La verdadera historia de los drones de Irán en Venezuela
«Se fabrican en este país con ingenieros militares que fueron a hacer un curso a la República de Irán», explicaba Chávez

Imagen de los drones.
Que la Fuerza Armada de Venezuela ensambla drones con apoyo tecnológico de Irán es «información pública, notoria y comunicacional» desde al menos 2012. Presentar esto como un descubrimiento de última hora y armar un escándalo, parece más bien un esfuerzo desesperado de cierto discurso opositor, que intenta resucitar el interés internacional sobre lo que ocurre en Venezuela.
Es que este país ya se ha vuelto paisaje normalizado, en medio de tantos conflictos más candentes en otras partes del mundo. Ya nadie ni siquiera escucha las voluntariosas arengas de la líder de la oposición, ni sus fantasiosas ofertas de que «el fin está cerca» para el ‘chavismo’.
Fue el propio «padre de la revolución bolivariana», Hugo Chávez quien en su mejor estilo provocador, que se volvió marca registrada del ‘chavismo’, dejó sentada la cosa: «Por supuesto que lo estamos haciendo, y tenemos derecho a hacerlo. Somos un país libre e independiente», dijo Chávez el 14 de junio de 2012, en un evento reseñado por la agencia Reuters y por todos los grandes medios globales. Respondía así a versiones publicadas en la prensa española sobre la fabricación de aviones militares no tripulados en cooperación con Irán y otros aliados.
«Se fabrican en este país con ingenieros militares que fueron a hacer un curso a la hermana República de Irán», le explicaba a Chávez un oficial, vía remota, desde una de las instalaciones de la empresa estatal de armamentos Cavim, ubicada en la ciudad de Maracay, a unos 120 kilómetros al sur del Caracas y capital militar de Venezuela.
Hasta esa fecha se habían construido 15 Arpía, un modelo con envergadura de cuatro metros, capaz de volar a tres kilómetros de altura y autonomía de tan solo 100 kilómetros, insuficientes para abandonar las costas venezolanas, mucho menos para llegar a Florida, EEUU.
Unos 10 años después, en el desfile militar por el día de la Independencia, el 5 de julio de 2022, la Fuerza Armada incluyó una exhibición de los drones ANSU 200, instalados en la plataforma trasera de una pequeña camioneta todoterreno. Con voz gangosa, el locutor que narraba el desfile patrio describía el aparato como «de alto sigilo, con capacidad de observación, reconocimiento, ataque, caza antidrones y supresión de defensa aérea enemiga».
Según expertos, se trataba de una versión avanzada del Mohajer -2 uno de los aparatos más versátiles y comunes de los desarrollados por Irán. En junio de 2013, la propia Fuerza Armada mostró desde instalaciones de la Base Aérea Libertador, en Palo Negro, Maracay, el Arpía, versión anterior del Mohajer 2. Todos son desarrollados por Qods Aeronautic Industries, nos recuerda Infodefensa.com.
Un programa sancionado por EEUU
Qods Aeronautic Industries (QAI) es una subsidiaria de la Organización de Industrias de Aviación, subordinada al ministerio de la Defensa y a la Fuerza Armada de Irán, según información disponible en esa biblioteca de Babel que es Internet.
Ya en octubre de 2023 la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, sancionó a 11 personas, ocho entidades y una embarcación con base en Irán, Hong Kong, China y Venezuela, «que posibilitan los programas desestabilizadores de misiles balísticos y vehículos aéreos no tripulados (UAV) de Irán».
«La imprudente decisión de Irán de continuar la proliferación de vehículos aéreos no tripulados destructivos y otras armas prolonga numerosos conflictos en regiones de todo el mundo», declaró el subsecretario del Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Brian E. Nelson.
En la práctica, sancionó de manera secundaria al programa venezolano iraní de Vehículos Aéreos no Tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) como se llama a los populares drones. «QAI, exportó anteriormente el modelo Mohajer-2 a Venezuela, donde se le cambió el nombre a ‘Arpía’. Recientemente, QAI ha colaborado con altos funcionarios de Caracas para la venta de los UAV y aeronaves Mohajer-6 a Venezuela», dice la OFAC al argumentar las sanciones.
El director general de QAI, Ghasem Damavandian, quien «ha coordinado las exportaciones y actualizaciones de UAV de QAI para Venezuela», también fue sancionado entonces. El ministro de Defensa iraní, Mohammad -Reza Ashtiani, es señalado de haber «supervisado el suministro de vehículos aéreos no tripulados (UAV) y otras armas a Venezuela por parte del MODAFL »(Ministerio de Defensa de Irán).
«Ashtiani también gestiona una empresa petrolera iraní-venezolana que financia proyectos de defensa», agrega la OFAC. El 24 de mayo de 2024 Ashtiani fue sancionado también por la Unión Europea, en ese caso por el suministro de drones a Rusia, que son usados contra Ucrania.
