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Internacional

El Gobierno prepara la salida de españoles de Venezuela en el caso de que Trump ataque

Madrid espera una «intervención puntual» de EEUU pero no una invasión militar como la de Panamá en 1989

El Gobierno prepara la salida de españoles de Venezuela en el caso de que Trump ataque

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. | Meng Yifei (Europa Press)

Con el redoble de tambores de guerra en el Caribe, el Gobierno español ha empezado a preparar planes de ayuda para la salida de españoles de Venezuela, así como de protección de opositores al régimen de Nicolás Maduro, según desvelan fuentes diplomáticas a THE OBJECTIVE. Todo ello en coordinación con los países europeos que tienen embajada y consulados en el país sudamericano.

España cuenta en la actualidad con más de 150.000 ciudadanos en Venezuela. La inmensa mayoría dispone también de la nacionalidad venezolana, por lo que no se contempla una evacuación propiamente dicha en estos momentos. El Ejecutivo de Pedro Sánchez cree que Venezuela se va a enfrentar a «una intervención puntual» de Estados Unidos que intente provocar la caída de Maduro por deserciones en el chavismo.

Las citadas fuentes recuerdan que el régimen no tiene el favor de la población desde los comicios presidenciales que ganó Edmundo González en julio del año pasado y que el oficialismo se sustenta en un grupo de fieles, entre dos y tres mil dirigentes, que están liderados por Diosdado Cabello y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, quienes controlan los resortes del poder. La incógnita en Madrid, como en el resto de capitales, es adivinar cómo será esa intervención militar de Washington y su prolongación en el tiempo.

Se descarta a priori una invasión de marines como la de Panamá de 1989 para desalojar del poder al general Manuel Antonio Noriega, aunque la presencia naval y de efectivos en la zona que ha enviado Donald Trump sea mayor que la de entonces. Noriega cuenta con varias semejanzas con el caso de Maduro, aunque les separa la ideología. El primero gobernó con mano de hierro el país centroamericano durante seis años y tenía oprimida a la oposición.

Tras el inicio de la invasión, se refugió en la embajada del Vaticano durante dos semanas antes de entregarse a las fuerzas estadounidenses. Luego se enfrentó a juicios por narcotráfico por sus vínculos con el cártel de Medellín, tanto en EEUU como en Francia, y pasó más de veinte años en prisión, primero en Miami y más tarde en el penal parisino de La Santé, por el que ha pasado Nicolas Sarkozy en las últimas semanas. Noriega regresó a su país en 2011 para vivir sus últimos años en arresto domiciliario. Panamá es, hoy en día, una de las democracias mejor asentadas del continente. De ahí que la diáspora venezolana tenga esperanzas de que ocurra lo mismo en su territorio tras una transición lo más pacífica posible.

Preocupación por los presos españoles

En el Gobierno sí que preocupa la suerte que puedan correr los españoles que se encuentran en cárceles venezolanas. El régimen permitió en octubre que el cónsul español en Caracas, Ramón Molina, visitase por primera vez en la cárcel de El Rodeo I a los ciudadanos vascos José María Basoa y Andrés Martínez, detenidos hace un año cerca de la frontera con Colombia bajo la acusación de ser «terroristas y agentes del CNI». El gesto de Caracas con las autoridades españolas fue previo a la concesión del premio Nobel de la Paz a la opositora María Corina Machado.

El cónsul pudo conversar con ambos presos, que se encuentran en celdas separadas, aunque comparten habitáculo con otros extranjeros. Al presidio se le llama «Naciones Unidas» entre los opositores porque alberga a la mayoría de los encarcelados de otros países, muchos de ellos en prisión provisional sin que se hayan formulado cargos en su contra. Molina pudo comprobar que los dos amigos vascos se encuentran en buen estado y que el trato que reciben es correcto. Además, tanto Basoa como Martínez pudieron hablar por teléfono —también por primera vez— con sus familias en el País Vasco y compartir varias horas del día en zonas comunes de la prisión.

El cónsul también pudo entrevistarse con el canario Miguel Moreno Dapena y el valenciano Ernesto Gorbe Cardona, otros dos españoles encarcelados en El Rodeo I junto a otros hispanovenezolanos con doble nacionalidad. El primero era uno de los tripulantes del buque cazatesoros N35, un barco de exploración marina con bandera de Panamá, capitán neerlandés y empresa belga (Seatec) que se dedicaba a buscar pecios de buques hundidos durante la Segunda Guerra Mundial y que en el momento del apresamiento a mediados de junio, se movía en el entorno del Caribe y la costa oriental de Venezuela.

Tras casi dos semanas sometido a vigilancia y seguimiento, el N35 con Moreno Dapena a bordo fue interceptado por la Armada bolivariana a 50 millas (92 km) del delta del Orinoco, al considerar que realizaba «investigaciones científicas» con un comportamiento «muy sospechoso» en la zona económica exclusiva del país, según informó cinco días después el ministro de Defensa, Vladimir Padrino. En cuanto a Gorbe Cardona, fue detenido en diciembre pasado, acusado inicialmente de tener su visado vencido, si bien fuentes políticas indicaron a El Mundo que se le aplicó la habitual extorsión policial, lo que al final acabó con su encarcelamiento.

Maduro se mostró muy beligerante con los dos ciudadanos vascos cuando se produjo las detenciones en septiembre de hace un año. En aquel momento, afirmó que ambos eran «terroristas» que en «sus tiempos libertarios ponen bombas», mientras que sus familiares insisten en que eran simples turistas. «Es un nuevo tipo de turismo: turismo de aventura. Vienen a poner bombas y matar gente aquíTurismo explosivo», ironizó el perdedor de los comicios del 28 de julio de 2024 durante su intervención en el programa Con Maduro+.

El sucesor de Hugo Chávez aseveró que «los capturados están convictos y confesos» y que las «pruebas» mostradas no eran «ni el 10% de la plena prueba que ya está en manos de los órganos de justicia». Al hilo de ello, advirtió de que los magistrados «involucran a los turistas pacíficos» de «varias» nacionalidades europeas «que venían a poner bombas y a matar». Este apresamiento se produjo en medio de las tensiones diplomáticas entre Venezuela y España, después de que nuestro país acogiese al presidente electo, Edmundo González, tras concederle asilo político. Maduro respondió llamando a consultas a su embajadora en Madrid durante varias semanas y convocando al entonces representante español en Caracas, Ramón Santos.







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