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Internacional

En Venezuela la agresión es contra el bolsillo de la gente

El viaje de buques de EEUU por el Caribe sur coincide con la crisis económica que agobia a las familias venezolanas

En Venezuela la agresión es contra el bolsillo de la gente

Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela, el pasado 28 de agosto. | Reuters

Mientras el chavismo hace fiestas en todas las plazas del país llamando a su gente a alistarse para enfrentar a Estados Unidos, la realidad es que el venezolano común vive por estos días los estragos de una recargada crisis económica que mantiene por debajo de la línea de pobreza a millones de familias.

El chavismo en el poder intenta que la gente se distraiga con los mensajes nacionalistas y la supuesta amenaza de un desembarco inminente de fornidos marines dispuestos a mancillar el suelo de los libertadores. 

Pero por aquí hay cosas concretas de las cuales preocuparse.

En lo que va de año el dólar ha aumentado de precio en 185%, lo que se traduce en una devaluación acumulada del 64,9% del bolívar, que cerró agosto en 148,44 por dólar. 

En el año terminado entre el 30 de agosto de 2024 y este 30 de agosto, el dólar ha triplicado su precio, con una devaluación del 75%. 

Estos son datos oficiales, del Banco Central de Venezuela (BCV), pero la devaluación es peor si se considera el mercado paralelo, el que rige la mayoría de las transacciones en la hundida economía venezolana y que es usado para la fijación de los precios de bienes y servicios cada día.

Hay una brecha enorme, hoy de 45%, entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, lo que lleva a la  gente común y a los agentes financieros a apostar siempre a que la divisa extranjera seguirá subiendo de precio. Así, todo el mundo intenta sumarle su poquito a la cotización por cada kilo de patatas que vende o por cada servicio de fontanería.

La devaluación diaria es la principal política económica del gobierno para intentar cerrar esta brecha. Pero, como en un perpetuo juego del gato y el ratón, el dólar paralelo sigue subiendo y el oficial no puede alcanzarlo.

Otra medida es mantener a raya el crédito, pues el gobierno teme que la gente use los préstamos para comprar dólares.  Eso ayuda a que Venezuela tenga una de las carteras de crédito más bajas de toda América latina, con apenas $2.500 millones, según los propios reportes de los bancos. Eso equivale a lo que presta cualquier agencia bancaria en Madrid.

Y, sin créditos, es muy difícil que una economía pueda crecer de manera sostenida.

El efecto directo de este desastre cambiario es una virulenta inflación que se acelera al ritmo del dólar, está entre las más altas del mundo y tiende a superar el 200% al cierre de 2025. 

En medio de la censura y la autocensura, los informes de economistas privados también han pasado a la clandestinidad. En junio pasado la policía política se llevó presos al decano de la facultad de Economía de una universidad privada, a dos directivos de la venerada Academia Nacional de Ciencias Económicas y a varios investigadores vinculados a la ahora desaparecida ONG Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF). 

Les exigían que explicarán de dónde sacaban sus proyecciones económicas tan negativas que contradicen el discurso oficial según el cual aquí todo está muy bien, pese «al bloqueo criminal del imperio».  

Un buque militar estacionado en Panamá el pasado 29 de agosto. | Reuters

Algunos estuvieron detenidos solo por pocas horas, otros, durante varias semanas. Pero el efecto se logró: todos temen contradecir en público las declaraciones del gobierno que hablan de un supuesto crecimiento económico superior al de todos los países de América Latina, y de un futuro luminoso de prosperidad de la mano de los hijos de Hugo Chávez

Este futuro, según el gobierno, se fundamenta en las mayores reservas de petróleo del mundo, y en la llegada de empresas extranjeras dispuestas a asociarse con el chavismo. 

Pero el país no ha logrado convertir esos recursos en riqueza y más bien pierde peso relativo en el mercado petrolero global.

