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Mientras tanto, China atornilla sus negocios en Venezuela

En la era de Chávez, Beijing llegó a financiar hasta con $62.000 millones a través de un «Fondo Pesado Chino»

Mientras tanto, China atornilla sus negocios en Venezuela

Nicolás Maduro y Xi Jinping. | Europa Press

Cuando Rusia e Irán, otros dos importantes aliados del chavismo, andan enfrascados en sus propios problemas con Occidente, China consolida su presencia económica y comercial en Venezuela, un arruinado país sediento de inversiones y dinero fresco.

El pragmatismo chino encuentra campo abierto en la Venezuela de Nicolás Maduro, donde se ha convertido en el principal sustento económico del chavismo. China es hoy la boya en altamar para mantener a flote la llamada revolución bolivariana, un modelo político «popular, militar y policial» que ha arrasado con sus adversarios políticos y económicos, pero que hoy se enfrenta a su propia incompetencia y falta de resultados.

Los alcances e intenciones de esta alianza tienen esta semana un enorme fresco en la «Gran Expo China Venezuela: un destino esplendoroso», instalada en un parque de exposiciones en Caracas, con la presencia de 50 empresas chinas que ofrecen sus productos y servicios a una Venezuela aislada de sus antiguos socios de América y Europa.

La feria celebra además los 51 años de relaciones bilaterales. Desde las cuestionadas elecciones del 28 de julio de 2024, en las que el oficialista Consejo nacional Electoral (CNE) proclamó ganador a Maduro sin mostrar resultados verificados por estados, municipios y mesas de votación, mientras la oposición denunciaba un «fraude masivo» y mostraba sus propias copias de las actas, ninguna importante democracia de corte occidental reconoce este tercer período del líder chavista heredero de Hugo Chávez. 

En la práctica, eso significa que empresas europeas y americanas la tienen difícil para hacer o expandir negocios en Venezuela. A menos que crean que este pequeño mercado, clasificado como uno de los peores del mundo para hacer negocios y último en respeto al Estado de derecho (según el índice World Justice Proyect) merece el riesgo de exponerse a sanciones a cambio de algunos euros, o dólares.

La diplomacia de la seda

China, que ya tiene una importante presencia económica y comercial en toda América, desde Estados Unidos hasta Argentina, aprovecha entonces este potrero venezolano para desplegar grandes y pequeños negocios en todas las áreas y casi sin competencia. 

En la era de Chávez, Beijing llegó a financiar hasta con $62.000 millones al régimen chavista a través de un «Fondo Pesado Chino» cuyas obras y resultados no se ven por ninguna parte. A cambio, la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) ha estado pagando religiosamente esa deuda con cargamentos de crudo. 

Pero en esta nueva fase China parece haber aprendido la lección y más bien invierte de manera directa en proyectos de interés propio, en beneficio de sus empresas. Maduro le da un carácter político a esta alianza, tan importante para el chavismo que está consagrada en un plan económico de gobierno a cinco años, llamado de «Las Siete Transformaciones», convertido en Ley por la Asamblea Nacional en mayo pasado.

El plan consagra la estrategia de «continuar trabajando en alcanzar niveles superiores en las alianzas» con China, Rusia, Turquía, Belarús e Irán, «como socios estratégicos en la conformación de un mundo multipolar y en la defensa contra la injerencia externa». De todos esos países, China lleva la delantera y pisa el acelerador.

«En Venezuela estamos bien preparados y dotados, y listos para enfrentar los tiempos que vengan. Esta asociación estratégica comprobada ‘a Todo Momento y a Toda Prueba’, tiene un solo destino, el destino de China y Venezuela será el destino de un desarrollo esplendoroso que dejará una huella en América del Sur», dijo Maduro al declarar abierta la exposición.

Funcionarios chinos de alto nivel, empresarios y hasta operadores turísticos visitan Venezuela en estos días para impulsar esta alianza por el lado que de verdad importa: los negocios, más que la retórica.

