La hija de María Corina Machado: «La dictadura respondió a la derrota electoral con el terror»
Ana Corina Sosa Machado ha recogido el Premio Nobel de la Paz, otorgado a su madre

Ana Corina Sosa. | Stian Lysberg Solum/NTB/via REUTERS
Ana Corina Sosa, hija de la opositora venezolana María Corina Machado, ha recibido este miércoles en Oslo el Premio Nobel de la Paz 2025 en nombre de su madre, que no pudo llegar a tiempo a la ceremonia tras lograr salir de Venezuela después de 16 meses en la clandestinidad. La líder opositora, de 58 años, permaneció escondida dentro del país desde agosto de 2024, perseguida por el régimen de Nicolás Maduro, pero emprendió un viaje lleno de obstáculos que le impidió estar presente en el Ayuntamiento de la capital noruega al medio día de este 10 de diciembre.
A las 13 horas, un silencio solemne invadió la sala decorada con flores blancas y banderas venezolanas. Los asistentes se pusieron en pie mientras sonaban las trompetas y los miembros del Comité Noruego del Nobel ocupaban sus puestos. Ana Corina Sosa subió al estrado y recogió de manos del presidente del Comité, Jorgen Watne Frydnes, el diploma y la medalla de oro entre una prolongada ovación. Entre los presentes destacaba el rey Harald V de Noruega y cuatro presidentes latinoamericanos: Javier Milei (Argentina), Santiago Peña (Paraguay), Daniel Noboa (Ecuador) y José Raúl Mulino (Panamá).
«Mi madre nunca ha roto una promesa», comenzó diciendo la hija de Machado con la voz quebrada por la emoción. «En unas horas la podremos abrazar aquí en Oslo después de 16 meses». Horas antes, el propio Instituto Nobel había difundido un audio en el que la propia Machado aseguraba: «Estaré en Oslo». La incertidumbre sobre su llegada había marcado toda la jornada, convirtiendo la ceremonia en un acto cargado de dramatismo.
En el discurso de aceptación, leído íntegramente por Ana Corina Sosa, María Corina Machado afirmó que «Venezuela volverá a respirar» y dedicó el galardón «a nuestros presos políticos, a los perseguidos, a sus familias y a todos los que defienden los derechos humanos». También tuvo palabras de gratitud para sus tres hijos, sus padres, sus hermanas y su esposo: «A ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro».
La opositora repasó la crisis venezolana con crudeza: nueve millones de desplazados que «no son estadísticas, son heridas abiertas»; una riqueza petrolera que «no se usó para liberar, sino para someter», con lavadoras y neveras repartidas en televisión a familias que seguían viviendo sobre pisos de tierra, «no como símbolo de progreso, sino como espectáculo». Recordó que Edmundo González «ganó con el 67% de los votos en cada estado, ciudad y pueblo» en las elecciones del 28 de julio de 2024 y que, ante la evidencia de la derrota, «la dictadura respondió aplicando el terror: 2.500 personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas».
Machado se mostró convencida de que el cambio es posible: «Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia».
El Comité Noruego critica con dureza a la Venezuela de Maduro: «Un Estado brutal y autoritario»
El presidente del Comité Noruego, Jorgen Watne Frydnes, pronunció uno de los discursos más duros que se recuerdan en una entrega del Nobel de la Paz. Denunció que Venezuela se ha convertido en «un Estado brutal y autoritario sumido en una profunda crisis humanitaria y económica», donde «una pequeña élite en la cúspide, protegida por el poder, las armas y la impunidad, se enriquece». Señaló directamente a los aliados internacionales del chavismo: «Detrás de Maduro están Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbolá, que proporcionan armas, sistemas de vigilancia y vías de supervivencia económica». Y concluyó calificando a Machado como «uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en la historia reciente de América Latina».
El Comité Noruego había anunciado el premio el pasado 10 de octubre, reconociendo a Machado por su «incansable esfuerzo» para promover los derechos y libertades en Venezuela y favorecer una transición «justa y pacífica» de la dictadura a la democracia. El jurado destacó que, a pesar de verse obligada a vivir escondida, la opositora decidió permanecer dentro del país, «una decisión que ha inspirado a millones» y que la ha convertido en la gran figura de unidad de una oposición antes fragmentada.
Aunque María Corina Machado no pudo subir al estrado este miércoles, su ausencia física no hizo sino agrandar su presencia. Cuando Ana Corina Sosa terminó de leer el discurso, juntó las manos sobre el pecho, hizo una reverencia y la sala entera se puso en pie una vez más. Afuera, en las calles heladas de Oslo, cientos de venezolanos aguardaban con banderas y lágrimas la llegada de quien, por unas horas más, seguía siendo la gran protagonista ausente de la jornada más importante de su vida política.
