Guerra Israel-Irán: ¿Y ahora... qué?
Estados Unidos e Israel compartían una estrategia: poner fin a la guerra rápido y consolidar sus logros

Lanzamiento de misiles durante unas maniobras militares en Irán. | Sepahnews (Europa Press)
El conflicto entre Israel e Irán ha sido bautizado por algunos analistas como «la primera guerra Irán-Israel» o «la guerra de los 12 días». Independientemente del nombre con que pase a la Historia, lo que es importante es que jamás las guerras prolongadas benefician a ningún país, como decía Sun Tzu en su libro El arte de la guerra.
A medida que se acercaba el duodécimo día de la guerra contra Irán, Estados Unidos e Israel compartían una estrategia general: poner fin a la guerra rápidamente y consolidar sus logros antes de que las cosas se torcieran. Para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el ataque a las tres principales instalaciones nucleares de Irán (Fordo, Natanz e Isfahan) estaba destinado a ser algo puntual. Dejando aparte su peculiar forma de diplomacia, esta guerra con Irán le distraía de su prioridad nacional de levantar la economía de los EEUU y, además, acentuaba divisiones en su electorado y en su Administración.
Dada la fuerte personalidad de Trump, tampoco Netanyahu apostaba por ir a una lucha prolongada. Las FDI ya había hecho básicamente todo lo que podían y mucho más y la cohesión en la sociedad israelí estaba debilitándose. Aún hay aproximadamente veinte rehenes con vida en Gaza y eso era y es lo importante. Lo que se decía sobre que Israel buscaba un cambio de régimen en Irán era en gran medida solo eso: algo que estaría bien si ocurriera. Israel tomó algunas medidas para fomentarlo, debilitando los instrumentos de represión del régimen, pero el objetivo real eran el programa nuclear y el arsenal de misiles.
En este caso, la acción militar se ha utilizado con fines diplomáticos: en primer lugar, para reducir las terribles capacidades de Irán y, en segundo lugar, para obligarlo a que regresara a las negociaciones. Como siempre, el enfoque para la resolución de un problema complejo debe ser integral. Lo que en el planeamiento militar denominamos comprehensive approach.
En este caso como en muchos otros, la opción militar por sí sola no resuelve un problema… pero ayuda. Carl Von Clausewitz en su libro De la guerra afirma que «la guerra es la continuación de la política por otros medios» y tanto en EEUU como en Israel se percibía, que un acuerdo diplomático más la fuerza militar podría resolver la cuestión nuclear iraní, o al menos posponerla a largo plazo. Y haber «ablandado» a Irán puede facilitar una solución negociada.
Implicaciones políticas, diplomáticas y militares
Casi con total seguridad, EEUU va a buscar un acuerdo que:
- limite las capacidades nucleares de Irán o logre el desmantelamiento completo del programa nuclear iraní,
- permita la realización de inspecciones muy intrusivas y con escaso preaviso,
- consiga restricciones a la fabricación y/o compra de misiles y todo ello para conseguir limitar la influencia regional de Irán.
Con este futuro acuerdo, Israel lograría cercenar el arsenal de misiles balísticos de Irán, una amenaza casi tan grave como la nuclear y, además, degradaría el papel desestabilizador de Irán en la región. Y también buscaría garantías de los EE. UU., en el sentido de su total apoyo para futuras acciones militares israelíes contra Irán, si este país toma medidas para renovar su programa nuclear.
Estrategias y posibles escenarios futuros
Si Irán rechaza las exigencias de Trump, como es probable que haga, se arriesgaría a sufrir nuevos ataques estadounidenses o israelíes. Por el contrario, Irán puede aceptar esencialmente las exigencias de EEUU y/o Israel, en cuyo caso evitaría nuevos ataques y el conflicto terminaría realmente, pero el régimen parece tan débil que aumentaría la probabilidad de un levantamiento interno. Sólo hay que ver la campaña represiva y de caza de brujas que se ha iniciado. Por supuesto, también habría perdido su Reina Negra, su garantía de seguridad (el programa nuclear) frente a futuros ataques estadounidenses o israelíes.
Pero Irán podría hacer algo en el ámbito diplomático: una posible opción sería que volviera a las negociaciones simplemente para ganar tiempo, rechazando a la vez las exigencias norteamericanas e israelíes. Este escenario aumentaría considerablemente el riesgo de nuevas acciones militares por parte de EEUU, incluso contra el propio régimen, dirigidas contra líderes militares y civiles e infraestructuras, y no solo contra instalaciones nucleares.
