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Internacional

La larga marcha del pueblo kurdo

Tras cuarenta años de guerra contra Turquía, el PKK anunció la suspensión de su lucha armada. ¿Por qué?

La larga marcha del pueblo kurdo

Un joven kurdo con un retrato de Abdullah 'Apo' Öcalan, líder fundador del PKK. | Mehmet Masum Suer (Zuma Press)

El gobierno turco lo ha visto con cierto optimismo, valorándolo como un triunfo para el presidente Recep Tayyip Erdogan. Mientras que, en la actual complejidad política de Siria, fuerzas kurdas han combatido en algunas regiones con los rebeldes sirios, apoyados por Turquía. El Kurdistán iraquí sigue en tensión a la espera de que el cese unilateral del PKK contribuya a aminorar la tirantez en la región.

Los observadores internacionales dicen que el paso de los kurdos puede, y solo puede, ayudar a aflojar la tensionada región del Cercano Oriente, amenazada por la pugna árabe-israelí, cuyo escenario bélico no termina de apaciguarse en la franja de Gaza. Aunque ven con ojos de esperanza tal decisión, el tablero geopolítico allí sigue siendo una de las áreas más calientes del globo. La mayoría del pueblo kurdo milita en la religión musulmana sunita, hay minorías de chiitas, cristianos ortodoxos y yazidíes, una fe preislámica. 

En esos cuarenta años de enfrentamiento armado cayeron 40.000 combatientes. Una lucha armada contra el Estado turco que empezó en 1984, con el objetivo de obtener un Estado kurdo independiente dentro de Turquía. El pueblo kurdo ha sobrevivido habitando el sureste de Turquía, noreste de Siria, norte de Irak, Irán y suroeste de Armenia. En ese extenso territorio, abarcando cinco países, viven de 35 a 45 millones de kurdos. Aunque son el cuarto grupo étnico del Medio Oriente, tras árabes, persas y turcos, aún no han logrado constituir una nación propia. Hoy, ese anhelo parece estar pospuesto por una entente con Turquía y la nueva Siria.

El sueño del Kurdistán independiente comenzó a tener vida propia tras la caída el imperio Otomano, al finalizar la I Guerra Mundial. Muchos kurdos lucharon junto a los turcos, aliados de Alemania, en esa guerra; aunque hubo oposición dentro de ellos mismos. Las potencias europeas vencedoras contemplaron la posibilidad del Kurdistán en el tratado de Sèvres de 1920. Eso se olvidó en 1923, cuando el nuevo tratado de Lausana creó las nuevas fronteras de Turquía, dejando aparcadas las pretensiones de los kurdos. Hoy siguen siendo un pueblo disperso y minoritario en esos territorios ajenos. Así llevan más de 80 años viendo cómo las potencias occidentales han bloqueado sus aspiraciones. 

Turquía como enemiga

El Gobierno turco llama despectivamente a los kurdos ‘turcos de las montañas’. Los ven como una especie de turcos de tercera, es decir, no auténticos turcos. La lista de agravios contra ellos es larga: Reubicaciones, prohibiciones de su cultura, negación de su identidad étnica. Ante ese acorralamiento, el líder marxista-leninista, Abdullah Öcalan fundó el PKK e inició la guerrilla en 1984. Su grupo está señalado como terrorista por Turquía, EEUU, Reino Unido y la UE. Esa calificación puede cambiar ahora.

Tras duros enfrentamientos armados en los años noventa, el PKK planteó a los turcos integrarse a Turquía en un estatus de libertad, sin llegar a ser un Estado independiente, pero Turquía se negó a negociar esa opción. Hubo nuevos intentos de negociación entre 2009/2011 en Noruega, pero sin acuerdo. Con intentos de altos al fuego, las batallas han continuado desde 2015, extendiéndose desde el territorio turco a Irak y Siria, hasta el actual cese de hostilidades anunciada por el PKK. 

