Cuomo vs Mamdani: así está la reñida batalla por la alcaldía de Nueva York
El veterano demócrata intenta demostrar que puede recuperar terreno frente al avance del joven político socialista

Las redes de Cuomo ahora se llenan de videos verticales saludando a vecinos, charlando en restaurantes o tomando el ferry | Andrew Cuomo X
Andrew Cuomo promete que ya no será «el candidato amable». Tras su derrota del mes pasado en las primarias demócratas frente a Zohran Mamdani, el exgobernador ha decidido no retirarse y reactivar su carrera por la alcaldía de Nueva York como candidato independiente. A menos de cuatro meses de las elecciones locales, Cuomo intenta demostrar que puede reinventarse y recuperar terreno frente al avance del joven político socialista que hizo historia en junio.
«So much for being nice, that’s what I say», lanzó Cuomo en un pódcast reciente, admitiendo que su tono moderado en la campaña anterior fue un error. Su nuevo mensaje es claro: menos contención, más combate político.
Cuomo reconoce que en las primarias «jugó a lo seguro», evitando actos masivos y entrevistas, mientras las acusaciones por acoso y su gestión del Covid seguían proyectando sombra sobre su figura. Esa estrategia lo desconectó del electorado en un momento en que Mamdani movilizaba multitudes con un discurso centrado en el todo gratis y con una maquinaria digital imbatible.
Ahora, el exgobernador quiere volver a la esencia que lo definió en Albany: firmeza y confrontación. En su nueva narrativa, Mamdani encarna «ilusiones socialistas» con promesas como congelar los precios del alquiler, abrir supermercados municipales y ofrecer transporte público gratuito.
«Esos slogans suenan bien: todo gratis. ¿Comida gratis, educación gratis, autobuses gratis? Si parece demasiado bueno para ser verdad, es que no lo es», criticó Cuomo.
Además, busca diferenciarse en términos ideológicos: «Mamdani está en la línea demócrata, pero es socialista. Yo estoy en la línea independiente, pero soy demócrata», afirmó en la televisión, apelando a votantes moderados e independientes.
Un mapa electoral complicado
Pese a su optimismo, Cuomo enfrenta una pendiente ciertamente empinada. Mamdani ganó las primarias con un margen de 13 puntos, respaldado por un ejército de 60.000 voluntarios que llamaron a 1,6 millones de puertas, una hazaña logística atribuida en gran parte al capítulo neoyorquino de los Democratic Socialists of America (DSA).
Esta estructura, que ya impulsó victorias como la de Alexandria Ocasio-Cortez, ve en Mamdani la oportunidad de colocar a un socialista en la alcaldía de la ciudad más influyente del país y una de las más importantes del mundo.
«El triunfo de Mamdani es el mayor desafío para los demócratas tradicionales en 50 años», advierten los estrategas políticos. Y aunque algunos líderes del partido –como la gobernadora Kathy Hochul o el senador Chuck Schumer– no han respaldado formalmente al candidato socialista, la tendencia del electorado urbano apunta a la izquierda, especialmente entre los jóvenes.
Para ser competitivo, Cuomo necesita consolidar el voto moderado en distritos como Queens, Staten Island y el Upper West Side, además de captar independientes y conservadores. Pero ese espacio también lo disputa Eric Adams, actual alcalde, quien sigue en la carrera con un perfil liberal y el respaldo creciente de sindicatos policiales.
El terreno y las redes: la apuesta Cuomo
El exgobernador ha intentado corregir su error más señalado en las primarias: la conocida como estrategia «rose garden», que lo mantuvo distante de la calle. Desde el 14 de julio, cuando confirmó su candidatura independiente, ha apretado su agenda y ha visitado 16 barrios que incluyen el Bronx, Queens, Washington Heights, Midtown y Staten Island, además de complejos residenciales como Co-Op City y Lefrak City, donde superó a Mamdani por amplios márgenes en junio.
Sin embargo, algunas voces críticas apuntan a que sigue «jugando a lo seguro», priorizando territorios donde ya fue competitivo y evitando enclaves en manos de la izquierda más dura como Williamsburg, Park Slope o Astoria, bastiones de Mamdani. «¿Vamos a los clubes del DSA? No», ironizó Rich Azzopardi, portavoz de Cuomo. «Pero esto es una campaña nueva y vamos a estar en todas partes», matizó.
En paralelo, Cuomo ha lanzado una ofensiva digital inspirada –aunque tarde– en el modelo Mamdani. Sus redes ahora se llenan de videos verticales donde aparece saludando a vecinos, charlando en restaurantes o tomando el ferry hacia Staten Island. Tras algunas críticas iniciales por fallos técnicos, los videos muestran al candidato con micrófono inalámbrico y un tono más coloquial.
«Cuomo parece haberse tomado un par más de cafés, pero quizá no sean suficientes», comentan algunos analistas como Trip Yang, sugiriendo que el cambio de imagen aún no genera la energía que necesita.
El factor Mamdani: una maquinaria ideológica
Mientras Cuomo trata de encontrar oxígeno, Mamdani fortalece su alianza con el DSA, que ya convirtió la elección en una batalla cultural. Para la organización socialista, la victoria en noviembre supondría pasar de la periferia al centro del poder municipal.
Con 10.000 miembros activos en la ciudad y un discurso que combina los mantras de justicia social, vivienda asequible y transporte gratuito, la estructura del DSA promete repetir la operación que barrió en las primarias: miles de voluntarios, cero consultores caros y narrativa militante.
«El futuro de la izquierda en Nueva York depende del éxito de Mamdani», admite Gustavo Gordillo, líder del capítulo local del DSA. El candidato, hijo de inmigrantes ugandeses y musulmán practicante, se presenta como la voz de los trabajadores y de las comunidades excluidas, un perfil que ha captado al electorado joven y diverso.
¿Quién capitaliza la fragmentación?
Con tres nombres fuertes en la papeleta –Mamdani, Cuomo y Adams–, el riesgo para el bloque anti-socialista es la división. Cuomo propone que el republicano Curtis Sliwa y los independientes se retiren en favor del candidato mejor posicionado, pero ni Adams ni Sliwa han aceptado.
El escenario más probable: una contienda a tres bandas donde la movilización digital y territorial será decisiva. «Es un electorado distinto al de junio: más amplio, más moderado, con independientes y republicanos», insiste Cuomo. Pero en una ciudad que vota mayoritariamente demócrata, la pregunta es si su apuesta tardía por la cercanía y el tono combativo bastará para frenar la ola socialista.
Por ahora, la única certeza es que Nueva York se encamina a la elección más polarizada y simbólica de las últimas décadas: un exgobernador en busca de redención, un alcalde que se aferra al poder y un socialista respaldado por la maquinaria militante más potente del país.