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Internacional

A Pedro Sánchez no le interesa la guerra de Ucrania

La reunión de europeos y estadounidenses en Berlín hace progresos. ¿Suficientes para una paz justa?

A Pedro Sánchez no le interesa la guerra de Ucrania

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski en el Palacio de la Moncloa. | Fernando Sánchez (EP)

¿Se cumplirán cuatro años de la invasión de Ucrania por parte de Rusia —24 de febrero de 2022— sin que se haya llegado a un acuerdo para parar la guerra? Aventurar cualquier posibilidad con el errático Donald Trump, el autócrata Vladímir Putin y los bien intencionados países europeos no es fácil. Pero algo se ha movido esta semana en Berlín.

Algo se ha movido, y España no estaba allí.

Dirigentes norteamericanos, europeos y ucranianos han hablado en la capital alemana de un posible acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia. Las conversaciones tenían un objetivo: qué garantías de seguridad pueden dar la UE y EEUU a Ucrania en el caso de un acuerdo de paz.

No es que la reunión de Berlín haya resuelto la guerra, ni mucho menos, pero se han dado pasos. Según Washington —hay que tomar esto con cierto escepticismo, visto lo complicado que es obtener mensajes coherentes de esta Casa Blanca—, se ha resuelto el 90% de los problemas entre Moscú y Kiev, sobre todo en asuntos de garantías de seguridad. Está pendiente un enorme obstáculo: el futuro de la zona de Dombás, invadida por Rusia. Ucrania no acepta, como es lógico, que se trocee su territorio, ni que haya «zonas de libertad económica», el eufemismo empleado por EEUU para sugerir un estatus especial en las zonas ucranianas invadidas que satisfaga a Putin.

Queda mucho por hacer, pero hay una impresión positiva. Según la presidenta de la Comisión Europea, «es posible lograr avances reales y concretos gracias al entendimiento entre Ucrania, Europa y Estados Unidos». El canciller alemán, Friedrich Merz, compartió su cauto optimismo: «Ahora tenemos la oportunidad de iniciar un verdadero proceso de paz». También de acuerdo el centro de la atención, el presidente ucraniano Zelenski: «No fue fácil, pero las reuniones fueron muy productivas».

Algunos resultados de la reunión de Berlín y del plan de 20 puntos aprobado por los asistentes: las fuerzas armadas de Ucrania podrán llegar a los 800.000 efectivos en tiempos de paz; no es estar en la OTAN —todavía— pero es un factor obvio de disuasión y protección del territorio. Se creará un cuerpo multinacional con tropas de países europeos y la colaboración de EEUU para «la regeneración militar» del país, la defensa de su espacio aéreo y el refuerzo de su seguridad marítima. Y se desplegará un mecanismo internacional de supervisión y verificación del eventual alto el fuego que liderarán autoridades estadounidenses. Además, se prevé una fórmula de «obligación jurídicamente vinculante» con instrumentos militares, diplomáticos y económicos para «restaurar la paz», lo que abre la posibilidad de la intervención de países aliados si Ucrania sufre un ataque.

Los países asistentes a la reunión de Berlín sostienen también el proceso de aproximación de Ucrania a la UE, que ha presentado un plan de diez puntos para la adhesión que exige avances serios en la lucha contra la corrupción y en el refuerzo de las instituciones, desde la independencia judicial hasta la transparencia en todas las instancias de los poderes públicos.

El acuerdo fue firmado por los dirigentes de Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. Además de Keir Starmer, el canciller Friedrich Merz, el presidente Macron y la primera ministra Giorgia Meloni, en la capital alemana estaban el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson; el de Polonia, Donald Tusk; el de Países Bajos, Dick Schoof; la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, elpresidente de Finlandia, Alexander Stubb, y el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Store. Con ellos, secretario general de la OTAN, Mark Rutte, el presidente del Consejo Europeo, António Costa y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Además, los representantes de la Casa Blanca, Steve Witkoff y Jared Kushner, y naturalmente, el presidente Volodímir Zelenski.

Todos los que tenían que estar menos Sánchez, muy atareado el lunes de esta semana cantando las excelencias de su Gobierno. Hizo su balance —con muy discreto éxito de crítica y público, incluso entre sus devotos— quince días antes de la fecha habitual, a finales del año, por razones no explicadas, pero fácilmente imaginables: mejor decir vaciedades antes del revolcón electoral del próximo domingo en Extremadura; mejor hacerlo sin esperar al próximo escándalo de acoso sexual o de corrupción.

El plan está abierto al respaldo de los países no asistentes a la reunión. ¿Sería mucho pedir que el Gobierno español interrumpiera unos minutos su ausencia de los debates importantes europeos como este y lo apoyara? ¿Podría Sánchez, además de hacerse fotos con Zelenski, estar alguna vez donde tiene que estar si de verdad le importa Ucrania?

Por otra parte, los países de la UE abordarán en su cumbre de hoy un asunto mucho más complejo, pero que también se mueve: la utilización de los activos rusos congelados por las sanciones para la reconstrucción de Ucrania. El Consejo Europeo tiene que garantizar el respaldo financiero a Ucrania en los dos próximos años, y hay consenso en que Rusia, que ha destrozado medio país con la invasión, debe pagar por ello.

Hay resistencias internas y, desde luego, la base legal del uso de los fondos rusos para reconstruir Ucrania tiene que ser muy sólida. Por su parte, el canciller Merz ha defendido la iniciativa ante el parlamento alemán por dos razones: para ayudar a los ucranianos a levantar el país y para enviar un mensaje a Rusia: «Se trata de mostrarles que esta guerra no tiene sentido».

Si la UE logra avanzar en este complicado asunto, por una parte, y los acuerdos de Berlín se consolidan, Rusia va a tener enfrente una posición euronorteamericana muy fuerte.

El paso siguiente —convencer al Kremlin de que no hay una salida a la guerra que no pase por este marco— es fundamental. Y solamente lo puede dar Washington.

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