Pero cabe otra opción, ciertamente sibilina y más peligrosa: Irán podría no hacer casi nada ahora, dar largas y excusas… y esperar el momento oportuno. Quizás haya dado esta partida de ajedrez por perdida. Pero intenta cambiar el entorno, planteando un torneo, es decir más partida con sus proxis / aliados. Una clásica hudna (alto el fuego) del islam: «Me doy por vencido o hago una tregua», dándome por derrotado hasta ser fuerte otra vez. El ejemplo más famoso es la Hudna de Hudaibiyah (628 d.C.), un tratado de paz entre el profeta Mahoma y la tribu Quraysh de La Meca. Fue una tregua de 10 años, aunque se rompió antes de cumplirse. En ese caso, la hudna sirvió como un respiro estratégico para el crecimiento y fortalecimiento del islam.
Su estrategia sería llanamente la supervivencia del régimen. Podría negarse a participar en negociaciones sustantivas o a realizar concesiones significativas, al tiempo que se abstendría de cualquier ataque, que pueda proporcionar a Estados Unidos o Israel un pretexto para renovar los ataques. Pero, al mismo tiempo, seguiría reforzando sus capacidades convencionales, su arsenal de misiles, reconstituyendo su defensa aérea y realizando compras de aviones, con el apoyo de terceros países. Podría también, reconstituir secreta y discretamente su programa nuclear y sopesaría «romper cualquier acuerdo», cuando se dieran las circunstancias adecuadas.
El programa nuclear iraní ha recibido un duro golpe, pero no ha sido eliminado por completo. La mayor parte de la infraestructura como el know-how nuclear ha sido destruido o degradado. La dificultad de empezar de nuevo está ahí y con seguridad será controlada por los servicios de inteligencia israelíes y norteamericanos. Pero existe un pequeño gran problema: tan sólo los iraníes y los israelíes saben la ubicación actual de los aproximadamente 400 kilogramos de uranio altamente enriquecido de Irán, que podrían haber sido trasladados antes de los ataques estadounidenses contra Fordo.
Estas reservas podrían servir de base para un pequeño arsenal nuclear, si Irán cuenta con instalaciones secretas de enriquecimiento y conversión que hayan sobrevivido a los últimos 12 días.
Impacto regional y global
Y no olvidemos una cosa, para poner en su justo valor las operaciones realizadas. Gracias al impresionante esfuerzo militar de Israel en los 12 días que ha durado la campaña, EEUU ha podido hacer militarmente lo que ha hecho. El éxito ahora del fin de la guerra depende de la capacidad de EEUU de llevar a cabo un equilibrio entre una diplomacia coercitiva eficaz a corto plazo y una penetración social (o diplomacia suave) a largo plazo, a través de la occidentalización y secularización de la sociedad: cine, costumbres, modas, etc.
Sea cual sea la opción que elija Irán y sin infravalorar la habilidad y la cultura persa, su régimen está en una extrema debilidad militar, política y económica. Pero no sólo ellos sino sus proxis. En consecuencia, las perspectivas de una transformación positiva del panorama estratégico de Oriente Medio nunca han sido mayor.
Los esfuerzos de décadas de EEUU por establecer una coalición regional de Estados árabes e Israel para contener a Irán recibirían un importante impulso, ante un Irán muy debilitado. Y eso es esencial para dar un golpe de gracia a medio / largo plazo al régimen iraní y a sus proxis. Además, los peligros de la proliferación podrían reducirse considerablemente. Turquía, Egipto y Arabia Saudí, los tres países con más probabilidades de proliferar en la región después de Irán, tendrán pocos motivos para buscar armas nucleares.
Y habiéndose abierto una oportunidad histórica que no debe desperdiciarse, no hay que menospreciar a Irán. A pesar de los durísimos golpes militares recibidos, puede haber aumentado su motivación para alcanzar la capacidad nuclear operativa y recuperarse de los reveses sufridos por Israel y EEUU.
A corto y medio plazo, la seguridad de Israel ha mejorado sin duda, pero probablemente sólo por unos pocos años. Un Irán herido y humillado aumenta su peligrosidad. Con cierta seguridad, Israel irá a por el jaque mate, pues no puede permitirse más desgaste en las FDI y en su sociedad.