Maduro dijo en la feria que han firmado tres nuevos acuerdos, incluyendo uno con el Banco de Desarrollo de China, para financiar inversiones en agricultura, agroindustria, pesca, acuicultura, producción de petróleo, gas y petroquímica, electricidad, transporte, ciencia y tecnología.  En fin, en todas las áreas donde necesita invertir este arruinado país que ha perdido tres cuartas partes del tamaño de la economía y es uno de los cuatro más pobres de toda América (junto a Nicaragua, Cuba y Haití). 

También se prometen inversiones en áreas transferencia tecnológica, inteligencia artificial, desarrollo agrícola sostenible, fortalecimiento del sistema de salud y telecomunicaciones. La feria expone una sofisticada oferta exportable de China que incluye desde maquinarias pesadas, vehículos y equipos, hasta electrónicos, computadoras, sistemas de comunicación, productos de acero, y servicios profesionales en diversas áreas.

«China y Venezuela han construido una relación basada en la complementariedad y el respeto mutuo. Esta expo es un paso más hacia un futuro de prosperidad compartida», proclamó Maduro, mientras su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, ministra de Hidrocarburos, afirmaba que «los productores venezolanos pueden exportar productos del mar, aguacates y cacao» a China.

Las cifras del comercio bilateral ya dan cuenta de esta relación asimétrica, típica de países del antes mal llamado «Tercer Mundo», que exportan productos básicos a la metrópoli, para después importar productos sofisticados y de alto valor agregado.

Según datos recopilados por TradeMap.org, en 2024 China exportó a Venezuela bienes por valor de $4.803 millones, de modo que fue proveedor de casi un tercio de los $15.284 millones en importaciones totales del paraíso chavista.  Pero si segmentamos por maquinarias, vehículos, manufacturas, electrónicos y todas esas cosas que valen mucho, China facturó bastante más de la mitad de esas ventas.

Estados Unidos, que sigue siendo junto a China el primero o segundo socio comercial de Venezuela, importó $6.009 millones principalmente en petróleo desde Venezuela. También le vendió $2.000 millones en derivados de hidrocarburos y productos refinados, además de otros cientos de millones en alimentos, cereales, como el maíz de las arepas, pienso para animales, maquinarias y equipos.

Pero esta carrera la gana China, especialmente porque desde la llegada de Donald Trump al poder arreciaron las inútiles sanciones contra el régimen chavista, de modo que Estados Unidos ya no es la principal cliente del petróleo venezolano que sacaba la trasnacional Chevron en campos venezolanos.

Por esas paradojas de la geopolítica mundial, aquí otra vez China entra a jugar como ganador, pues en retoma el papel clave que jugó en el pasado –antes del alivio de las sanciones en la era de Joe Biden– como aliado de Maduro para vender en oscuros mercados asiáticos el sancionado petróleo  venezolano, con descuentos.

«Investigaciones de medios han documentado cómo las empresas China Concord Petroleum Co., Hangzhou Energy y China Aerospace Science and Industry Corp (Casic), brazo comercial de una empresa de defensa, han prestado servicios logísticos de transporte de petróleo sancionado de Venezuela, haciendo transbordos en altamar, renombrando el crudo Merey a Singma, Mal, Miri o Kimanis y con ello cambiando el origen a Malasia», señala un informe de Transparencia Venezuela sobre el papel de China en la evasión de sanciones.

China compra hoy la mitad de las exportaciones formales de petróleo venezolano, y también extrae crudo directamente en campos venezolanos a través de empresas propias socias de PDVSA. Es una producción modesta, de unos 120.000 barriles por día (bpd), según algunas fuentes especializadas, muy lejos del medio millón de bpd que han prometido reiterados anuncios en el pasado. 

Aunque si esta nueva era de la alianza bilateral cobra fuerza, es previsible que esa producción aumente, junto con los negocios chinos en otras áreas bajo la abnegada bendición del chavismo.

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