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Internacional

Los matones de Trump

Los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU aterrorizan a la población y violan las leyes

Los matones de Trump

Agentes del ICE. | Reuters

Malo es que el comercio internacional esté sujeto a los vaivenes de Donald Trump; que, en unos días, o unas horas, pasemos de aranceles descomunales a la nada, y poco después otra vez a la escalada de amenazas de tarifas exageradas y a las represalias. Malo es que Washington no aporte claridad a la guerra de Ucrania; que sea unos días cómplice del invasor Putin y castigador de Volodímir Zelenski y otros «regañe» al presidente ruso y contemporice con el ucraniano. Son solo dos ejemplos del destrozo que hacen a la economía -y al bolsillo de los ciudadanos- la incertidumbre y la ausencia de previsibilidad, y del daño que causan a las relaciones internacionales la descoordinación con los antiguos aliados y la ausencia de liderazgo.

El carrusel de los aranceles comienza a ser familiar -los trucos de mal promotor inmobiliario-, y aunque el autoasignado papel de intermediario entre Ucrania y Rusia no haya servido hasta ahora para nada, una ofensiva tan audaz como la Operación Telaraña -la destrucción de un tercio de la flota aérea estratégica de Rusia- reorganiza el escenario y puede animar a los países europeos a no flaquear en su respaldo a Kiev (habrá que estar atentos a las inminentes represalias de Moscú tras los últimos reveses).

En cualquier caso, ya se sabe que, cuatro meses y medio después de la llegada de Trump a la Casa Blanca, el mundo no es un lugar mejor. «La nación indispensable» que la ex secretaria de Estado Madeleine Albright proclamó hace casi 30 años ha abandonado la vocación de serlo y ha perdido el sentido de su liderazgo democrático global y de las relaciones especiales con los aliados para ceder a las viejas corrientes nacionalistas y nativistas, al viejo populismo. Las prácticas iliberales asaltan las instituciones -no es el único país del mundo en el que sucede, tenemos ejemplos muy claros en Europa, y desde luego en múltiples actuaciones del gobierno español- y pasarán años antes de que se recuperen de los daños sufridos.

Pero hay otra dimensión en la que Trump y sus centuriones están cruzando líneas intolerables que no tiene que ver con cifras, exportaciones y mesas diplomáticas inútiles. Es la ofensiva sistemática y organizada contra decenas de miles de personas en EEUU a cargo de tipos que se comportan como matones profesionales. Son partidas de la porra que utilizan comportamientos fascistas para aterrorizar a los ciudadanos. Hay una actuación cruel y ciega contra las personas más vulnerables, más débiles.

En su discurso inaugural del pasado 20 de enero, Trump reiteró uno de sus planes: deportar a «millones y millones de delincuentes extranjeros al sitio de donde vinieron». El presidente puso el acento en «delincuentes», porque era lo que sus votantes querían oír; pero el activista ultra Stephen Miller, que es subjefe de Gabinete de la casa Blanca -una especie de vicepresidente del gobierno- se encendió con lo de «millones y millones», y lo está llevando a la práctica, caiga quien caiga.

El instrumento elegido para ello son las escuadras de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), algunos de ellos procedentes de las turbas que asaltaron el Congreso del 6 de enero de 2021, a los que el Congreso ha permitido alistarse en agencias de Seguridad Nacional. A estos matones les encanta taparse el rostro e ir a la búsqueda de ciudadanos con pinta de delincuentes cerca de iglesias, restaurantes populares, lugares de trabajo y edificios a los que se acude para hacer gestiones relacionadas con los papeles de inmigración. Les da igual edad y sexo, les es indiferente que sean ilegales, legales o que estén a la espera de sus documentos. Se dedican a sembrar el pánico con detenciones indiscriminadas, a empujones y golpes; no se identifican; meten a los detenidos en camionetas sin distintivos y los hacen desaparecer durante días o semanas.

La pesadilla se extiende por todo el país: un joven que lleva viviendo en Massachusetts desde que tenía cinco años fue detenido hace unos días en la víspera de su graduación. Nadie sabe dónde está. En pleno Manhattan arrestaron recientemente a una mujer que iba con su hija de 12 años; simplemente, se la llevaron. Por suerte, un matrimonio que pasaba por allí se hizo cargo de la niña las seis horas que la madre estuvo detenida. Luego la soltaron; no tenían nada contra ella. La semana pasada fueron detenidos un centenar de trabajadores en Tallahassee, Florida, ocupados en la construcción de una residencia para estudiantes cerca de la Universidad Estatal de Florida.

Los ciudadanos empiezan a hartarse de estos comportamientos gansteriles, de estas razzias de desalmados que violan las leyes, que primero detienen y luego preguntan, si es que preguntan. En San Diego entraron en un restaurante italiano a llevarse a todos los empleados; los clientes, que estaban comiendo, se levantaron y consiguieron echar a los agentes del restaurante y del barrio. El pasado martes, en Minneapolis, los bravucones entraron en una taquería a llevarse a todos los que estaban allí y la gente se les enfrentó. Las reacciones empiezan a ser agresivas. Hay menos miedo que hace unas semanas. El riesgo de violencia descontrolada es mayor.

En enero, cada responsable de campo del ICE -hay 25- recibió el encargo de detener a 75 personas cada día. Ahora, según Axios, el objetivo para esos 25 responsables y sus bandas de agentes ha pasado a ser un total de 3.000 detenciones al día. El propio Stephen Miller, según la NBC, echó una bronca la semana pasada a los jefes por no detener a suficientes personas y les amenazó con el despido. Es una locura desatada de persecuciones, asaltos y desapariciones contra inmigrantes, contra extranjeros, para tratar de llegar a la cifra de un millón de deportados cuando se cumpla el primer aniversario de Trump en la Casa Blanca.

Se logre o no se logre el infame objetivo, ¿cuántas vidas se destrozarán en el intento? Y mientras dure todo esto, ¿la bandera de las barras y las estrellas todavía ondeará sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes?

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