Seyed Hojatollah Ghoreishi , Adjunto del MODAFL para Suministros, Investigación y Asuntos Industriales, también es sancionado por la OFAC por haber negociado «los acuerdos de venta y defensa de vehículos aéreos no tripulados (UAV) de Irán con Venezuela, incluyendo un acuerdo de venta de armas por un valor estimado de cientos de millones de dólares». La dotación de estos drones a Venezuela es un moroso resultado de un acuerdo de cooperación en varias áreas, incluyendo la asistencia técnico militar, firmado en 2006 entre Hugo Chávez y el entonces presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad.
El ensamblaje de estos drones, los vuelos directos Teherán-Caracas y la instalación de un desabastecido supermercado iraní Megasis en Caracas, serían de los pocos avances concretos entre los más de 340 acuerdos firmados por las autoridades de Irán y Venezuela desde entonces. Muy al estilo mediático que caracterizaba las visitas de Chávez a cualquier aliado, aquella vez se anunciaron mil millonarias inversiones que incluían hasta una supuesta refinería conjunta en Siria, una fábrica de bicicletas y otra de automóviles, un fondo de desarrollo conjunto por $2.000 millones, una petroquímica binacional en Irán y la construcción de 7.000 casas iraníes en Venezuela.
La muerte de Chávez, y las prioridades de Irán en sus propias áreas de influencia, dejaron en el papel esos ambiciosos proyectos. Ya en tiempos de Maduro, el mayor aporte de Irán ha sido ayudar a remendar las vetustas refinerías de petróleo venezolanas y mantener la oferta interna de gasolina para el mercado automotor.
«Para el año 2020 Teherán apoyaba a Caracas mediante diferentes vías: envío de buques con gasolina, equipamiento y personal para la reparación de refinerías, barcos con alimentos, apertura de mercados con productos iraníes (Megasis supermarkets), la aceptación de pagos en oro venezolano cuando este recurso estaba bajo sanciones en el mercado internacional, así como la cooperación en el sector financiero a través de la incorporación de las criptomonedas», explica la historiadora Gleydis Sanamé Chávez, del Centro de Investigaciones de Política Internacional, de Cuba.
En 2023, durante una visita del presidente Ebrahím Raisi a Venezuela, éste firmó con Maduro más acuerdos en el área científica, tecnológica, de medicina, salud y las comunicaciones. Ambos trazaron la poco probable meta de llevar el comercio entre los dos países a $3.000 millones por año, a $10.000 millones en el corto plazo y después a $20.000 millones. Cifras al voleo y sin sustento al menos en el tamaño de la economía venezolana.
En el desfile de 2024 por el Día de la Independencia, la Fuerza Armada venezolana exhibió otra vez su dotación de armas de origen iraní, incluyendo cinco nuevos modelos de drones ANSU (Antonio José de Sucre), versiones de los Mohajer. También mostraron lanchas artilladas con «los misiles de superficie CM-90, una versión de exportación del misil antibuque Nasir y que se encuentra instalado en las lanchas de combate misilístico y ataque rápido de la clase Peykaap III del Escuadrón de Lanchas de Combate» de la Armada, recuerda Defensa.com.
Más allá de los negocios bélicos, modestos si se comparan por ejemplo con los que siguen haciendo países de Europa y otros de América con socios sancionados y cuestionados por sus incursiones en terceros países, como Rusia o Israel, la asociación del ‘chavismo’ con Irán se inscribe desde hace años en lo que define como una geopolítica multipolar. Además del interés por las armas, ambos tienen en común su retórica antiestadounidense y anti Israel y el apoyo a Palestina. Hasta ahora, el respaldo incondicional del gobierno de Maduro a Irán tras la escalada del conflicto con EEUU e Israel incluye el rechazo «a las acciones genocidas contra la República islámica de Irán».
Hace poco el Estado Mayor Superior Ampliado de la Fuerza Armada venezolana, en nombre de Nicolás Maduro y el propio ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, acudieron a la embajada de Irán en Caracas «para brindar apoyo y solidaridad a dicho país, ante el vil ataque perpetrado por el sionismo que dirige Israel».
«Esta acción bélica injustificada y terrorista, violatoria de todo tipo de derecho internacional se adiciona a los múltiples crímenes de guerra atribuidos al régimen genocida…», expresó el comandante estratégico operacional de la Fuerza, general Domingo Hernández Lárez. «Venezuela, junto a su pueblo, FANB y Milicia Bolivariana, exige la detención inmediata de todas las acciones hostiles, arbitrarias de Israel, patrocinadas por el gobierno más genocida de la historia, Estados Unidos» proclaman los militares venezolanos. Los drones iraníes, pues, vuelan en el cielo de esta retórica.