a las puertas de Europa” en Batista Cordova, Reinaldo; Gómez Laorga, Ricardo; Hernández Moreno, María (2024). Seguridad y defensa. Relaciones entre la Unión Europea y El Magreb. Dykinson.
5 Garrido Guijarro, Óscar (2024). “Reinventando Wagner: Africa Corps llega al Sahel”. IEEE 14/2024 28 de febrero de 2024 https://www.defensa.gob.es/ceseden/-/reinventando-wagner-africa-corps-llega-al-sahel
6 De Pedro, Nicolás (2024). Entrevista “La Brújula.” Onda Cero. 30 de enero de 20240 https://www.ondacero.es/programas/la-brujula/audios-podcast/entrevistas/nicolas-pedro-todo-que-polarice-desestabilice-elemento-interes-accion-encubierta-rusia_2024013065b97455b834070001e4ba70.html
7 Kachur, D. (2022). “Manifestations of Russian formal and informal strategies in Southern and Eastern Africa, 2000-2022”. South African Journal of International Affairs, 29(4), 509–534.
https://doi.org/10.1080/10220461.2022.
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8 Africa Center for Strategic Studies (26 de Abril de 2022). “Mapping Disinformation in Africa. Africa Center for Strategic Studies”. https://africacenter.org/spotlight/mapping-disinformation-in-africa/
9 Africa Center for Strategic Studies (2024). “Mapping a Surge of Disinformation in Africa”. March 13, 2024. https://africacenter.org/spotlight/mapping-a-surge-of-disinformation-in-africa/
10 Guiffard, Jonathan (2023). “Anti-French sentiment in West Africa – A Reflection of the authoritarian confrontation with the ‘Collective West’”. Institute Montaigne. 11/01/2023. https://www.institutmontaigne.org/en/expressions/anti-french-sentiment-west-africa-reflection-authoritarian-confrontation-collective-west
11 Avoulete, Komlan (2023). “Can West Africa Survive the Coup in Niger?” Foreign Policy Research Institute. https://www.fpri.org/article/2023/08/can-west-africa-survive-the-coup-in-niger/
12 Africa Center for Strategic Studies (2024). “Mapping a Surge of Disinformation in Africa”. March 13, 2024. https://africacenter.org/spotlight/mapping-a-surge-of-disinformation-in-africa/
13 Altuna, Sergio (2024). “La reconfiguración de las estructuras de seguridad en el Sahel: fracaso del enfoque Occidental, cambio de socios y turbulencias en el horizonte”. Análisis Real Instituto Elcano. 17 julio 2024. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-reconfiguracion-de-las-estructuras-de-seguridad-en-el-sahel-fracaso-del-enfoque-occidental-cambio-de-socios-y-turbulencias-en-el-horizonte/
14 Barras Tejudo, Raquel (2024). “Gran Magreb: un complejo regional de seguridad a las puertas de Europa” en Batista Cordova, Reinaldo; Gómez Laorga, Ricardo; Hernández Moreno, María (2024). Seguridad y defensa. Relaciones entre la Unión Europea y El Magreb. Dykinson.
15 Wezeman, Pieter D.; Gadon, Justine y Wezeman, Siemon T. (2023). “Trends in international arms transfers, 2022”. SIPRI. Marzo, 2023. https://www.sipri.org/sites/default/files/2023-03/2303_at_fact_sheet_2022_v2.pdf
16 Bowen, Andrew S. (2023). “Russia’s Wagner Private Military Company (PMC)”. Congressional Research Service. https://crsreports.congress.gov
17 Baqués Quesada, Josep (2022). “Rusia en el Mediterráneo… en busca de aguas cálidas… y algo más”. Revista General de la Marina. 282/4. Mayo 2022. https://armada.defensa.gob.es/archivo/rgm/2022/05/rgmmay2022cap08.pdf
18 Política originalmente defendida y promovida por Yevgeny Primakov en los años 90 y actualmente asumida por el Kremlin, que defiende el papel de Rusia como “uno de los centros influyentes” que permita el reconocimiento de los legítimos intereses privilegiados de Rusia en su denominado “extranjero cercano”, vagamente definido como Russkiy mir (el mundo ruso) en todos los países de la antigua Unión Soviética.
