Por qué Trump no ha ganado el Nobel de la Paz
Ni en la letra, ni en el espíritu, cumple los requisitos del premio instaurado por Alfred Nobel

Familiares de los rehenes pidiendo el premio Nobel de la Paz para Trump. | Israel Hadari (ZP)
Una de las últimas ideas peregrinas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue defender públicamente en un discurso ante Naciones Unidas que sería un insulto para su país si no le dan el Premio Nobel de la Paz. Por desgracia para él, lo ha ganado María Corina Machado, la opositora venezolana que lleva una vida de perros porque el presidente Maduro no quiere una democracia y persigue con crueldad a todos los que se le oponen. Ella sí que representa el espíritu de ese premio.
Desde 1901, cada año, con algunas excepciones, se ha entregado el premio cumpliendo –o, al menos intentándolo, que no siempre se ha conseguido– la voluntad de Alfred Nobel establecida en su testamento: «A la persona que haya trabajado más o mejor a favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos alzados y la celebración o promoción de acuerdos de paz». Trump no cumple, en mi opinión, el espíritu que representa la palabra «fraternidad», ni «reducción de ejércitos alzados» ni «acuerdos de paz».
Empecemos por esta última. Trump ha defendido, y con él todo su aparato propagandístico, que ha acabado con ocho guerras. La realidad es que, hasta el momento, no ha acabado con ninguna, como han comprobado diversos investigadores. Lo de sembrar «fraternidad» no creo que esté entre sus objetivos y lo que está animando, incluso exigiendo, no es la reducción de ejércitos, sino que los países se rearmen para que él no tenga que protegerlos.
El antecedente de Kissinger
Pero hoy me gustaría invitaros a hacer un viaje conmigo por la historia de los premiados, y tratar de acercarnos a sus personalidades y a los motivos que llevaron a los jurados a concederles el galardón (y no a Trump). Empezaré por alguna excepción en la que Trump suspirará de cara a próximas convocatorias. En 1973, se lo concedieron a Henry Kissinger, secretario de Estado de Estados Unidos, y al representante del Buró Político del Partido Comunista de Vietnam, Le Durc Tho. Lo de Kissinger fue muy controvertido por su papel en los golpes de Estado en Latinoamérica y por numerosas de sus actuaciones promoviendo guerras sucias. Pero es que, además, se lo concedieron a los dos cuando todavía no se había cerrado el conflicto.
También podría ampararse Trump en el premio que compartieron el líder palestino Arafat y los israelíes Rabin y Peres. Se lo concedieron por su papel en la consecución de la paz a través de los Acuerdos de Oslo. Dieron un gran paso, sin duda, que ahora se ha visto que no fue tan grande como imaginamos, pero es que los antecedentes violentos de todos ellos debían haberlos descalificado.
Premios muy merecidos
En un análisis de la lista de antecesores de María Corina Machado aparecen Martin Luther King, Andréi Sájarov, Amnistía Internacional, Teresa de Calcuta, Lech Walesa, el obispo sudafricano Desmond Tutu, las Fuerzas de Paz de la ONU, el Dalai Lama, Mijail Gorbachov, Rigoberta Menchú o Nelson Mandela. Cada uno de ellos –y muchos otros– fue ejemplo de lucha por la paz desde el lugar, pequeño o grande, en el que les colocó la vida. Aunque le duela, Trump está a años luz de ellos.
Las causas alegadas por los jurados para otorgar los premios coinciden en algunas claves que también ayudan a entender. Son frecuentes los galardones a personas que pretenden crear un mundo libre de armas nucleares, los que han luchado en defensa de los derechos humanos y por la libertad. Desde hace tiempo, ponen en valor los esfuerzos en defensa de los derechos de las mujeres, la lucha por la libertad de expresión, el trabajo y la defensa con pasión del papel de la diplomacia internacional a favor de la democracia. Aunque les pese a muchos como Trump, también se han hecho un lugar entre los premiados los que divulgan la necesidad de luchar contra el cambio climático y los que se dedican a labores humanitarias. Teniendo siempre presente dos constantes históricas en los premios: la lucha por la paz y las soluciones pacíficas a los conflictos.
Doy la bienvenida a María Corina Machado a la lista de premiados. Mucho tendrá que cambiar Trump para atesorar los méritos que necesita.