El fracaso de la Cumbre de Alaska
«Putin salió indemne porque no se habló ni de cese el fuego ni de sanciones, a pesar de las amenazas previas de Trump»

El presidente de EEUU, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin. | Reuters
La cumbre celebrada en Alaska el pasado 15 de agosto entre los presidentes de los Estados Unidos, Donald Trump, y de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, ha sido un fracaso para el estadounidense y una puñalada por la espalda para los aliados europeos. La reunión posterior en Washington con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y siete líderes europeos (incluyendo a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte), provocada por los europeos para intentar un control de daños, no ha paliado el desastre estratégico que ha supuesto la cumbre. Además, en medio de la reunión con los europeos, Trump llamó por teléfono a Putin para tranquilizarlo. Un gesto más de desprecio hacia sus aliados y de compadreo con Putin.
Una cumbre sin la debida preparación diplomática previa (lo que normalmente requiere bastantes semanas o meses) está abocada al fracaso. Putin salió indemne porque no se habló ni de cese el fuego ni de sanciones, a pesar de las amenazas previas de Trump, olvidadas rápidamente tras la visita de su enviado especial, Steve Witkoff, a Moscú el 6 de agosto en la que los rusos exhibieron el señuelo de buenos negocios para Trump.
Trump no ha aclarado en qué consistiría su participación en las supuestas «garantías de seguridad» que se darían a Ucrania a cambio de que ceda a Putin los territorios ya conquistados por los rusos, e incluso el resto del Donbas que incluyen áreas de un gran valor estratégico militar para Ucrania. Lo que ha dicho claramente Estados Unidos es que no habrá fuerzas estadounidenses sobre el terreno en Ucrania. Los europeos aludieron reiteradamente a NATO-like guarantees (garantías equivalentes a las del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte), pero eso implicaría entrar en la guerra contra Rusia en caso de nueva agresión. Trump no se comprometió a nada de eso ni creo que el Congreso de su país le dejaría hacerlo. Ni siquiera se mostró dispuesto a incrementar la entrega de armas a Ucrania, aunque Zelenski declaró que Trump le había prometido envíos por valor de 90.000 millones de dólares, que obviamente pagarían los europeos.
Cualquier referencia a la antes anunciada por Trump imposición de «sanciones devastadoras» por parte de Estados Unidos a Rusia si no se aviene a un cese el fuego y acabar la guerra, ha quedado olvidada. El Secretario de Estado, Marco Rubio, ha dicho que la imposición de sanciones a Rusia por parte de EEUU haría que Moscú se retire de inmediato de las discusiones. Una muestra más de que las palabras de Trump tienen poco valor.
Por parte europea hace meses que, por iniciativa franco-británica, se está constituyendo una coalición de países dispuestos a contribuir militarmente a una «fuerza de garantía» para reforzar el apoyo a Ucrania, disuadir cualquier intento ruso de presionar militarmente a algún país aliado y garantizar el respeto de un eventual alto el fuego. Es muy probable que esta coalición necesitase contar con recursos estratégicos estadounidenses -como inteligencia satelital, comunicaciones, transporte, defensa aérea y misiles de largo alcance- posiblemente proporcionados a través de la OTAN en virtud de los acuerdos llamados de «Berlín Plus». Parece que la estructura de mando de esta fuerza podría establecerse en París.
Pero no está claro que esta coalition of the willing consiga desplegar fuerzas en Ucrania como garantía para el respeto de la soberanía de ese país. En primer lugar, porque Putin ya ha dicho que la entrada de tropas occidentales en Ucrania agravaría el conflicto. Y, en segundo lugar, aunque su despliegue con tropas sobre el terreno (boots on the ground) se produjera después de un teórico acuerdo de paz, la operación sería muy arriesgada y no estoy seguro de que los europeos estarían dispuestos a sufrir bajas en esa operación, bajas que los rusos podrían ocasionar incluso aunque hubiera un acuerdo. Tampoco está claro en qué forma Washington estaría dispuesto a apoyar esa operación. Pero unas garantías de seguridad sin un componente militar serían tan poco eficaces como las dadas a Ucrania en el Memorando de Budapest de 1994, cuando aceptó desprenderse de las armas nucleares heredadas de la Unión Soviética. En todo caso, las garantías deben incluir el mantenimiento de un ejército ucraniano fuerte y bien armado, todo lo contrario de lo que pretende Putin, que es que Ucrania se «desmilitarice».
Los objetivos de Putin en Ucrania siempre han sido ideológicos y estratégicos y no veo claramente qué grand bargain (gran arreglo) podría disuadirlo de continuar la guerra, especialmente ahora que la evolución sobre el terreno parece serle favorable. Para Putin Ucrania no existe, el pueblo ucraniano tampoco, el idioma ucraniano debe ser marginado y la iglesia ortodoxa de Ucrania debe someterse al Patriarcado de Moscú. Por mucho que hable Trump de promover una reunión trilateral entre Putin, Zelenski y él mismo, es improbable que el presidente ruso acepte reunirse con un líder al que pretende eliminar. Es posible que haya otras reuniones «a nivel técnico» como las anteriores celebradas en Estambul, que no sirvieron de nada.
Lo más positivo de la situación actual es la fuerte unidad que han mostrado los líderes europeos lo que muestra que, cuando los europeos están unidos, su postura lleva mucho peso y debe ser tenida en cuenta. Como señaló el presidente Emmanuel Macron, las decisiones que se tomen afectarán no solo a Ucrania sino a la seguridad de todo el continente europeo. Es penoso que España con Pedro Sánchez haya quedado fuera de juego en un asunto tan trascendental.
Me parece que tiene razón la profesora y columnista Anne Applebaum al señalar que la guerra sólo puede terminar con la derrota de Rusia (o de Ucrania). El problema es que no está claro que los europeos tengamos capacidad industrial, militar, financiera y voluntad política para sostener durante mucho más tiempo el esfuerzo del ejército ucraniano. Será en todo caso preciso que nuestros líderes políticos expliquen a la opinión publica por qué es importante impedir que Ucrania salga derrotada.