19 Naumkin, Vitaly (2014). “The Problem of Civilizational Identification and the Crisis of Nation States”, Oriens, No. 4, 2014.
20 Duguin, Alexander (2016): Proyecto Eurasia. Hipérbola Janus.
21 Buzan, B. y Waever, O. (2003): “Regions and Power. The Structure of International Security”. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 43-44.
22 Vincent, Brandi (2025). “US, Algeria sign ‘first-of-its-kind’ agreement to expand military cooperation”. 29 de enero de 2025. Defense scoop. https://defensescoop.com/2025/01/29/us-algeria-defense-cooperation-mou-agreement-to-expand-military-cooperation/
23 Soriano, Ginés (2025). “Argelia se convierte en el primer comprador internacional del caza ruso de quinta generación Su-57, que comenzará a recibir este año”. 13 febrero 2025. Infodefensa. https://www.infodefensa.com/texto-diario/mostrar/5178223/argelia-convierte-primer-pais-comprar-cazas-rusos-quinta-generacion-57-comenzara-recibir-ano
24 Fernández, Enrique (2024). “Temor en Occidente por el papel de Rusia en la política libia”. Atalayar. 26 marzo 2024. https://www.atalayar.com/articulo/politica/temor-occidente-papel-rusia-politica-libia/20240326061000198032.html
25 US Department (2025). “Bureau of Political-Military Affairs. Major Non-NATO Ally Status”. 20 de enero de 2025. https://www.state.gov/major-non-nato-ally-status/
26 Siegle, Joe (2021). “Russia in Africa. Undermining democracy through elite capture”. Center for International Security Studies, Maryland University. https://cissm.umd.edu/research-impact/publications/russia-africa-undermining-democracy-through-elite-capture
27 Cherif, Youssef (2022). “Norte de África: para Rusia ‘con amor’”. Política Exterior/ Afkar Ideas. Nº 65. Primavera de 2022. https://www.politicaexterior.com/wp-content/uploads/2022/04/afkar-65.pdf
28 Soriano, Ginés (2025). “Marruecos planea comprar dos submarinos nuevos a Francia, Alemania o Rusia, o bien usados a Portugal o Grecia”. Infodefensa. 4 de marzo de 2025. https://www.infodefensa.com/texto-diario/mostrar/5202135/marruecos-plantea-compra-submarinos-nuevos-francia-alemania-rusia-bien-usados-portugal-grecia
29 Fradkin, Rebecca (2020). “The Co-optation of Islam in Russia”. The Hudson Institute. https://www.hudson.org/national-security-defense/the-co-optation-of-islam-in-russia
30 Garrido Guijarro, Óscar (2024). “Reinventando Wagner: Africa Corps llega al Sahel”. Documento de Análisis. IEEE 14/2024 https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2024/DIEEEA14_2024_OSCGAR_Wagner.pdf
31 Díaz Matey, Gustavo (2024). “Cómo la explosión de los buscas y ‘walkie-talkies’ sirvió para encontrar a los enemigos de Israel”. The Conversation. 23 septiembre 2024. https://theconversation.com/como-la-explosion-de-los-buscas-y-walkie-talkies-sirvio-para-encontrar-a-los-enemigos-de-israel-239638
32 Maaloum, Hussein (2025). “Lavrov’s Tour Motives Behind Russia’s Diplomatic Maneuver in the Middle East”. 11 March 2025. Future for Advanced Research & Studies. https://futureuae.com/en-US/Mainpage/Item/10042/lavrovs-tour-motives-behind-russias-diplomatic-maneuver-in-the-middle-east¡