Oriente Medio: hacen falta nuevos líderes
Hay algunas señales positivas en el comienzo de las conversaciones entre israelíes y palestinos en Egipto

Muro que separa a Israel de Cisjordania.
¿Puede ir razonablemente bien la expectativa de las conversaciones entre israelíes y palestinos –indirectas, por ahora– dentro del plan impulsado por Donald Trump y respaldado por un buen número de países árabes y europeos? La experiencia histórica –la frustración de las ocasiones desaprovechadas– aconseja un cierto escepticismo. Pero hay indicios que permiten tener algo de esperanza. Se observan algunas señales positivas en las conversaciones que tienen lugar en Egipto y que pueden dar frutos en los próximos días.
Es muy difícil, claro. Pero, para empezar, la alternativa es terrible. ¿Prolongar la guerra durante años y años? ¿Condenar a las futuras generaciones de palestinos e israelíes a no verse excepto a través de las mirillas? ¿A no escuchar nada que no sean explosiones? Eso es lo que ha habido hasta ahora. El resultado es conocido.
Solo con que se detenga la guerra que provocó hace dos años la matanza de Hamás, y que ha sido encarnizada, la situación será otra. Solo con que el grupo terrorista devuelva los rehenes, vivos y muertos, la tensión bajará. Las escasas noticias que llegan de Sharm el Sheij –donde se reúnen representantes de Turquía, Egipto, Catar y EEUU, que garantizan la comunicación entre los israelíes y los dirigentes de Hamás– indican que ya ha habido intercambios de listas de los prisioneros palestinos que serán canjeados por los rehenes.
Si se va avanzando después y se procede al repliegue del ejército israelí y la declaración formal del alto el fuego, el panorama habrá mejorado enormemente. Siempre habrá flotillas que crean que ayudan a los palestinos con sus espectáculos; siempre habrá halcones en todas partes que quieran seguir adelante con los atentados y la guerra. Pero la brutalidad del ataque del 7 de octubre de 2023 y la extrema dureza de estos dos años de guerra sobre los palestinos de Gaza han dejado huellas tan profundas que se abre una oportunidad.
Prudencia, de nuevo: suponiendo que en estas negociaciones preliminares se avance lo suficiente como para que se declare un alto el fuego y se proceda al intercambio de presos por rehenes, lo difícil viene después: los detalles de los 20 puntos del plan de paz y su aplicación, desde el tipo de repliegue que efectuaría el Ejército de Israel y la gestión del supuesto desarme de Hamás hasta la nueva representación palestina que sustituya a los terroristas de Hamás, títeres de Irán, con el reconocimiento pleno de Israel por parte de los vecinos –¿qué pasará entonces con la consigna genocida desde el río hasta el mar?– y la creación de un Estado palestino en el horizonte.
¿Este largo y difícil camino se puede hacer con los actuales dirigentes? No, en opinión del palestino Samer Abdelrazzak Sinijlawi. «Israelíes y palestinos merecen un liderazgo mejor», dijo, en el diálogo que mantuvo el pasado fin de semana con el ex primer ministro de Israel, Ehud Olmert, en el Foro de la Toja. «Nosotros, los palestinos, hemos sido rehenes de Hamás durante 20 años. Lo primero que tenemos que hacer para cambiar la dinámica de nuestra relación con Israel y con toda la región es cambiar el liderazgo», añadió Abdelrazzak Sinijlawi.
«Lo más sencillo sería dejarse llevar por el odio, la ira, las emociones, el deseo de venganza, pero ¿a dónde nos lleva esto?», se preguntó Olmert, que abogó por la solución de los dos Estados.
¿Está la paz cerca? «Más de lo que muchos piensan», según el ex primer ministro israelí, que cree también que los actuales líderes no tomarán las decisiones necesarias, y por eso «habrá que cambiarlos»: el Gobierno de Netanyahu ha perdido de vista los objetivos estratégicos en la respuesta a la masacre del 7 de octubre, y no se puede caer de nuevo en el círculo vicioso de la historia. Samer Abdelrazzak Sinijlawi recordó que palestinos e israelíes llevan 3.500 años de coexistencia y convivencia que «se ha estropeado solo en el último siglo», por lo que «la historia común nos ayudará a encontrar un futuro común».
¿Cuándo habrá paz entonces?, le pregunté después del debate. «Creo, si todo esto avanza, que dentro de diez años», fue su respuesta. «Es muy difícil, es un sueño, pero hay que luchar por los sueños, hay que luchar para conseguirlos», en palabras de Ehud Olmert.
Será muy difícil, en efecto. Pero la paz es necesaria. Y mientras israelíes y palestinos como Olmert y Abdelrazzak Sinijlawi sean testigos de que sus vidas y sus historias se entrecruzan y no se rindan hasta conseguirla, la paz será posible.