Por otro lado, la incapacidad de Rusia y China para proporcionar a su aliado iraní cualquier tipo de apoyo práctico durante la guerra ha sido paradójico y contrasta claramente con el apoyo de EEUU a Israel. Esto puede resultar especialmente irritante para Irán, debido a su firme apoyo a Rusia durante la terrible agresión de ésta a Ucrania. Quizás China compense con material militar a Irán… todo se verá.
Rusia y China con certeza han sufrido una importante reducción de su prestigio regional, lo que beneficiará a EE. UU. Oriente Medio puede volver a considerarse una región claramente dominada por EEUU, en la que Rusia y China tendrán que actuar con más cautela.
Y por supuesto, hay quienes en Estados Unidos temen que los conflictos en Oriente Medio distraigan la atención estadounidense de la competencia con China —la única nación que se acerca hoy en día a la influencia económica de Estados Unidos— y con Rusia. Pero es preciso asumir, que el papel directo ejercido por EE. UU. en este conflicto entre Irán e Israel, no ha desviado la atención estadounidense en la región Indo- Pacífico. Por el contrario, ha reforzado significativamente la posición global de EE. UU. en comparación con ambos países y ha enviado un serio mensaje. China quizás, y hablamos siempre hipotéticamente, se mostrará más reacia a atacar Taiwán ahora, que Estados Unidos ha demostrado su disposición a bombardear a los agresores de sus aliados.
Amenazas de desestabilización
Y volviendo a Irán, tampoco debemos menospreciar otro tipo de acciones no cinéticas, pero si hibridas y desestabilizadoras: quizás la mayor amenaza para la seguridad de Israel en los próximos años se trasladará del norte y el sur a la frontera oriental, es decir, a Jordania y/o a otros países de la zona, además de desestabilizar Judea y Samaria (Cisjordania).
Se puede socavar la estabilidad de Jordania y convertirla en una nueva plataforma para futuros proxis y ataques terroristas desde allí contra Israel. Si bien la frontera entre Israel y Jordania ha estado relativamente tranquila durante mucho tiempo, principalmente afectada por el contrabando, en cualquier momento puede suceder algo que desestabilice a Jordania, un socio estratégico de Israel desde hace mucho tiempo. La respuesta inicial de Israel, ante dicha posibilidad, ha sido el despliegue de una División rápidamente, tras el inicio de la Operación Rising Lion, lo que pone de relieve la preocupación emergente.
Volviendo a la debilidad del régimen iraní, que se manifiesta en su miedo interno y la represión al pueblo, debe destacarse el grado de penetración del Mossad en su aparato político y militar y en el programa nuclear y de fabricación de misiles. Esta labor ha sido lenta, paciente, detallada y decisiva …. casi de libro. Y con seguridad continúa … y en algún momento volverá a sorprendernos.
Análisis del programa nuclear iraní
Con respecto a las instalaciones nucleares, aunque todas eran importantes para el programa, no todas tenían la misma relevancia. Arak, por ejemplo, incluía un reactor de gran potencia. Sin embargo, como parte del acuerdo nuclear con Irán de 2015, algunas de las instalaciones se rellenaron con cemento. Bushehr está situada en la costa sur de Irán y data de la década de 1970. Rusia ha desempeñado un papel clave en esta instalación.
A diferencia de Arak y Bushehr, la instalación de Fordo era mucho más preocupante, ya que estaba construida en las profundidades de una montaña y se consideraba un sitio secreto donde Irán realizaba actividades clandestinas. Isfahán contaba con numerosas instalaciones, como el Centro de Tecnología Nuclear y tenía vínculos históricos con tecnología suministrada por China. Otro sitio al sur de Teherán, en Parchin, también se sospechaba que estaba relacionado con el programa nuclear. La instalación nuclear iraní de Natanz, ubicada a unos 220 kilómetros al sureste de Teherán, era uno de los principales centros de enriquecimiento del país y ya había sido blanco de ataques aéreos israelíes. El uranio se había enriquecido hasta alcanzar un 60 % de pureza en dicha instalación —un nivel ligeramente radiactivo, apenas inferior al grado bélico— antes de que Israel destruyera la parte que estaba a nivel superficie de la instalación.
El reto al que se enfrentaba Israel en cualquier ataque contra el programa nuclear iraní era determinar qué partes atacar y cómo llevar a cabo múltiples ataques en numerosos sitios. En el pasado, cuando Israel actuaba para detener a los países de la región y sus programas nucleares, solo tenía que atacar un lugar. Irak, por ejemplo, tenía las instalaciones en Osirak. Siria también tenía un solo lugar para su programa nuclear.
