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Internacional

Trump, aprendiz de dictador

Algún día habrá una matanza si las cosas siguen así. Esa sangre caerá directamente sobre la cabeza del presidente

Trump, aprendiz de dictador

Un miembro de la Guardia Nacional desplegado en Los Ángeles.

El gran polarizador que actúa desde la Casa Blanca da un paso más para alimentar los enfrentamientos en EEUU. Las partidas de agentes del Servicio de Control y Aduanas (ICE), en muchas ocasiones enmascarados y que se dedican a aterrorizar a la población y a detener a ciegas a todo aquel que tenga pinta de extranjero, de inmigrante, se están encontrando, como era de esperar, con una oleada creciente de protestas. Sus recientes golpes en Los Ángeles han provocado manifestaciones en el centro de la ciudad.

Para acallar esas protestas -de los ciudadanos de un país hecho por inmigrantes- contra el objetivo de deportar a un millón de personas en un año, la Casa Blanca sustituye las partidas de la porra del ICE por soldados de la Guardia Nacional y marines que no tienen la culpa de estar ahí ni son voluntarios, como ocurre en muchos casos con los agentes de inmigración. Hay ya cientos de heridos y detenidos. Las manifestaciones se extienden por las principales ciudades estadounidenses. Algún día habrá una matanza si las cosas siguen así. Esa sangre caerá directamente sobre la cabeza de Donald Trump.

Es la primera vez en 60 años que hay un despliegue de tropas sin la petición expresa del gobernador del estado en el que ocurren los hechos. El gobernador de California, Gary Newson, no se acobarda, como están haciendo decenas de legisladores y responsables republicanos, horrorizados por la deriva de Trump pero incapaces de denunciarla. En un mensaje a los californianos y a la nación -más propio de un aspirante a la presidencia que de un gobernador-, Newson ha dicho lo que cada vez más personas piensan: “La democracia está siendo atacada ante nuestros ojos; el momento que temíamos ha llegado. Está demoliendo el proyecto histórico de nuestros padres fundadores”.

La expresidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, ha recordado que el 6 de enero de 2021 los congresistas pidieron en vano al entonces presidente Trump que enviara la Guardia Nacional para protegerles y defender el Capitolio de la agresión de los vándalos (azuzados por Trump). “Ahora, en contra de la Constitución, ha mandado a la Guardia Nacional a California”.

Trump ha contestado con sus habituales explicaciones confusas en las que dice que los soldados pelean en Los Ángeles contra una fuerza extranjera, y que, si no lo hicieran, “la ciudad estaría ahora mismo en llamas”; y luego mezcla el despliegue de tropas con los incendios de la zona y el mal uso que hacen las autoridades del agua, y lo mal que lo hicieron durante la pandemia, además de otras mentiras flagrantes relacionadas con las elecciones de 2020 (que perdió, aunque nunca lo ha aceptado).

Y ha tenido la desfachatez de acudir a Fort Bragg, una importante base militar en Carolina del Norte, a convertir un discurso en un mitin en el que justificó los ataques contra civiles, a los que llamó “animales” y “enemigos extranjeros“, y se comprometió a “liberar” la ciudad de Los Ángeles, un “basurero”, para hacerla “libre, limpia y segura de nuevo”. Entre otras cosas, dejó abierta la posibilidad de activar la Ley de Insurrección de 1807, uno de los poderes presidenciales de emergencia más extremos, que autoriza el despliegue de fuerzas militares en el interior de Estados Unidos para reprimir actos de rebeldía y de violencia o para hacer cumplir la ley en determinadas situaciones. Todo ello entre las bromas y risas de su cohorte de acompañantes y, por el momento, el silencio de los generales, que se tragaron el festival de barbaridades y que se están tragando todos los dislates del comandante en jefe menos apto de la historia.

Mientras tanto, los carros de combate recorren las calles de Washington, en este caso porque se están preparando para un desfile que el autócrata que se sienta en el Despacho Oval se ha organizado a sí mismo por su 79 cumpleaños el próximo sábado. Este carísimo e inoportuno autorregalo se justifica por la celebración del 250 aniversario del ejército, pero el desfile de Washington no formaba parte de los preparativos militares hasta hace muy poco.

¿Esto es Estados Unidos o es una exhibición dictatorial de fuerza en la Rusia de Putin?

En una parte del país, en Los Ángeles, un despliegue de tropas de la Guardia Nacional con el respaldo de los marines reprime sin miramientos a los que protestan contra las deportaciones. En la otra parte, en la capital de la nación, helicópteros de combate, cientos de vehículos militares y 6.600 soldados desfilan este sábado ante un presidente que esquivó en cinco ocasiones las convocatorias para hacer el servicio militar y logró de esta forma no ir a Vietnam, como hicieron muchos jóvenes de familias privilegiadas en aquellos años.

Pero ninguno de esos otros jóvenes ha llegado a la Casa Blanca ni, una vez allí, se ha dedicado a injuriar a auténticos héroes de guerra como John McCain, que estuvo preso más de cinco años en Vietnam del Norte, o a despreciar e insultar sistemáticamente a los veteranos y a los soldados norteamericanos hechos prisioneros o caídos en combate en las guerras mundiales, en Irak y en Afganistán. Ninguno de estos jóvenes es este aprendiz de dictador que inflama las pasiones de la peor forma posible y divide a la sociedad con arengas de odio y desprecio.

¿Realmente está este hombre capacitado para ser presidente de Estados Unidos? ¿Para estar al frente del país más poderoso de la tierra? ¿Son conscientes de su deriva los que le apoyan en España y en Europa? ¿Se dan cuenta sus detractores, también en España, de que la guerra contra los jueces y la prensa independiente y el uso de la realidad alternativa en la que incurren a diario son prácticas intrínsecas de la deriva autocrática e iliberal de Trump?

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