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Newsom y Harris aceleran su pugna por liderar a los demócratas de EEUU rumbo a 2028

El gobernador de California y la exvicepresidenta son los mejor posicionados con margen para aspirantes disruptivos

Newsom y Harris aceleran su pugna por liderar a los demócratas de EEUU rumbo a 2028

Año 2021, la entonce vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, durante una reunión virtual con el gobernador de California, Gavin Newsom | Adam Schultz/White House

La carrera demócrata en EEUU hacia 2028 avanza de forma anticipada con un protagonista cada vez más visible: Gavin Newsom. El gobernador de California, que termina mandato en 2026 y ha deslizado que dará «serio pensamiento» a una candidatura tras las elecciones de mitad de mandato, ha sido definido como el nuevo «cabeza de cartel» del partido por varios analistas y medios de comunicación estadounidenses. Sus choques con Donald Trump, su hiperactividad en la calle y en redes sociales, así como su capacidad para conectar con los jóvenes están alimentando una percepción creciente dentro del Partido Demócrata. Newsom se está colocando en la pole position para unas primarias que, previsiblemente, tendrás varios candidatos.

El influyente analista Jonathan Martin escribió esta semana que «ningún demócrata ha tenido mejores dos años que Gavin Newsom», atribuyéndole la combinación ideal entre experiencia clásica, dominio del ecosistema digital y un estilo combativo que lo ha convertido en la némesis de Trump más visible del partido. Según Martin, el gobernador encarna el perfil de aspirantes demócratas que en las últimas décadas lograron irrumpir con fuerza en procesos internos. «Por experiencias anteriores, Newsom encaja en la tradición de Carter, Clinton y Obama. Por las nuevas, es quien mejor sabe hacer ruido en redes».

Newsom ha construido ese protagonismo en un contexto de conflicto abierto con la Casa Blanca republicana. Desde principios de 2025, cuando Trump le señaló por los grandes incendios de Los Ángeles y decidió el despliegue de la Guardia Nacional y de tropas de seguridad en la ciudad, el gobernador californiano se convirtió en objetivo y contrapeso del presidente. La escalada continuó meses después, durante la batalla por la reforma de los distritos electorales de California, en la que Newsom impulsó la llamada «Proposición 50», una campaña para la que recaudó casi 40 millones de dólares con microdonaciones y que ampliaría en hasta cinco escaños la representación demócrata en la Cámara de Representantes.

Hiperpresencia de Newsom

Su victoria en esa iniciativa lo elevó de nuevo al ámbito nacional. En cuestión de días, Newsom pasó de recorrer toda California a viajar a Houston para arengar a miles de trabajadores sindicales o plantarse en Brasil durante la Conferencia de la ONU sobre el Clima, ocupando un espacio internacional que la administración Trump ha querido dejar vacío. Esa hiperpresencia lo ha conducido a lo que los asesores demócratas llaman las «primarias de la atención», un primer filtrado informal donde se mide quién domina el relato antes incluso de que arranque de forma oficial la campaña.

Un asesor cercano al gobernador afirma que «la infraestructura de Newsom es una infraestructura de candidato presidencial; ya lo era el año pasado y ahora aún más». Su operativa acaparadora de ingresos, ampliada gracias a la Proposición 50, será clave para apoyar candidatos demócratas en 2026 y para acumular un banco de favores fundamental de cara a unas primarias muy competitivas. La estrategia pretende combinar la confrontación con Trump con la construcción de una plataforma programática sólida, evitando uno de los errores que le costaron a Kamala Harris las elecciones, la ausencia de un posicionamiento claro en asuntos clave.

La dimensión interna de la batalla por disputarse no es menor. Newsom ha tratado de presentarse como un líder capaz de unir las dos almas del partido. «Quiero un partido que vaya de Manchin [empresario y exgobernador de Virginia] a Mamdani [el nuevo alcalde socialista de Nueva York]. Quiero que sea inclusivo», declaró recientemente, admitiendo que no se siente plenamente cómodo en ninguna de las dos corrientes principales del espacio demócrata actual. Ese posicionamiento ha despertado recelos entre los sectores más radicales que consideran que Newsom se está moviendo hacia el centro en materia de urbanismo, economía o cobertura sanitaria para inmigrantes indocumentados.

Pero no todo son reticencias. Figuras históricas del partido, como el expresidente Bill Clinton, han dejado claro en público y en privado que ven en Newsom un aspirante sólido. Durante el encuentro entre ambos en el Clinton Global Initiative, Clinton lo definió como un «estudiante dedicado» y dejó caer que tiene «lo que hace falta para ser presidente». Otros veteranos, como el exalcalde de San Francisco Willie Brown, han sido aún más rotundos: «Es una estrella de cine. Puede ganar la Casa Blanca de sobra».

Lo que dicen los sondeos

Los sondeos empiezan a reflejar ese clima. Datos recientes sitúan a Newsom con un 29% de apoyo entre votantes demócratas, por delante de Kamala Harris, que suma un 17%, y del exsecretario de Transportes, Pete Buttigieg, con un 12%. Aunque ninguna candidatura está anunciada de forma oficial, el equilibrio interno empieza a inclinarse y la carrera se perfila como un duelo entre el actual gobernador y la exvicepresidenta, con margen para que los aspirantes de segunda línea busquen un hueco.

Harris, hasta ahora la figura demócrata de mayor rango institucional, mantiene una base estable de seguidores y ha multiplicado actos, entrevistas y apariciones desde la publicación de su último libro, que ha generado tensiones internas, pero también la ha devuelto al centro de la conversación política. En su entorno se insiste en que la exvicepresidenta no ha dicho su última palabra y que su perfil, más institucional y tradicional, puede resultar atractivo frente a un Newsom que ha hecho de la confrontación y la comunicación digital sus señas de identidad.

Sin embargo, en el Partido Demócrata se da por hecho que la carrera no será un simple duelo Newsom–Harris. Como ocurre en cada ciclo, los estrategas anticipan la llegada de nuevas figuras emergentes que podrían alterar el tablero en cuestión de semanas. Tras la victoria del progresista Zohran Mamdani en la alcaldía de Nueva York, en el ala izquierdista se estudia impulsar un candidato de perfil similar. También se mencionan gobernadores del Medio Oeste, senadores con buena presencia mediática y líderes locales que podrían aprovechar la fragmentación del espacio para ganar tracción en los primeros estados.

En un partido que busca recuperar identidad, cohesión y un mensaje claro tras los últimos años de turbulencias electorales, el movimiento de piezas apenas ha comenzado. Pero la sensación en Washington es unánime: Newsom y Harris han empezado antes que nadie la carrera hacia 2028, y su pugna marcará la pauta para un proceso interno que, como recuerdan los veteranos demócratas, nunca se desarrolla según lo previsto y casi siempre termina dando una sorpresa.

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