El programa nuclear iraní era tan grande y complejo que presentaba desafíos únicos. Además, Fordo se encontraba tan profundo, que no estaba claro si Israel podría acceder a las centrifugadoras clave y a los componentes de enriquecimiento del uranio.
Y tengamos en cuenta que, para fabricar una bomba nuclear, también es necesario ensamblarla y probarla. Después, es necesario encontrar un método para lanzar el arma. En la última década, Irán había aumentado la capacidad de su programa de misiles de combustible sólido y líquido. Estos misiles tenían un alcance de miles de kilómetros, e Irán construyó cientos de ellos, fabricando «varias familias», basadas en misiles adquiridos a Rusia y China.
Con el tiempo, el programa de misiles se expandió, adquiriendo mayor alcance y precisión. Irán también invirtió en un programa espacial, lanzando satélites al espacio exterior. Esto le proporcionó vehículos de lanzamiento y otras tecnologías, que podrían haber contribuido a su programa nuclear.
Y aquí debemos subrayar la habilidad y la paciencia estratégica de Israel. Observó cómo todo esto se consolidaba durante las últimas décadas. Los temores sobre el programa nuclear iraní se remontan a la década de 1990. Más tarde, la administración Obama buscó un acuerdo que pospusiera el programa nuclear iraní, que se concretó entre 2009 y 2015.
Medidas defensivas y ofensivas de Israel
Y parece probable que Israel observara todo esto con una cierta preocupación. Necesitaba capacidades ofensivas y defensivas. Y así volvemos a los principios de una disuasión creíble: capacidades militares y liderazgo político.
Por ello, Israel comenzó a adquirir nuevos aviones de guerra F-35 de quinta generación y también desarrolló mejores defensas aéreas con el apoyo de EE. UU. El sistema de defensa aérea de Israel es, hoy en día, uno de los más avanzados y sofisticados del mundo, diseñado para proteger el espacio aéreo del país contra amenazas como misiles balísticos, aviones de combate y drones, en base a una protección multicapa.
Estos son los sistemas que utiliza:
- Iron Dome (Cúpula de Hierro): Es un sistema de defensa antimisiles diseñado para interceptar y destruir cohetes y proyectiles de corto alcance. Utiliza radares avanzados para detectar amenazas entrantes y misiles interceptores, como el Tamir, para derribarlos en el aire. Este sistema fue desarrollado por Israel con apoyo de Estados Unidos, y ha interceptado miles de misiles desde que fue activado, con un índice de éxito de más del 90%.
- David’s Sling (Honda de David): Es un sistema de defensa aérea de medio y largo alcance diseñado para interceptar misiles balísticos, así como aviones y drones enemigos. Puede proteger a Israel contra una variedad de amenazas aéreas y tiene capacidades avanzadas de detección y seguimiento. Este sistema también fue desarrollado con Estados Unidos.
- Arrow (Flecha): El programa Arrow, capaz de interceptar misiles balísticos, data de la década de 1980. Israel tiene en servicio el Arrow 2 y 3. Es un sistema de defensa antimisiles de largo alcance diseñado para interceptar y destruir misiles balísticos. Es el componente de más alto nivel del sistema de defensa aérea de Israel y opera en conjunto con el sistema de radar Green Pine. Este sistema funciona fuera de la atmósfera, y se ha usado en la actual guerra para interceptar misiles de largo alcance lanzados por milicianos hutíes desde Yemen.
- Además, el Patriot y el THAAD son sistemas estadounidenses que complementan la defensa israelí. Ambos usan radares y misiles interceptores para derribar misiles balísticos y aviones a media y alta altitud, creando una capa adicional de protección. El Patriot es el elemento más antiguo del sistema de defensa antimisiles de Israel, utilizado durante la primera guerra del Golfo en 1991. El THAAD es el más moderno.
Y se está trabajando en el Iron Beam, que es un láser de corto alcance que pronto entrará en servicio para complementar al Iron Dome. Usa un haz láser para destruir cohetes y municiones de mortero en vuelo, con la ventaja de ser rápido y económico, sin necesidad de misiles interceptores.
