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El buzón secreto

FSB, GRU y SVR: los asesinos de Putin andan sueltos

El presidente ruso y su control más o menos directo sobre las actividades de sus servicios secretos

FSB, GRU y SVR: los asesinos de Putin andan sueltos

El presidente ruso, Vladimir Putin. | Gavriil Grigorov

Dicen que Putin, al igual que pasa con todos los dictadores -Franco actuó de la misma manera-, nunca se ha fiado de sus servicios de inteligencia, motivo por el cual una de sus decisiones es no entregar todo el poder a uno solo. Vamos, que no desea que le pase lo mismo que a Mijail Gorbachov. En agosto de 1991 se produjo un intento de golpe de Estado impulsado por el tan temido y eficaz KGB, que se había movido a sus anchas durante 37 años, sembrando la Unión Soviética de terror y dejando una imagen de eficacia y peligro permanente en el resto del mundo. Tras el fracaso, disolvieron el KGB.

No es casualidad que limitaran su influencia y distribuyeran sus competencias en dos nuevos servicios, uno interior, el FSB, y otro exterior, el SVR. A los que en ese momento, anteriormente y ahora hay que sumar un tercero, el GRU, el espionaje militar. Aparentemente, cada uno tiene su propia parcela diferenciada de actuación, aunque al final todo se mezcla en defensa de las órdenes e ideas impartidas por Putin. Entran en territorios ajenos y comparten una querencia por los asesinatos, gozan de licencia para matar, crean unidades especializadas en operaciones especiales asesinas.

FSB: envenenan con polonio

Aparentemente, la preferida por Putin, con la que tiene más lazos, es el FSB. Su misión es hacer frente a las amenazas interiores del Estado, para lo cual, si hace falta, acude a cualquier lugar del mundo. Para consolidar esa competencia, a pesar de ser un servicio casero, el parlamento aprobó una ley que le permitía actuar contra extremistas y terroristas fuera de sus fronteras.

El caso más simbólico es el de Alexander Litvinenko, un antiguo agente precisamente del FSB, que acusó a Putin y a otros funcionarios de su servicio de dirigir la corrupción e interactuar con grupos mafiosos. El servicio secreto fue el encargado de cerrarle la boca: le envenenaron con polonio radiactivo 210, la muerte más cruel que se les ocurrió.

GRU: sabotajes, asesinatos y Cataluña

El GRU es el servicio secreto militar que históricamente ha tenido un importante despliegue en el exterior. Siempre han buscado información sobre enemigos, su despliegue militar o conseguir información técnica sobre algún tipo de amas que desconocían. Con Putin también han priorizado las actuaciones violentas y han creado una unidad especializada a la que llaman 29155.

Coordinados bajo ese paraguas, cumplen misiones de sabotaje, subversión y asesinato. En este lío de matar enemigos –los disidentes tienen esta consideración-, ellos se encargaron de uno de los suyos, el antiguo agente del GRU Sergei Skripal. Se fueron a Londres e, igual que los del FSB con Litvinenko, le envenenaron, junto a su hija Yulia, con el agente nervioso Novichok.

Los sabotajes son más intensos desde el inicio del conflicto de Rusia con Ucrania. Se los acusa de ataques tan dispares como una explosión en un depósito de armas en la República Checa, el envenenamiento de un traficante de armas búlgaro en 2015 o prestar ayuda para un intento de golpe de Estado en Montenegro en 2016. Y también fueron los encargados de apoyar a los independentistas catalanes durante el procés, como lo demostró la presencia de varios de sus agentes en las semanas trascendentales del desafío.

SVR: el asesinato en Alicante

El SVR ruso es aparentemente el menos activo de los tres en asuntos violentos. Carece de competencias en el interior de Rusia y se dedica a obtener información en los países en los que está desplegado en todo el mundo. Su misión prioritaria es la guerra contra Ucrania, allí sí que rige la ley del todo vale.

Se les acusa de estar detrás del asesinato de Maxim Kuzmínov, un piloto ruso que desertó a Ucrania pilotando su helicóptero. El espionaje del presidente Zelenski le ofreció dinero y quedarse a vivir bajo SU protección en el país, pero él prefirió un retiro en Alicante. Allí le descubrió el SVR, que no se manchó las manos, y encargó el asesinato a un grupo mafioso.

Los tres servicios secretos son muy poderosos, los tres reciben órdenes de Putin y los tres se enfrentan entre ellos habitualmente por ganarse el aprecio de su jefe. Los tres juran lealtad eterna, pero de momento, para Putin es mejor tenerlos enfrentados: así consigue que le lleven mejor información y evita que si le llega un momento de debilidad, le hagan como a Gorbachov y le den un golpe de Estado.

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