Desde el año pasado, los turcos han mantenido encuentros con el líder del PKK, Abdullah Öcalan, preso desde hace 25 años en la prisión de la isla de Imrali, una cárcel de alta seguridad en el mar de Mármara. Eso ha concluido con el pronunciamiento de los kurdos para suspender la lucha armada, refrendada en el 12º Congreso del PKK, celebrado entre el 5/7 de mayo 2025 en su base de operaciones al norte de Irak. 

Un líder llamado Apo

Abdullah Öcalan, Apo, para sus compañeros de lucha, imbuido por la idea de un Kurdistán libre y soberano, y navegando en el oleaje de la Guerra Fría, fundó el PKK en 1978, afianzándose en el marxismo-leninismo boyante de esa época. Escogió la guerra de guerrillas, según el manual del ideólogo clásico, Ernesto Che Guevara. El líder kurdo, conocido con admiración por su pueblo, como Apo (4/abril/1949, hoy 76 años), ha basado su lucha en larga tradición cultural de los kurdos, que se remonta al imperio persa, concretamente a los medas de hace unos 500 años AC. 

Apo fue capturado en Kenia en 1998 por los servicios de inteligencia turcos. Fue condenado a muerte por traidor al Estado, una pena conmutada a cadena perpetua. Es posible que, tras el convenio secreto entre turcos y kurdos, con el cese de hostilidades armadas, Apo pueda recobrar la libertad tras 25 años en un calabozo.

Apo, un político en el mundo cambiante, tras la caída de la URSS y el bloque satélite del Este europeo, se repensó su estrategia inicial para adecuar a su PKK a los nuevos tiempos. Se colocó en la tesitura del centro en una versión kurda de confederalismo democrático, adaptado la realidad territorial dispersa de su pueblo a un sistema descentralizado, basado en un autogobierno local. Ese concepto se alejaba de sus exigencias iniciales de un Estado kurdo independiente.  

En aquellos días lo explicó Alper Coskun, de la sección europea de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional: «Las aspiraciones de Öcalan han cambiado con el tiempo. A principios de la década de 2000, se inclinaba por la idea de una solución confederal para los kurdos».

Desde ese nuevo horizonte ideológico el PKK trasladó sus actividades a Siria e Irak. Un brazo político y armado del partido kurdo tuvo amplia fuerza en la lucha opositora al presidente, Bashar al-Assad. Asimismo, Apo y su PKK han luchado contra el ISIS apoyados por EEUU. El papel de los kurdos tiene relevancia en la actual lucha política en Siria. 

¿Por qué disolver el PKK armado?

Los analistas consultados no se atreven a afirmar las razones. Está claro que Erdogan sale ganador al conseguir acabar una guerra larvada durante 40 años. Él también intenta calmar la furia de la izquierda kurda dentro del Parlamento turco. Erdogan tiene un horizonte electoral cercano en 2028. No podrá presentarse nuevamente, a menos que cambie la Constitución, cosa que solo conseguiría con mayoría parlamentaria, que ahora no tiene. Esos votos kurdos podrán serles indispensables. Luis Velasco, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Vigo, ha dicho que «podría parecer que el ‘neo otomanismo’ ofrece un espacio favorable al PKK». 

Está también el posible entramado de alianzas de fuerzas armadas, que operan en Siria, inclinadas a dejar las armas para apoyar al gobierno de transición, encabezado por Ahmed al Sharaa. Eso cuadraría con la idea nueva del PKK en relación con la organización político-administrativa que piensa el PKK para su Kurdistán. Finalmente, el PKK saldría ahora de la lista negra de las organizaciones terroristas. En un mundo tecnológicamente globalizado, ha reconocido Apo, continuar siendo un grupo solamente apostando por la guerra de guerrillas no parece tener su razón de existir. Y, tal vez, el nuevo gobierno que se está armando en Siria sea un aliciente para que los kurdos puedan pisar un territorio, si no propio, sí donde tengan un gobierno autonómico estable. Solo falta esperar a que Apo vea la libertad.

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