Por lo tanto, para 2025 Israel podría perseguir el programa nuclear e interceptar los ataques de represalia de Irán, con una capacidad de defensa bastante alta. Si Israel hubiera esperado demasiado, Irán podría haber tenido todos los componentes para un arma. Si Irán hubiera llegado a un acuerdo con la nueva administración Trump, también podría haber preservado su programa.
Y aquí surgió el escenario para la actuación de Israel: existía una ventana de oportunidad. Los aliados de Irán se habían reducido tras la masacre del 7 de octubre. A un alto precio, Israel ha logrado debilitar a Hamás y también degradar a Hezbolá. Con el presidente estadounidense Donald Trump en el cargo, los líderes israelíes creyeron que se podía actuar. Además, Irán también perdió en Siria un aliado con la caída del régimen de Asad en diciembre de 2024. Esto significó que el camino estaba ahora despejado para atacar Irán. Israel sintió que podía actuar.
Las incursiones iniciales de Israel fueron efectivas contra partes del programa nuclear, contra elementos claves del estamento militar y científicos nucleares. Pero Irán respondió al fuego, provocando muertes israelíes, e hiriendo a más de 3.000 personas en 12 días de guerra. Se provocó el desplazamiento de 10.000 israelíes, ya que los misiles iraníes destruyeron barrios.
De los 500 misiles lanzados, alrededor de 50 impactaron en Israel. Israel continuó con sus ataques diarios contra Irán, destruyendo sus defensas aéreas y persiguiendo a otros elementos del régimen iraní.
El 22 de junio, Estados Unidos se unió a la guerra con un ataque a tres instalaciones nucleares, incluyendo el uso de municiones masivas y especiales en Fordo. Se suponía que esto destruiría partes clave del programa nuclear. Es probable que aún queden muchas partes y que Irán pueda reconstruir sus misiles balísticos. La pregunta ahora es si Irán cambiará de tono y dejará de intentar avanzar hacia un arma nuclear.
Análisis de la posible actuación de Irán
Irán está debilitado, pero su régimen no se ha derrumbado. La guerra de 12 días de Israel fue una apuesta arriesgada, posible gracias a unas circunstancias únicas. Queda mucho por ver si supuso un punto de inflexión, como algunos creen. Irán ajustará su estrategia, no su objetivo estratégico. Sus objetivos siguen siendo adquirir armas nucleares, destruir a Israel y dominar Oriente Medio. Esa lucha no termina con esta partida de ajedrez. La verdadera respuesta de Irán sigue siendo una incógnita.
El objetivo primordial del régimen iraní es su supervivencia. Y para ello puede utilizar diversas herramientas. Los aliados de Irán podrían movilizarse de nuevo. Los hutíes en Yemen ya han manifestado su disposición a reanudar las hostilidades con Israel. Hamás prometió represalias, aunque ya estaba plenamente comprometido en la lucha contra Israel. Hezbolá declaró que no tiene planes inmediatos de tomar represalias contra Israel ni Estados Unidos. Es el momento de vigilar las conexiones de Irán y Hezbolá con redes criminales globales, capaces de llevar a cabo acciones terroristas en todo el mundo, por delegación.
Aunque ninguna turba haya incendiado embajadas en protesta, aún podría haber algunos ataques espontáneos. Embestidas individuales con vehículos, tiroteos y apuñalamientos siempre podrían ocurrir. No deberíamos limitarnos a las amenazas nucleares. Incluso si las capacidades nucleares de Irán se detienen por ahora, teóricamente podrían usarse otras armas para causar bajas o daños económicos masivos. Las armas biológicas o cibernéticas pueden lanzarse clandestinamente. A medida que disminuyen las amenazas nucleares, ¿podrían aumentar estas otras amenazas?
Es lógico prever un debate estratégico en Irán sobre qué hacer a continuación. Su red de aliados/proxis se ha visto gravemente debilitada. Obviamente, la inteligencia israelí ha penetrado en el país. Sus defensas aéreas han sido diezmadas. Su programa nuclear ha sufrido graves daños. En resumen, ha perdido su capacidad de disuasión y su capacidad de defenderse de nuevos ataques.
En estas circunstancias, ¿qué podría hacer para vengarse y demostrar su fuerza? ¿Dedicará sus esfuerzos a reconstruir sus defensas convencionales? ¿Decidirá el régimen arriesgarse a algún tipo de acción terrorista, a través de terceros y de difícil demostración de su procedencia, que provoque y justifique un nuevo ataque estadounidense?
