Las consecuencias de quejarse por todo y cómo cambiar este hábito
El fenómeno cotidiano se refiere a la expresión repetida de insatisfacción, frustración o malestar constante
En la vida cotidiana, es común escuchar quejas, ya sea sobre el tráfico, el clima, el trabajo o las dificultades económicas. En ocasiones, estas quejas parecen inofensivas, una forma normal de desahogo ante las frustraciones cotidianas.
Sin embargo, lo que muchas personas no saben es que el lamento crónico, esa costumbre de quejarse constantemente, puede tener un impacto negativo en nuestra salud emocional, mental e incluso física, tanto para quienes se quejan como para quienes reciben esas quejas.
¿Qué consecuencias tiene la queja?
Quejarse de manera constante puede ser negativo por varias razones, tanto para la persona que se queja como para quienes reciben esas quejas.
Según expertos en salud mental y neurociencia, el acto de quejarse crónicamente puede tener efectos perjudiciales para el bienestar emocional y físico.
- Enrique Rojas, psiquiatra y divulgador, explica que las quejas constantes contribuyen al desgaste emocional. Según Rojas, «la queja crónica puede ser un obstáculo para el desarrollo personal y emocional, ya que enfoca nuestra atención en lo negativo y nos impide encontrar soluciones a los problemas». Esta actitud afecta la capacidad de adaptación, disminuyendo la resiliencia y aumentando la frustración ante las adversidades.
- Jamil Zaki, profesor de psicología en la Universidad de Stanford y autor de The War for Kindness, argumenta que la queja habitual tiene un impacto negativo en nuestras relaciones sociales y en la empatía. Según Zaki, «el acto de quejarse puede reducir nuestra capacidad para comprender las emociones de los demás, ya que nos enfoca en nuestros propios problemas en lugar de en las necesidades de los otros». Esto puede generar un ambiente tóxico y dificultar la construcción de relaciones saludables.
Ambos expertos coinciden en que, aunque quejarse de vez en cuando es parte de la experiencia humana, hacerlo de forma habitual puede obstaculizar el crecimiento personal, generar frustración y afectar la calidad de nuestras interacciones sociales.
¿Cómo cambiar el patrón de quejas?
Para romper con este ciclo negativo, es fundamental ser consciente del impacto que nuestras quejas pueden tener en nuestra vida y en la de los demás. Afortunadamente, existen estrategias efectivas para reducir la tendencia a quejarse y fomentar una actitud más positiva y constructiva:
Cambiar el patrón de quejas crónicas es un proceso que requiere conciencia, esfuerzo y práctica. A continuación, te presento algunas estrategias efectivas que pueden ayudar a transformar este hábito negativo:
1. Incorporar el ‘mindfulness’ y la meditación
Las prácticas de mindfulness y meditación pueden ayudar a centrar la mente en el presente y reducir la tendencia a rumiaciones y quejas.
Al entrenar tu mente para estar más consciente de tus pensamientos, puedes notar más fácilmente cuándo te estás quejando y detenerte antes de que el patrón se repita.
2. Prestar atención al lenguaje utilizado
La psiconeurolingüística destaca la importancia de las palabras que usamos, ya que influyen en nuestro estado emocional. Ser conscientes de nuestro lenguaje y modificarlo para que sea más positivo o neutral ayuda a cambiar el patrón de quejas.
En lugar de decir “esto siempre va mal”, podemos decir “esta situación es difícil, pero puedo encontrar maneras de manejarla”. Este cambio en el lenguaje puede modificar la forma en que pensamos y sentimos sobre los problemas.
3. Practicar la gratitud
Focalizarse en lo positivo puede contrarrestar la tendencia a quejarse. Llevar un diario de gratitud, donde se anoten cosas por las cuales estamos agradecidos, ayuda a cambiar nuestra perspectiva y a centrar nuestra atención en lo que tenemos, en lugar de en lo que nos falta o nos molesta.
Según estudios, la gratitud activa áreas cerebrales asociadas con el bienestar y mejora nuestra visión general de la vida.
4. Practicar la autocompasión y el autocuidado
La autocompasión implica ser amable con uno mismo en momentos de dificultad, reconociendo que las dificultades son parte de la vida. En lugar de caer en la queja, podemos aprender a abordar los desafíos con paciencia y aceptación.
Además, el autocuidado físico y emocional (como hacer ejercicio, descansar lo suficiente o practicar la meditación) puede ayudar a reducir el estrés y mejorar el bienestar general, lo que disminuye la necesidad de quejarse.