La gestión y planificación, gran asignatura pendiente de los destinos turísticos
Un uso inteligente de la tecnología puede ayudar a un destino a conciliar los intereses de los turistas y los residentes
Con este artículo inicio hoy queridos lectores un período de colaboración con THE OBJECTIVE que espero sea del agrado de todos ustedes. Durante mi trayectoria profesional, ya muy larga puesto que los años van sumando, siempre me ha gustado comunicarme a través de la escritura pues nos permite expresar y compartir experiencias, renovar procesos de pensamiento y transmitir conocimientos, ideas y opiniones a través de la magia de las letras y las palabras.
Dado que mi vida profesional está centrada en el turismo, este fenómeno social, cultural y económico que implica el desplazamiento de personas a países o lugares fuera de su entorno habitual, la temática de mis artículos irá vinculada a esta actividad que como saben ha experimentado un continuo crecimiento y diversificación hasta consolidarse como uno de los sectores económicos que crecen con mayor rapidez en el mundo. Un sector económico que, si bien representa el 9% del PIB mundial, está siendo cuestionado en los últimos años por diferentes motivos, que seguidamente les expondré, todo y no estar de acuerdo con alguno de ellos.
En primer lugar, el turismo, especialmente el turismo de masas puede tener un impacto significativo en el medio ambiente. La sobreexplotación de recursos naturales, la contaminación y el cambio climático son preocupaciones crecientes. Muchos destinos turísticos se enfrentan a problemas como la degradación de ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y la contaminación de mares y playas.
En segundo lugar, el turismo puede influir en la preservación de la cultura local. En algunos casos, las culturas tradicionales se ven amenazadas por la influencia de las prácticas turísticas y la globalización. La autenticidad de los destinos turísticos también puede erosionarse, ya que se adaptan para satisfacer las expectativas de los visitantes. En tercer lugar, en muchos destinos populares, el turismo excesivo ha llevado a problemas de congestión. Estos problemas pueden hacer que la experiencia de viaje sea menos agradable tanto para los visitantes como para los residentes locales. En cuarto lugar, el turismo también puede tener un impacto en las comunidades locales. Puede llevar a la gentrificación, aumentar los costos de vida y afectar la disponibilidad de viviendas asequibles para los residentes locales. En algunos casos, puede haber tensiones entre la población local y los visitantes. Y, por último, en ocasiones el turismo plantea cuestiones éticas relacionadas con el respeto por la cultura y los derechos de las comunidades locales.
Desde mi punto de vista el factor que ha acentuado las externalidades negativas del turismo y contribuido a que cierta corriente de opinión ponga más el acento en sus problemáticas que en sus incuestionables beneficios ha sido la falta de gestión y planificación de los destinos por parte de las administraciones competentes.
El desarrollo del turismo en cualquier destino ha ido asociado a una vehemente necesidad de crecer y crecer en número de turistas. Lo relevante no era de dónde venían, cuanto aportaban, como contribuían a la economía local, el uso y consumo de servicios públicos; sino cuanto se crecía en número de visitantes año tras año. Me vienen a la memoria innumerables ruedas de prensa de los responsables de turismo de las diversas administraciones, quienes una vez finalizada la temporada turística, facilitaban los datos de los millones de turistas que habían visitado su destino poniendo énfasis en el crecimiento de visitantes respecto a años anteriores. Si bien es cierto que en los últimos años este discurso está cambiando y se empieza a incidir en la calidad del visitante y su aportación al destino, aún son muchos los territorios cuyas instituciones priorizan la promoción y el marketing destinando mínimos recursos a la gestión del destino.
Y este, la falta de planificación y gestión del propio destino ha acentuado las externalidades negativas de esta actividad. El turismo es indudable que aporta beneficios. Representa el 12% del PIB de España y el 11,5% del empleo total. Contribuye al desarrollo de infraestructuras, modernización del territorio, mantenimiento del patrimonio cultural, generación de actividades económicas vinculadas, etc. Pero también, provoca externalidades negativas que, con una gestión inteligente y algunas necesarias limitaciones, se eliminarían o su impacto se vería considerablemente reducido. Es evidente que cuando un destino incrementa sustancialmente su población flotante, salvo que lo planifique adecuadamente, muchos de sus servicios se ven alterados por el uso intensivo que se hace de los mismos. La movilidad en términos generales, el transporte público, la seguridad, la limpieza, el uso intensivo del espacio público se ven afectados por una población temporal que a su vez impacta en los residentes.
Sin embargo, una buena planificación, gestión y uso inteligente de las diferentes herramientas tecnológicas pueden ayudar a un destino a conciliar los intereses de los turistas y los residentes. A modo de ejemplo pensemos en ciudades como Barcelona, Madrid o Sevilla con un volumen de turistas importante que en su mayoría quieren visitar los mismos atractivos turísticos/culturales. Si el destino facilitara una aplicación tecnológica que en tiempo real informara al visitante de la densidad existente en las diferentes áreas turísticas, o acerca de las entradas disponibles para visitar los diferentes museos o exposiciones, informándole del aforo y recomendándole su visita en otro momento en el que haya menos concentración de personas, sugiriéndole alternativas, estaríamos, por un lado, ofreciendo una mejor experiencia a nuestros visitantes y, por otro lado, evitaríamos grandes concentraciones de turistas en los mismos espacios, colas en la calle que invaden el espacio público y causan molestias a los residentes.
Muchas son las medidas que se pueden adoptar para paliar los efectos de un sector económico imprescindible en la economía de nuestro país. Un sector lleno de desafíos que debe enfocarse en la sostenibilidad que busca minimizar sus impactos negativos y maximizar los beneficios económicos, sociales, culturales y medioambientales del turismo. Para ello gestión, planificación conocimiento y profesionalización se constituyen como herramientas imprescindibles.