Según las fuentes secundarias citadas por la OPEP en el informe mensual del mercado, al cierre de julio la producción promedió 905.000 barriles por día (bpd), apenas por encima de los 914.000 bpd promedio del último trimestre de 2024.

Años de corrupción y pésimos manejos gerenciales se sumaron a las sanciones aplicadas por Estados Unidos desde 2017 a la industria petrolera nacional para provocar un deslave histórico que no ha podido ser superado.

Irán un país también sancionado por EEUU desde hace más tiempo, sigue aumentando su robusta producción hasta 3,245 millones de bpd en julio. Hasta se permite ayudar al gobierno de Maduro a mantener en pie sus vetustas refinerías, y le envía diluyentes para procesar el petróleo pesado venezolano.

La economía venezolana no sabe mentir

El gobierno se hace el loco frente a este desastre económico. Por estos días, los omnipresentes canales de propaganda en radio y TV, así como las cuentes en redes sociales y centenares de bots anónimos, tratan de poner en el foco en la supuesta movilización de 4,5 millones milicianos llamados a alistarse «para fortalecer la defensa integral de Venezuela frente a la injerencia extranjera y las amenazas militares de Estados Unidos».

En empresas públicas y organismos del Estado los líderes chavistas organizan «cuerpos de combatientes». Este viernes y sábado una segunda jornada de alistamiento militar estuvo acompañada de conciertos, bailoterapia, proclamas y discursos en la plaza Bolívar de cada ciudad, a donde acudieron decenas de veteranos milicianos y empleados públicos.

«Estamos listos y prestos para defender a Venezuela frente a lo que ha sido gran calumnia… este es un patrón histórico de los Estados Unidos, para intervenir países que no le son afines, cuando les interesa robarse los recursos materiales», proclamó Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Maduro, ministra de Hidrocarburos y responsable de la política económica. 

Una minuciosa encuesta hecha por el Sistema de Información Estadística de Conindustria, el principal gremio de la industria manufacturera de Venezuela, confirma que las cosas no marchan bien por aquí.

Entre los problemas de la industria destaca uno que resume el drama de millones de familias: la baja demanda, ocasionada por el limitado poder de compra de los hogares.

Los datos de la encuesta entre empresas grandes, medianas y pequeñas muestran que el dólar aumentó 197% y el Índice de Precios al Productor subió 221% en el año terminado en junio. 

«Este binomio de devaluación e inflación no solo encarece los insumos y reduce los márgenes de rentabilidad industrial, sino que limita el consumo de bienes nacionales y minimiza las posibilidades de exportación», resumía ante periodistas el presidente de Conindustria, Tito López.

La encuesta revela que para el 66% de las empresas la situación del país está peor que hace 12 meses. Otro 25% cree que está igual. Sobre el futuro, el 46% cree que la situación nacional estará peor en los próximos 12 meses.  El 32% ve igual la situación del país a 12 meses y el 35% ve sin cambios la de la empresa.

Las remuneraciones de los asalariados formales revelan cómo la calidad de vida de la gente común sigue por el suelo, y se vuelve otro estímulo a la migración masiva.

Un obrero gana en promedio $319 por mes en una empresa de las grandes y $223 en las pequeñas. En una firma mediana un gerente gana $1.105 en promedio y un obrero $228.

A esta realidad del bolsillo, provocada por la devaluación y la inflación, se suman el colapso de los servicios; de los sistemas públicos de educación y salud; una crisis energética crónica, con apagones, racionamiento de luz y escasez de gasolina, de diésel, gas natural y agua.

Pero sobre todo hay una escasez de expectativas positivas, de salidas en el horizonte.

La respuesta a esta acumulación de calamidades, es el clarín de la patria: «Es importante que el pueblo de Venezuela y el mundo entienda que no es un reclutamiento forzoso, es un acto voluntario; que demuestra y expresa el profundo sentimiento patriótico de los hombres y mujeres», afirma el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino, atento a «la agresión imperialista que se cierne sobre Venezuela».

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