¿O continuará sus esfuerzos por adquirir armas nucleares, aunque con mayor cautela y de forma más clandestina? El cese en el enfrentamiento no acaba con la hostilidad. No podemos respirar aliviados. En cambio, debemos recordar que Irán cuenta el tiempo en décadas, no en días.
Los iraníes preferirán la cautela y el secreto a la prisa, a menos que piensen que pueden lograr un logro rápido. Con seguridad, habrá quién estará vigilante, con un gran esfuerzo de inteligencia y contrainteligencia, para que determinados sucesos no ocurran y la disuasión sea efectiva.
Retos y preguntas abiertas
El programa nuclear iraní es complejo, con múltiples instalaciones y vínculos internacionales. Israel y EEUU se enfrentaron al reto de atacar objetivos dispersos y protegidos, como la instalación de Fordo. La destrucción en gran medida del programa y la degradación de sus defensas aéreas fue posible gracias a un esfuerzo conjunto. No obstante, Irán mantiene ciertas capacidades para reconstruir su programa, lo que mantiene abierta la posibilidad de futuras tensiones y conflictos.
Y se abren diversos interrogantes:
- ¿Le ha merecido a Irán el enorme costo económico y político de un programa nuclear militar, que destruido y/o degradado ha desviado fondos económicos del bienestar del pueblo iraní?
- ¿Cesará Irán en su idea de conseguir armas nucleares o se apresurará a conseguir una bomba, cuando las circunstancias lo permitan?
- ¿Dónde se encuentran los aproximadamente 400 kg de uranio altamente enriquecido que Irán tenía antes de la guerra?
- Dada la profunda penetración en Irán por parte de la inteligencia israelí, ¿va a practicar un doble juego en las negociaciones y esperar a completar el desarrollo clandestino de sus capacidades nucleares?
- ¿Han terminado realmente los combates o se reanudarán en cualquier momento? ¿Va Irán a recomponer sus capacidades convencionales, comprando aviones y sistemas de defensa aérea a terceros países?
- Dados los daños causados por los ataques aéreos, ¿qué probabilidades hay de un nuevo acuerdo nuclear ahora?
- Como decíamos anteriormente: ¿decidirá el régimen arriesgarse a algún tipo de acción terrorista, a través de terceros y de difícil demostración de su procedencia, que provoque y justifique un nuevo ataque estadounidense?
- ¿Cuál es el impacto de toda esta guerra en las relaciones entre Estados Unidos e Israel? ¿Y en las relaciones entre Trump y Netanyahu?
- ¿Servirá toda esta campaña para lograr un alto el fuego en Gaza, un cese definitivo de las hostilidades y el retorno de los rehenes vivos y muertos en cautividad?
- ¿Se logrará una mayor expansión de los Acuerdos de Abraham a otros Estados árabes y musulmanes?
Cuando termino de escribir estas líneas, se produce un nuevo encuentro de Netanyahu con Trump en Washington. Esta vez se ha optado por una cena – reunión inicial de toma de contacto con periodistas y otra posterior reunión. La naturaleza discreta del encuentro parece confirmar la importancia del momento actual. La coyuntura diplomática es ciertamente crítica y delicada, debido a las negociaciones en curso entre Israel y Hamas en Qatar, sobre un alto el fuego en Gaza.
Seguro que el futuro de Gaza, la liberación de los rehenes, la cuestión de Irán, el estatus de Siria, la ampliación de los Acuerdos de Abraham, las garantías de apoyo y seguridad de EE. UU. a Israel, el futuro político y judicial de Netanyahu y algún otro tema más confidencial habrán estado en la agenda de esa reunión….
El momento actual precisa discreción, firmeza, determinación y medir muy bien el mensaje. Quizás, con buen criterio, se ha optado por no dar ruedas de prensa públicas al final, para también enviar un mensaje de la importancia de lo que está en juego. Esta vez no ha habido esa parafernalia tanto del gusto de Trump, para desagrado quizás de Netanyahu. No hemos asistido a grandes declaraciones, ni fotos espectaculares, sino a una reunión con un simbolismo y discreción totalmente diferente a momentos anteriores. Sin temor a equivocarme se ha hecho así a propósitoNos quedan preguntas y cuestiones difíciles de responder o de aventurar como se pueden desarrollar. Veremos los resultados y como continúa la hoja de ruta en esa zona del mundo tan castigada. Lo único seguro es quizás una cosa: Oriente Medio seguirá planteando desafíos.