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Internacional

¿Cuándo toca que nos interesemos de verdad por Sudán?

Asesinatos masivos en El Fasher tras dos años y medio de guerra civil en el peor conflicto humanitario del mundo

¿Cuándo toca que nos interesemos de verdad por Sudán?

El presidente del Consejo Soberano de Transición de Sudán y comandante de las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF), Abdel Fattah Al-Burhan (2D), saludando a los ciudadanos. | Mohamed Sid Ahmed / Xinhua News

El alto el fuego aguanta en Gaza. Cada día hay tensiones, claro: acusaciones mutuas de ruptura de la tregua con ataques esporádicos y nuevas víctimas, restos de los rehenes israelíes asesinados que no acaban de aparecer, las disputas entre facciones palestinas y los intentos de Hamás de cargarse a los que no están con ellos, los obstáculos para que llegue la ayuda humanitaria… Y eso que estamos en la primera fase. Cuando llegue el momento de aplicar medidas de desmilitarización y seguridad, las cosas se complicarán mucho, si es que no lo han hecho antes.

En Ucrania, los misiles y drones rusos siguen machacando todo lo que pueden del país, sin discriminar objetivos militares y civiles. También los drones ucranianos —una espectacular muestra de desarrollo tecnológico, por cierto— actúan, con una ligera diferencia: atacan objetivos militares e infraestructuras energéticas. Mientras se mantiene esta guerra de los drones en la que se ha convertido el conflicto, hay un compás de espera en cuanto a la diplomacia: el presidente Trump está ahora en modo enfado con Vladímir Putin, y hay sanciones políticas y económicas de estadounidenses y europeos que permiten resistir a Ucrania y hacer que la guerra le cueste cada vez más cara a Putin.

Con Gaza y Ucrania vamos a seguir semanas, meses y años. Pero, ¿podemos hablar un poco de Sudán? Cualquier cosa estará bien, porque no sabemos casi nada.

El dictador Omar al-Bashir fue derrocado en el país africano en 2019. Empezó una transición dirigida por civiles y militares que no duró demasiado, hasta el golpe de Estado de 2021, que siguió a la llamada revolución de la trompa del elefante. El ejército, dirigido por el general Abdel Fatá Alburhan, dio el golpe contra el primer ministro, el también general Mohamed Hamdán Dagalo. Ambos habían derrocado al dictador, pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo después. En abril de 2023, estalló el enfrentamiento entre el ejército sudanés, dirigido por Alburhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) de Dagalo. El primero tiene el respaldo de Egipto y de Arabia Saudí; el segundo está financiado por los Emiratos Árabes Unidos.

Después de dos años y medio de guerra civil en la que juegan factores étnicos y regionales que han partido en dos el país y una feroz disputa por los recursos naturales, la situación es pavorosa; más de 13 millones de desplazados, con un «elevado riesgo de genocidio», según la ONU: una hambruna persistente que ha costado la vida a decenas de miles de personas; una violencia atroz contra la población civil y un deterioro absoluto de todas las infraestructuras, sobre todo las sanitarias.

Desde el pasado domingo, la guerra ha entrado en una nueva fase con la caída de El Fasher, la capital del estado de Darfur Norte, en manos de los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido. El periodista español Alfonso Masoliver, de los pocos que siguen atentamente las informaciones africanas, recuerda en La Razón que estas milicias han sido acusadas desde hace tiempo «de crímenes de guerra y del genocidio de Darfur que comenzó a principios de los años 2000» y que «sus actividades abarcan los asesinatos masivos y la quema de aldeas, y que siguen una campaña de limpieza étnica dirigida sobre todo contra comunidades africanas negras, como los masalit». El periodista está horrorizado por los testimonios que llegan desde El Fasher, y así lo ha contado en la red X: «Hoy ha sido un día negro en los anales de la humanidad. Nunca sabremos cuántas personas han sido asesinadas en El Fasher, y las que quedan».

Después de un año y medio de asedio, con graves problemas de agua, comida y medicinas, hay un cuarto de millón de civiles atrapados en una ciudad destrozada. La escasa información sobre ellos habla de sufrimientos difíciles de describir. Hay ejecuciones masivas en hospitales grabadas en vídeo por los asesinos, secuestros de personal sanitario, violencia étnica, matanzas descontroladas. Es «una escalada terrible», dice António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, que añade: «El nivel de sufrimiento que estamos presenciando en Sudán es insoportable».

La ONU se desgañita, la Organización Mundial de la Salud describe la tétrica situación sanitaria, la Organización Internacional para las Migraciones recuerda los millones de desplazados y habla de la mayor catástrofe humanitaria del mundo, el Tribunal Penal Internacional abre investigaciones sobre crímenes de guerra y de lesa humanidad… Es un infierno en la tierra, financiado por ciertos países e ignorado por la mayoría de la comunidad internacional. ¿No habrá presiones sobre esos países? ¿Protestas, manifestaciones? Negociaciones en algún sitio? ¿Sanciones serias? ¿No habrá nada que hacer con Sudán?

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